Quince minutos después de las cinco de la tarde, en un bar de Almagro, un grupo de parroquianos hinchas de River se unen en un grito de gol. Estallan, se abrazan. Ignoran por unos segundos el enorme televisor frente al que viven la final de la Libertadores. Rafael Santos Borré acaba de poner el 1 a 0. Desde la calle se escucha más euforia: son otros hinchas que optaron por quedarse en casa. Hasta se oyen algunos petardos. La fiesta anticipada.

Casi todo lo que queda del partido será igual: celebración, euforia. River juega mejor que el Flamengo. Armani está seguro y tapa una increíble. Enzo Pérez juega un partidazo. Los brasileños van pero sin peligro y River, aunque no es peligroso, es mucho más. Javier Pinola juega un gran partido: corre todas, corta todas. "¡Qué fenómeno ése tipo!", le grita uno de los televidentes del bar. Los otros lo aprueban. Los de River se sienten campeones. Faltan quince, ahora diez, ahora cinco… Y todo es millonaria fiesta anticipada. Otra se anima a más: "¿Tanto quilombo por estos tipos?", pregunta en alusión a los brasileños. "¿Gabi qué?", se burla otro. "Gabigol", piensa uno mientras a uno del final pone el empate.

Si con el 1 a 1 los hinchas de River se desmoronaron, no hay mucho que imaginar cuando el burlado Gabigol hizo el segundo unos minutos después. A Gabigol -Gabriel Barbosa- poco le deben importar las burlas desde un lejano bar de Almagro. Corre y celebra. Lo abrazan. Eso se ve en la tele del bar, donde los hinchas de River se agarran la cabeza, cierran los ojos, miran a la nada los que pueden seguir mirando o putean. No lo pueden creer. Si hasta hace dos minutos, no más, eran bicampeones de la Libertadores. Algunos ya pensarían en los festejos, en las cargadas a los de Boca, en el futuro de Gallardo, en el tal vez mejor River de todos los tiempos. 

La noche

Ya no hay tiempo para más. Mariano Closs analiza las jugadas y se la toma con Pinola y su error pero más con Lucas Pratto: que no es un tipo para tener la pelota, que por haberla perdido River se queda sin la Copa. 2 a 1 y no hay tiempo para más.  Flamengo es el campeón en los dos minutos más cortos el fútbol en los últimos tiempos. Un River que jugó mejor, que mereció ganar, se quedó en 120 segundos con el segundo puesto.

Los del bar se levantan de sus sillas a las puteadas, pagan y se van. En la calle algunos hinchas se animan a celebrar de todos modos. Unos pocos salen con sus camisetas y banderas a la calles del Monumental. Otros van a lo clásico: El Obelisco junta a unos pocos. Son los que buscan o quieren algo para celebrar. Si se olvidara el resultado, no es un tema menor que en tiempos de tanto ganar o perder, se apoye a un equipo que tuvo un gran año y que estuvo ahí de quedarse con otra Libertadores. 

Cerca de Parque Centenario algunos con camisetas de Boca celebran el dolor ajeno. Guste o no, son cosas del fútbol: si River ganaba ellos iban a ser el blanco de las cargadas.

En el bar no queda casi ningún futbolero. El televisor repasa las imágenes y el mozo que hace zapping muestra en diferentes canales a los presentadores de noticias, que son los que saben: ellos juzgan que lo perdió River, que Gallardo no supo plantearlo y que Pratto no estaba para jugar.A los de River se les vino la noche. Pero nadie puede olvidar que este equipo hizo y hace historia.