Fernando López pensó, hace cinco años, que ya no iba a volver a jugar al rugby. El acababa de vivir una de sus mejores temporadas en el torneo de la URBA: conoció los extremos de la vida deportiva jugando para Pucará, donde pasó de casi consagrarse campeón a casi descender la temporada siguiente y, así y todo, su actuaciones le valieron convocatorias al Seleccionado de Buenos Aires y al combinado Argentina XV. Sin embargo, en su realidad, el rugby era una pasión amateur que interfería con la nueva vida que estaba por llegar, y que latía dentro de la panza de su mujer. La llegada de Felipe lo había llevado a decidir que ése sería su último año en las canchas, pero una inesperada y tentadora oferta de irse a jugar al exterior le había encendido una ilusión. Más allá de que la operación no se concretó finalmente, López no llegó a desarmar sus valijas que, en la misma semana de desilusión, le surgió una nueva oportunidad.

El protagonista viajó a Francia para jugar en el club Massy, de la segunda división. El lugar parecía estar esperándolo: allí nació su segunda hija, Lola, y recibió la convocatoria para jugar en la selección española de rugby, ya que estaba habilitado debido a que su abuelo nació en ese país. López hace un año que es el capitán de España.

"El rugby español creció muchísimo. Muchos argentinos que jugaron en la URBA llegan y se dan cuenta de que es durísimo. La mayoría no pensamos que era tan duro y, de hecho, hace unos años no era tan fuerte", le cuenta López a Líbero, desde España, donde vive y juega desde hace cuatro temporadas. El primera línea, luego de su paso por el rugby francés y tras convertirse en una pieza clave de la Roja, aterrizó en julio de 2016 en el Ordizia Rugby Elkartea, de la ciudad que le dio su nombre al club y se encuentra en Guipúzcoa, una de las tres provincias de la comunidad autónoma del País Vasco. 

El argentino ya conocía la región, aunque poco aprendió del dificilísimo euskera: a los 21 años vivió en San Sebastián y jugó durante un año para el Bera Bera. De una experiencia a otra, cuenta López, no sólo cambió el juego en las canchas. "España es un país súper futbolero, diría que hasta peor que Argentina: acá, el fútbol es todo -explica-. Hace una década, cuando llegué me acuerdo que me preguntaban qué era el rugby. La gente pensaba que era fútbol americano, que se jugaba con casco. Hoy, como a la Selección le va bien y este año casi vamos al Mundial, en la calle ya saben que se juega y todo el mundo escucha y ve algo de rugby. A los primeros partidos que jugué con la Selección, asistían cerca de dos mil personas, pero a los últimos han ido hasta 20 mil".

El primera línea de 33 años es el único hincha de River de una familia íntegramente de Boca, y luce con orgullo esa exclusividad. Cuando empezó a enamorarse del rugby, tampoco nadie en su casa tenía pasado ni cariño por la pelota ovalada. Se recuerda, de chiquito, boquiabierto ante el haka de los All Blacks y fascinado con el juego del Yankee Rolando Martin, quien después lo dirigiría en las Aguilas de Buenos Aires. Curiosamente, y en un intento de describir un hito de la Selección que capitanea, López reflota una escena en la que vuelve a aparecer el histórico del SIC, ese que admiraba de pequeño a través de la pantalla.

 

 

"Jugamos un rugby lindo de ver: a la gente la atrapa nuestro juego en defensa, porque dejamos todo -detalla-. Nos quedamos vacíos cada vez que jugamos y ellos lo aprecian. Es un poco como pasó en Argentina. Los Pumas se hicieron súper famosos ganándole a Irlanda con jugadores que, casi noqueados, seguían tackleando. Acá también les llama la atención vernos con esa entrega. El año pasado arrancamos un nuevo ciclo con dos test matches, con un equipo armado desde cero, porque ya había jugadores que no llegaban al próximo Mundial y se inició un proyecto con recambio. El más viejo que quedó fui yo. Jugamos con Namibia, le ganamos, y después vino Samoa. Contra ellos perdimos, pero fue la derrota digna de unos debutantes. Además, fue la enfermería mas grande de la historia de la Selección española: terminamos con tres jugadores noqueados, dos con la clavícula rota y dos muy golpeados. Yo estuve una semana con tremendo dolor en el pecho por el tackle de un samoano. Ese día perdimos, pero nos dijimos: 'este es el nivel que queremos'".

 

 

En aquellos dos partidos, justamente, debutó López como capitán de Los Leones, como se apoda el seleccionado español. El nacido en Parque Patricios asegura que Japón sería un buen referente del camino que intentan seguir con el plantel español que guía. "No es un gigante, pero intenta hacer las cosas prácticas y bien", define al anfitrión de la última Copa del Mundo, que se supo colar en los cuartos de final.

Con los triunfos ante Occitania y Hong Kong de la ventana de noviembre que acaba de terminar, el argentino suma 12 test matches con la cinta y más de 40 como jugador de España. "Ser capitán es una gran responsabilidad, pero en sí yo soy el mismo de siempre -asegura-. El equipo va solo, pero soy un un poco la voz del equipo, también por ser uno de los más veteranos. Que me hayan elegido pese a ser nacido en otro país me pone muy contento. Es un plus: me siento muy querido. De todos modos, somos varios de otros países: hay franceses, samoanos, argentinos y españoles, y nos llevamos todos muy bien. Eso demuestra que somos un equipo".

Cada vez que se pone la camiseta roja, el argentino se acuerda de su abuelo Luis. Aunque él ya lo conoció de corazón argentino y con el carnet de Boca, no se olvida de la historia que su mamá le contó: cuando el tatarabuelo de Fernando lo llevó en burro a su abuelo Luis, que era un niño español de 12 años, a tomarse el barco que lo llevaría desde Vigo hasta Buenos Aires. Estas fiestas, el rugbier recibirá a su mamá y juntos irán a conocer Orense, la ciudad de Galicia donde se originó esta familia. "Siempre me da lástima saber que mi abuelo no llegó a verme jugando para España. Es una especie de  devolución y sé que estaría súper orgulloso -se alegra López-. Pienso en todo lo mal que la habrán pasado mis abuelos viajando hasta Argentina, siendo tan chiquitos, y lo bien que yo la pasaba con ellos en mis vacaciones. Sé que no me pueden ver, porque ya no los tengo más conmigo, pero me imagino que deben estar contentos".