Después de 132 días, Lionel Messi volvió a la Selección. Y lo hizo ganándole a Brasil, un hecho infrecuente en su extraordinaria carrera. Jugó 11 veces ante los pentacampeones mundiales. Y sólo en cuatro pudo retirarse victorioso. Todos los triunfos anteriores sucedieron en tierras remotas: 1-0 en Doha en 2010 (marcó el gol en tiempo descuento), 4-3 en Nueva Jersey en 2012 (hizo tres tantos y jugó uno de sus mejores partidos con la casaca albiceleste) y 1-0 en Melbourne en 2017 en la apertura del desafortunado ciclo de Jorge Sampaoli. El de Riad no escapó a la regla.

Tras la suspensión por sus dichos calientes en la Copa América de Brasil, Messi ofreció en Arabia Saudita, una versión más acorde consigo mismo y menos ofuscada. Sin dejar de participar en la tarea de la recuperación de la pelota, bajando más allá de la mitad de la cancha para acortar las líneas del equipo y fortalecer el bloque defensivo, se mostró más predispuesto a participar en las jugadas de ataque y a tener intervenciones decisivas que a luchar. De hecho, a los 11 minutos del primer tiempo, el lateral Alex Sandro le cometió el penal que el gran arquero Allisson le detuvo sin contener y que, de rebote, transformó en el único gol argentino.

Aunque funcionó con corriente alterna, aunque hubo ratos en los que se ausentó porque Argentina eligió pararse por detrás de la pelota para negarle el juego interno a los brasileños, Messi hizo varios aportes interesantes. A los 30 minutos, tras un centro de Rodrigo de Paul, un zurdazo suyo rumbo al gol dio en la pierna de un defensor. Y en el cierre de la primera etapa, emprendió una corrida larga hasta el borde del área llevándose a la rastra a Eder Militao, que terminó con una buena tapada de Allisson. En la segunda, combinó varias veces bien con Ocampos por la derecha, exigió al arquero con un par de tiros libres desde lejos y hasta puso con magistral precisión un centro a la cabeza de Otamendi que el zaguero del Manchester City impactó mal.

El supercrack rosarino anduvo suelto por todos lados. Pero entregó sus mejores respuestas cuando se tiró atrás y a la derecha. Se asoció con Ocampos mejor que con ninguno. En cambio, con Lautaro Martínez no se encontró tanto ni tan bien. De hecho, no es posible recordar ninguna pelota que el astro del Barcelona le haya colocado al delantero del Inter. Y sería bueno que eso sucediese con mayor frecuencia. Messi y Lautaro figuran entre los titulares inamovibles que el técnico Lionel Scaloni ha decidido ahora, que parece haberse terminado el tiempo de los ensayos y empezado el de definir un equipo de cara al comienzo de las Eliminatorias para Qatar 2022, en marzo próximo, y a la Copa América de mitad de año en Argentina y Colombia.

“Todos corrimos mucho y no sufrimos, es el partido que hay que hacerle a Brasil, no dejarlos jugar”, declaró Messi. Y por si quedaba alguna duda, ratificó que se siente cómodo con el proyecto de Scaloni y sus colaboradores Roberto Ayala y Walter Samuel. “Este sistema defensivamente nos da muchísimo, en ningún momento nos generaron. Estábamos bien paraditos”, señaló sin hacer reproches por haber tenido que correr tanto hacia adelante como hacia atrás.

Se lo ha dicho muchas veces y no está de más volver a hacerlo. Se equivocan aquellos nostálgicos que todavía pretenden que, en un par de arranques, Messi resuelva por si solo los partidos complicados. Nunca más será aquel jugador que fue en sus inicios deslumbrantes. En la madurez de sus 32 años, muy lejos de cualquier señal de ocaso y con una mayor comprensión del juego, puede hacer lo mismo con un par de apariciones de alta gama futbolística en los momentos claves. Cada vez más, Messi necesita que haya un equipo conteniéndolo, el plus sigue siendo responsabilidad suya.

Es una buena noticia entonces, que la Selección de Scaloni vaya afinando su idea y su personalidad, y que Messi se sienta comprometido, dentro y fuera de la cancha. Si, además, se puede hacer diferencia ante los rivales importantes como Brasil y Uruguay este lunes, todo será ganancia ahora que se aproximan los partidos que verdaderamente valen, camino a la próxima Copa del Mundo.