Podría ser una buena noticia: aquel país dividido al que Cambiemos llegó con la promesa de unificación e inversiones, por fin encontró su consenso: amigos y enemigos, en privado y por TV, acuerdan en que la situación es desesperante: desde 2015 aumentó la pobreza, la desigualdad, la inflación, el hambre, la deuda, el dólar, el riesgo país. No hay sector que no llore miseria y nunca en estos 4 años hubo como esta semana tanto experto en economía develando los números de la crisis. En este panorama de caras largas, acuerdos dolorosos y exigencias anticipadas al futuro presidente, hay una insólita excepción: un político/empresario la está pasando bomba.

Si hay un hombre feliz, si alguien supo encontrar el lado formidable a la devastación que deja el gobierno de Mauricio Macri, es Mauricio Macri. ¿Será que vive en otro país? ¿O será que promete esforzarse para construir un país a su medida? Búsquelo en Instagram.

No parece completamente real, es casi una animación. Acaba de perder las elecciones en primera vuelta y se lo ve jugando al golf, paseando por la Fábrica Argentina de Aviones recomendándole a Alberto Fernández que “cuide la vara alta que deja su gobierno”. Va de visita a una escuelita cordobesa donde, según se dice, obtuvo el 100% de los votos en las últimas elecciones (40 boletas). Se saca la selfie. Se hace el Mirtha Legrand y preside almuerzos con simpatizantes famosos. Desde su cuenta de IG, invita a una celebración callejera mediante una consigna indescifrable pero sin dudas épica: “Esto recién empieza”.

Burlando al Game Over que le auguraban sus mismos aliados, Macri se ganó una vida más y regresa con nuevas armas al juego de la política entendida bajo la lógica del video juego, una versión nacional del Mortal Kombat. La convocatoria para el 7D presentada como una despedida de su mandato no es más que la repetición de otra jugada – la del “Sí, se puede”- que le dio ese 40 % en las elecciones, el plus de energía virtual que lo mantiene en pantalla.

Una fatality aquí 

Sinopsis: luego de la sangrienta batalla de las PASO, Macri descarga su ira contra los votantes, provocando una devaluación y más fuga de capitales. Cae al piso de espaldas, saltan sus órganos buscando nuevos cuerpos. Pero atención, le quedaba un resto Durán Barba de energía y así es que en un solo click se levanta y convoca a sus guerreros a la plaza del “Sí, se puede y el Macri la da vuelta”. Esa consigna, que despertó multitudes esperanzadas en modificar una elección, en realidad no apuntaba a ese objetivo que se sabía completamente imposible. Lejos de una fiesta popular pero también del happening clasista, Macri convocó entonces y vuelve a convocar ahora a “una marcha del aguante” con el único objetivo de sumar puntos propios, engatusar ciudadanía. “Los amo, los quiero” dice el luchador tras cada salto y fuego. Los que vayan a festejar (no se sabe qué de) estos 4 años, serán procesados como alimento para la energía del líder, el oponente.

¿Qué es lo que recién empieza? Ya no importa cómo salir de la crisis, eso es tarea del enemigo. Este nuevo Macri de quien no se esperan soluciones, se propone a sí mismo como líder del problema. Y para eso, gran tarea, hay que postular puntos de conflicto, crear demandas. El irresponsable debate parlamentario sobre el aborto, la discusión sobre si hay golpe o no en Bolivia, son insumos de polarización que quitan el foco de lo explícitamente económico y conducen a ese lugar mítico donde se supone que hay una grieta. ¡Y el odio hace rato que se ha vuelto una commodity!

Así es como el nuevo Macri toma decisiones espectaculares de último momento y en la misma dirección: secundado por su católica guerrera Carolina Stanley anula la actualización del protocolo de aborto no punible. Señala como presidenta de su partido a su brazo armado, Patricia Bullrich, la ministra que ha convertido a buena parte de la población en sospechosa y narcotraficante. Postula a su flamante escudero en el área de xenofobia Miguel Angel Pichetto para la AGN (que entre otras cosas se encargará de auditar las cuentas de su presidencia) y asegura por decreto en sus cargos a un buen número de jugadores Pro. En esta nueva vida, Macri pasa de una cultura de la despolitización – recordemos que hace rato que no le entrega a su electorado ninguna propuesta concreta de gobierno- a una macribolsonarización que genera y multiplica las demandas del campo más autoritario y conservador.

Tiene motivos para estar contento: ha cambiado su avatar de presidente fraude por el de jefe local de esa liga conservadora que avanza sobre la región. Esa capacidad instantánea de resucite sin dolores musculares ¿puede ir más allá de la lógica de los videos juegos? ¿Lo acompañarán en este giro a la derecha sus amigos Radicales? La sociedad argentina que lo volvió a votar en 2017 aun sabiendo que no era lo que esperaba, ¿está dispuesta a alistarse tras un liderazgo evangelifacho que plantea no sólo mantener vivo sino avivar un orden capitalista autoritario y patriarcal como el de Brasil, Chile y Bolivia que avanza a restaurar un orden que jamás existió y pisotear derechos y prójimos? Los videojuegos son adictivos y la fábula de la grieta fue muy buena para conciliar el sueño. Pero después de dormir, hay que despertarse y aún al Mortal Kombat, el juego más sanguinario y exitoso de la historia, le llegó su hora.