“Sé que mis películas son extrañas y no son para todos, pero espero que les gusten”, afirmó emocionada Nina Menkes al recibir un Astor a la trayectoria en el Festival de Cine de Mar del Plata, que le dedica una retrospectiva. Luego se proyectó Queen of Diamonds, estrenada en 1991 en el Festival de Sundance y fiel exponente de su cine, radical y onírico

Además, Menkes brindó una masterclass y participó del segundo Foro de Cine y Perspectiva de Género, donde habló de un tema que la apasiona: la forma en que el cine mira a las mujeres. Profesora en el California Institute of the Arts, venía abordando este tema desde hace tiempo inspirada en teóricas feministas como Laura Mulvey y Judith Butler.

Sin embargo, pocos días después de que se destapara el escándalo en torno a Harvey Weinstein, escribió un artículo titulado “El lenguaje visual de la opresión: Harvey no trabajaba en el vacío” para la revista Filmmaker que se volvió viral. Ahora prepara su propio documental sobre este tema, Brainwashed, para el cual incluso grabó imágenes en Mar del Plata.

-¿Qué puede adelantar acerca de Brainwashed?

-La idea central es que el diseño de las tomas está marcado por el género y que los directores filman a las mujeres y hombres protagónicos de forma muy distinta. Y lo demuestro analizando películas de directores clase A, ganadores de grandes festivales como Wim Wenders, Jean-Luc Godard, Sophia Coppola, Martin Scorsese y Spike Lee. Desde 1940 hasta hoy hay un patrón muy preciso que se repite y que consiste en desempoderar a las mujeres haciéndonos creer que las están mostrando de forma glamorosa. Sin embargo, el glamour es sólo una forma de encubrir la violencia.

-¿Qué aspectos analiza específicamente?

-Es distinta la forma de filmar a las mujeres en términos de encuadre, luz o movimiento de cámara. Desde el punto de vista, el sujeto siempre es el hombre y el objeto la mujer, cuyo cuerpo se suele mostrar de forma fragmentada. Los hombres heterosexuales nunca son filmados así. También suelen ser filmadas bajo una luz más artificial y los hombres bajo una más natural; o se las muestra desconectadas del espacio narrativo. Un ejemplo típico es cuando, de repente, en una película pasa caminando una chica sexy que no tiene nada que ver con la historia, los hombres se detienen a mirarla y decirle cosas, y luego siguen como si nada.

-¿Por qué hizo la distinción de hombres heterosexuales?

-Esta forma de filmar está tan asociada a lo femenino que cuando se ve un cuerpo masculino filmado así, por ejemplo la cola de un hombre, uno tiende a asociarlo a un hombre gay. Y de hecho solo los hombres gays suelen ser filmados así porque se los pone en una posición femenina de falta de poder y de objetivación. En la película incluyo un ejemplo de un hombre heterosexual filmado de esta forma que es la excepción que confirma la regla. Se trata de una escena de la película Mandingo, de 1975, en la que la dueña de una plantación del sur de Estados Unidos obliga a un esclavo a tener sexo con ella o, de lo contrario, dirá que la violó. En esa escena de sexo, el esclavo es filmado exactamente como se filma a una mujer.

-Porque hay una relación de poder desigual…

-Por eso digo que es la excepción que confirma la regla: la única vez que encontré que un hombre heterosexual fuera filmado así es porque era negro y esclavo. Lo curioso es que cuando le muestro la escena a mis estudiantes y ven como la cámara recorre el cuerpo de este hombre negro todos se horrorizan. Pero cuando ven el mismo mecanismo en el cuerpo de una mujer, la reacción es “guau, qué cuerpo”. Hasta las mujeres lo pensamos.

-¿Ser hija de sobrevivientes del Holocausto tuvo impacto en su cine?

 

-Creo que ese trauma familiar se tradujo en la idea de que no podés confiar necesariamente en un gobierno, ni en las mayorías, ni en que la gente va a ser razonable. En mi caso se tradujo en confiar en una especie de sabiduría interior, por eso no necesito preguntarle a nadie: “¿Te gustó?”. Por otro lado, mi madre siempre me decía: “¡No te olvides de que Hitler fue elegido!” También me recordaba que la Coca Cola es la bebida más popular del mundo a pesar de que te pudre los dientes y te hace mal a la salud. Es decir que popular no significa necesariamente bueno. Por lo general es al revés.