Tocarse, mirarse, encontrar el momento para aprender del propio placer. Y hablar sobre eso que durante siglos ha sido tabú: el goce para sí. Ese que vez conocido, es un viaje de ida. Larissa Pagán tiene 23 años, viajó desde Puerto Rico a Barcelona para hacer una maestría en género y comunicación. Llegó desde la isla del encanto y encontró un piso para compartir. Allí vivía Nazareth Dos Santos, “Naza”, de 24 años. “De vez en cuando veía los videos que tanto le gustaban a Naza (sobre feminismo, juguetes sexuales, masturbación) y luego los comentábamos juntas. Eso fue lo que da pie a que cada una le contase sus propias experiencias a la otra. Nunca había hablado tan abiertamente con una amiga de mi sexualidad”, cuenta Larissa en las primeras páginas del libro Sola me gusto. “Un día incluso le confesé que hacía solo un año que me había masturbado por primera vez y que aún no me conocía en ese sentido. Y para mi sorpresa, ¡bum! Me contestó que ella también se había empezado a tocar el año anterior”. Las impresionó esa coincidencia “del otro lado del mundo”, cuenta Larissa como puntapié de la publicación autogestiva que vinieron a presentar en octubre a la Argentina y que hoy gira por Puerto Rico.

“El proyecto de Sola Me Gusto consiste en visibilizar el amor propio y la sexualidad femenina a través de las artes y las redes sociales. Nuestra misión es acabar con el tabú de la masturbación femenina para poder hablar de ella con normalidad”, dice Larissa por whatsapp. El libro va por su segunda edición, con prólogo de la sexóloga puertorriqueña Alessandra Rampolla y el proyecto puede consultarse en Facebook y en Instagram como @solamegusto.

“Como dicen las feministas argentinas ‘me mueve el deseo’. Así que a darle hasta abajo y que comience la aventura”, es el texto de una ilustración que desde la página 27 convoca a la autoexploración. La tapa rosa, con corazones pintados, podría despistar. El libro se presenta como una “Diaria ilustrada de masturbación femenina”. “Sola me gusto, me escucho, me huelo, me veo y sola me toco” es el título completo de la publicación, estructurada en capítulos que hacen eje en cada una de esas acciones. Los textos son de Larissa, las ilustraciones de Naza.

El libro recupera 15 historias, que seleccionaron de unas cien entrevistas. “Nuestra intención con Sola me gusto no es ni lastimar ni invisibilizar a nadie. Sabemos que hay chicas que no tienen vagina y personas que la tienen pero que no se identifican como tal. Es fundamental reconocer que existen mujeres trans y mujeres cis y somos conscientes de la urgente necesidad de incorporar a la cultura a todas las personas, orientaciones sexuales e identidades de género”, aclaran las creadoras de Sola me gusto en la página 13. “Todavía estamos aprendiendo del tema y por eso pretendemos hablar en primera persona de lo que más cerca nos queda: la relación de una mujer con su vulva, tema que históricamente ha sido estigmatizado, ignorado o directamente borrado del mapa”. Esa declaración de principios se va desgranando a partir de los distintos testimonios.

¿Todas las personas pueden masturbarse? “¡Totalmente! Masturbarse no tiene ninguna connotación negativa. Todo es positivo, te ayuda a dormir, a liberar estrés, te ayuda con la autoestima y el autodescubrimiento”, responde Larissa.

Con la ducha, con los dedos, con un vibrador. Cada una de las entrevistadas cuenta cómo le gusta, y también, el camino que las llevó hasta allí. “La primera vez que me toqué, por cierto, tenía seis o siete años, y también entonces tuve mi primer orgasmo (lo llamaba orgasmito). Fue en mi casa, en una noche de verano muy calurosa”, rememora una de las entrevistadas, cuyo nombre no se consigna, una argentina de 44 años. La abuelita de Larissa, a sus 73, cuenta: “Al crecer, me casé y de verdad que no me hacía falta tocarme, para mí el tener un esposo era suficiente. Así me criaron y eso se te queda en la mente… Entonces, realmente, cuando me contaste lo de Sola me gusto me asombró muchísimo, yo solo pensaba: ‘Ay dios mío’, ¡Ay, mi madre!’ ¡Pero qué es esto!”. Desde su Puerto Rico, era la primera vez que Larissa y su abuela hablaban de sexualidad. “Me alegra mucho que mujeres jóvenes estén trayendo estos temas y viviendo libres”, la alienta la abuelita.

La mamá de Larissa, las hermanas de Naza (son trillizas), mujeres de distintos lugares del mundo, van sumando sus vivencias. “Nunca he tenido un orgasmo”, cuenta una chica de 22, desde Puerto Rico, y en Argentina, una mujer de 50 años relata la compra de juguetes sexuales junto a su hija de 23. Muchas experiencias se relatan sin nombre, pero sí con la fuerza de la experiencia. “Nos dimos cuenta que todavía la masturbación femenina sigue siendo un tabú en el mundo entero, no importa la generación. Eso sí, depende mucho de la vivencia de cada mujer. Ya que algunas tuvieron la suerte de que sus padres les hablaran del tema o tuvieron una profesora que les hablo del tema”, responde Larissa y rescata: “Sí vemos que algo que está ayudando a la generaciones nuevas son las redes sociales”.

Desde que llegaron a Latinoamérica “la recepción no ha podido ser más calurosa. La gente está muy interesada en el libro, y no paramos de asistir a eventos y ferias de sexualidad, charlas y conversatorios, stands con todos nuestros productos, e incluso los medios se quieren hacer eco del proyecto”, agrega Naza. El 17 de octubre, participaron de la exposición “La revolución del amor propio”, en Buenos Aires.

Es por eso que recibieron “mucho apoyo, muchas ganas de aprender, pero sobre todo muchas ganas de hablar del tema de la masturbación femenina, ya que nadie está hablando de ella”, suma Naza, quien pudo descubrir que no era heterosexual a partir de la masturbación. Supo que era lesbiana, y tomó fuerzas “para que también los demás supieran quién soy”.

Los feminismos aportaron lo suyo para que Sola me gusto fuera posible. “Este proyecto es lo que es gracias a todo lo que nos atraviesa como mujeres. Somos conscientes de la importancia de educarnos en el feminismo interseccional para conseguir derechos y cambios sociales, culturales y políticos. El placer femenino es censurado por el sistema patriarcal, y gracias a una educación (autogestionada, ojalá en un futuro institucional), basada en el feminismo y con perspectiva de género, estamos consiguiendo oponernos al sistema y combatir todo lo establecido que nos oprime”, considera Naza.

 

Todo lo que ocurre con el libro demuestra que la masturbación está a flor de piel, para salir a la luz. “Las mismas entrevistadas nos siguen dando aún hoy las gracias por poner el tema en la mesa. Muchas de ellas, gracias a Sola Me Gusto hablaron por primera vez de masturbación femenina, y eso le abrió la puerta para normalizarlo en sus círculos. Las lectoras devoran el libro y lo pasan automáticamente a hermanas, amigas ¡e incluso madres! El público masculino es menor en comparación con el femenino, pero nosotras siempre recalcamos que el placer femenino nos incumbe a todes y es intergeneracional”, cuenta Naza.