Sentado en una heladería de Colegiales que sirve café, con una gorra del Festival Internacional de Cine de Entre Ríos, Jo Goyeneche jura que en un momento, cuando había que hacer una entrevista, a los miembros de Valentín y los Volcanes les daba fiaca ir. ”Inclusive nos habíamos propuesto que las entrevistas fueran mejores que nuestras canciones”, revela el cantante. Tal era la sensación de hastío que llegaron a tener él y el violero Nicolás Kosinski cuando el grupo andaba en plena vorágine, a mediados de esta década. “Era como un viaje de egresados permanente ir a las provincias y tocar todos los fines de semana. Yo sentía que había cumplido con las expectativas que tenía de pendejo sobre lo que era tener una banda”, recuerda días antes del show que darán este sábado en El Emergente, después de un año de no subir a un escenario.

 

Aunque se nota que un poquito de ganas le están poniendo, no hay demasiadas certezas sobre el futuro de Valentín y los Volcanes. Luego de este show en el festejo de los diez años del sello Triple RRR, Kosinski se irá de viaje al sudeste asiático sin pasaje de regreso. También se sabe que no corre --tal vez nunca corrió-- la idea de progreso con respecto a sacar más discos, hacer shows para más gente y tener escuchas en Spotify. “Bajarse el precio siempre es una buena estrategia”, justifica Goyeneche. Tocar dos veces al año y que “quizás aparezcan ganas de grabar un disco” son las únicas semi-certezas aspiracionales para una de las bandas que mejor representó el sonido platense de la década, junto a El mató a un policía motorizado, 107 Faunos y Sr. Tomate, entre otras.

Hay quienes dicen que en el disco debut está lo mejor y lo peor de una banda indie, y que recién en el segundo aparece una curaduría más consciente. En el caso de Valentín y los Volcanes, el primero, Play al álbum blanco (2010), tiene el aroma punk de un material que casi parece grabado en vivo, en el estudio de Shaman Herrera. “Eran canciones que defendíamos mucho y pedían ser grabadas, pese a nosotros”, justifica a medias el cantante.

En el siguiente, Todos los sábados del mundo (2012), editado por Triple RRR, fue muy importante la producción artística de Julián Perla (Mi Pequeña Muerte). “Nos ayudó a enriquecer las canciones. Hasta entonces no habíamos dejado que nadie tomara decisiones por nosotros, celábamos mucho eso”, advierte Goyeneche.

El tercero, Una comedia romántica (2016), producido por Tweety González y con intervenciones de Ulises Butrón, generó la sensación de algo así como un “punto de llegada”, un quiebre. “Después de ese disco quisimos hacer las cosas más tranquilos, sin la presión de agarrar todo y trabajar 24 horas para la banda. El grupo no se disolvió sino que pusimos pausa.” En verdad fue una especie de retiro voluntario de más dos años, con un par de shows en agosto y septiembre de 2018 y la intención deliberada de correrse de la escena, sobrevolarla un poco y ver qué les pasaba. “Siempre tuvimos claro que nuestra música es para 100 personas”, se cubre.

“En la música independiente hay un maltrato histórico; no es tan así en el cine”, opina Goyeneche, que actualmente está metido en la edición de la película La luna representa mi corazón, del director argentino Juan Martín HSU. También está escribiendo una ficción y un documental, pero no quiere contar demasiado ninguna de las dos cosas, aunque en su universo creativo siempre aparece el mismo vector director. “Me interesa lo expulsado del centro; los márgenes son siempre más ricos.”

 

Goyeneche vive en Villa Pueyrredón, pasa la mayor parte del día editando y, como salvoconducto, juega al fútbol todos los lunes. “Stephen Malkmus, cantante de Pavement, decía que si Kurt Cobain hubiera jugado al fútbol no se habría suicidado”, cita el cantante, que además tiene una lectura interesante del indie argentino del último tiempo.

Goyeneche dice que antes del 2000 había dos tipos de bandas: las del mainstream y las que tocaban en “sótanos húmedos-anarco-muerte”. Las segundas eran “extranjeras en el oficio”, sin lugares para tocar ni estudios equipados para grabar. “En 2005 no pagabas el alquiler siendo músico pero aparecieron festivales, productores y periodistas que escuchaban la misma música y querían hacer notas. Entonces el mainstream incorporó algo de eso y empezó a incluir a algunos de esos grupos en las grillas de festivales más grandes”, describe. “Yo espero que El Mató esté viviendo de esto. ¡Ojalá!”, afirma.

* Valentín y Los Volcanes tocará este sábado 14 de diciembre a las 23.30 en el festejo por los diez años de Triple RRR en El Emergente, Acuña de Figueroa 1030. Junto a Viva Elástico y Ministerio de Energía.