Desde Cosquín

Ya está. Se acabó el Cosquín Rock 2017. Aunque dejó a todos con ganas de volver el año próximo. Pese a que muchas entregas se disputan el trofeo a “mejor edición del festival”, la que finalizó recién hace alusión a un acompañamiento a los tiempos modernos de la escena. Pero lo mejor, y lo más loable, es que el evento no necesita antagonizar con su pasado. Todo lo contrario. Si por algo merece ser recordada esta versión de la gran cita del rock argentino es por aunar todas las aristas de un movimiento que nació hace 50 años. Justamente, ésa fue la consigna temática de uno de sus escenarios, al igual que una metáfora de la grilla del tercer día de conciertos, que concluyó con un show de La Beriso. No obstante, y por unanimidad, y seguro que los de Avellaneda estarán de acuerdo con ello también, el principal protagonista de la fecha fue Fito Páez. El artista rosarino, quien experimenta desde la celebración de las tres décadas de su disco Giros una racha de recitales homogéneos –quizá a manera de reconciliación con un pasado que puso a debatir con su contemporaneidad–, volvió a gustar. 

Aunque el festival ya lo había recibido con los brazos abiertos en ocasiones anteriores, Páez, en la última fecha del encuentro musical realizado durante el fin de semana carnavalesco, al que asistieron 25 mil personas, evocó la mejor versión de sí mismo. La de los tiempos de su disco El amor después del amor. No sólo por un repertorio que reconoció su arraigo en el cancionero popular nacional, y en el que no faltaron himnos del tenor de “La rueda mágica”, “Circo Beat” o “Polaroid de locura ordinaria”, sino por un carisma performático que lo transformó en heredero de Litto Nebbia, Luis Alberto Spinetta y Charly García, como él mismo se encargó de reconocer durante su hora y media de recital. Por cierto, se esperaba en el show del autor de “11 y 6” al bigote bicolor, quien de una u otra forma estuvo presente en el Aeródromo de la localidad cordobesa de Santa María de Punilla (al punto de que su más reciente disco, Random, en el boca a boca fue muy bien recibido). Pero, en su lugar, Rolando “Rolo” Sartorio, vocalista y guitarrista de La Beriso, y Juanse se subieron al escenario para hacer juntos “Cowboy”, el clásico de Ratones Paranoicos.  

Antes de subirse con Fito al escenario temático 50 años (el sábado estuvo dedicado al metal y al día siguiente al reggae), y por el que pasaron también iconos del rock argentino de la talla de Fabiana Cantilo, Pedro Aznar, David Lebon, Celeste Carballo, Willy Quiroga, Javier Martínez (todos ellos ofrecieron shows brillantes que en ningún momento se treparon a la nostalgia), Juanse se coronó como una de las grandes sensaciones del Cosquín Rock 2017. Durante los tres del festival, el ex líder de Los Ratones Paranoicos tuvo una residencia en la carpa Ceremonia Geiser en la que, amén de revisitar su repertorio en solitario y el de su ex agrupación, tuvo a varios invitados. Y su comensal del domingo fue Sartorio (la cortesía fue devuelta más tarde en el primer tramo del recital de La Beriso). Pero si la intención de la propuesta era repensar el imaginario del escultor del rock rolinga, el objetivo se cumplió. Además de avalar a los artistas del indie argentino que fueron parte del compilado que tributa a las “Fieras lunáticas”, y que actuaron en el mismo espacio, el segmento de público varió fecha a fecha. 

Otro de los aciertos del evento, que este año apostó por su internacionalización (ya se realizó en México, y, tras su versión local, se hará en Perú y Chile), fue la celebración de los 30 años de la fundación de Los Pericos, en el Espacio Alternativo (también conocido como la “carpa naranja”). Al igual que sucedió con Juanse, la agrupación liderada por Juanchi Baleirón estableció una suerte de residencia en ese escenario, en el que repasaron las canciones más representativas de cada década de actividad, y por el que pasaron un sinnúmero de invitados. Así que la tercera jornada del festival no fue la salvedad, pues estuvieron Attaque 77 y Rolo. Pero lo mejor de todo es que después del accidentado debut de este recital temático, la luz no se volvió a ir. Lo que también irradió fulgor fue la actuación de Perras on the Beach. Tanto fue así que levantaron el trofeo de “artista revelación del festival”. La banda indie mendocina, que tocó en el escenario Quilmes Garage, ofreció un concierto que reunió los aditivos que precisa un artífice para fijar un punto de inflexión: desparpajo, originalidad y contemporaneidad. 

A propósito de las Perras on the Beach, uno de los aspectos a destacar de lo que sucedió en los tres días de la fiesta del rock argentino fue que, a diferencia de sus anteriores ocasiones, no sólo redimió el pasado glorioso de la escena, sino que consiguió articular con su futuro. Fueron fundamentales los escenarios Quilmes Garage y Ceremonia Geiser, ya que por ahí desfiló la crema y nata del pop independiente argentino, que tuvo el domingo a Diosque, Banda de Turistas, Usted Señálemelo, UN, Ibiza Pareo, Valentín y los Volcanes y Los Espíritus como los principales exponentes de ese movimiento. La lluvia –uno de los elementos folklóricos del festival– obligó a refugiarse a quienes se acercaron bien temprano hasta el predio, pero vino de la misma forma que se fue: rápida e intensamente. De todos modos dejó su secuela en el paisaje. Por lo que el expedición entre el Escenario Principal y el temático 50 años, ubicados en ambos extremos del Aeródromo, invitaba a caminar de manera cuidadosa por el escenario La Casita del Blues, en el que se destacaron Botafogo y Jimmy Rip.

Luego del icónico Carl Palmer (quedó fuera de contexto en la grilla de la fecha), el Escenario Principal se atiborró de los grupos más convocantes de la escena argentina. Aunque Los Guarros fue la excepción, demostró un regresó digno y lo bien que le sienta el rock a Javier Calamaro. Una vez que quedó atrás su recital, Los Violadores y Attaque 77 demostraron –así como Guasones en la primera fecha– que más allá de su historia tienen el poder de regenerarse. Al terminar Kapanga, que brindó una performance bien arriba, Las Pelotas evidenciaron que están más allá del bien y del mal. Son inmunes al paso del tiempo y asimismo a las tendencias, no así a los climas, los himnos y a un humor especial. “Bienvenidos a Próspero Montaña”, saludó Germán Daffunchio, líder del grupo. Dejó el terreno aceitado para que La Beriso pudiera traducir en canciones el fenómeno que provocó en los últimos tiempos. Pero el cierre del festival le tocó a Los Twist, quienes, más que despedir el Cosquín Rock, redimieron con un fiestón una expresión tan popular      como patria: 50 años de rock.

Bernardino Avila
La Beriso ratificó en Cosquín su enorme popularidad.