“Creemos que el gobierno anterior sobreactuó ciertas problemáticas y absorbió problemas que se convierten en problemas de seguridad pero cuyo origen no es un problema de seguridad, por ejemplo, el tema de las adicciones, que recibió un tratamiento securitario, o el Servicio Cívico Voluntario”, puntualizó Sabina Frederic, la nueva ministra de Seguridad. “Pero no podemos desconocer los problemas de delito que hay y la inseguridad que padecen sobre todo los sectores socialmente más vulnerables, que son los que están más asediados por el delito común, del arrebato del celular o el robo a mano armada --admitió--. Ahí hay problemas que hay que resolver, y la manera en que el gobierno anterior entendió que eso se resolvía era sólo con saturación policial. En el corto plazo no hay que dejar de utilizar la herramienta de los controles o el patrullaje como procedimiento, pero lo que sí hay que hacer es instruir a la fuerza de seguridad para que no haya hostigamiento, asedio, maltrato o abuso. Eso es clave. En el caso de Gendarmería, si bien está la causa de Maldonado, que no es menor, es una fuerza que tiene un tipo de procedimiento de proximidad que no es el que quisiéramos, pero que ha sido relativamente efectivo. No vamos a poder descartarlos porque tenemos muchos ejemplos de que cuando se despliega la gendarmería en un barrio después no se la puede sacar porque la misma gente demanda que se queden. Porque han bajado la conflictividad y la violencia interpersonal, entonces hay que trabajar en ese sentido hasta tanto la economía, el mercado de trabajo y otros organismos del Estado hagan otras cosas que bajen la conflictividad o la violencia”.
“Lo que sí creo es que hay distintas formas de hacer patrullaje en esos barrios --explicó--, lo que tenemos que hacer es retraer las operaciones de las fuerzas federales al mínimo uso de la fuerza y para eso hay que actualizar los protocolos de uso racional de la fuerza y modificar las condiciones de servicio de la fuerza. Por eso el reentrenamiento es muy importante. Hay una dimensión del uso de la fuerza que no es racionalizable y que tiene que más que ver con el orden emocional que racional. Eso hay que descomprimirlo, hay una tasa de suicidio muy alta en las fuerzas de seguridad, mucho estrés y muchos problemas psicosomáticos”.
--Con ese panorama, ¿hay idea modificar la portación de armas fuera del horario de servicio?
--Sí, eso también hay que derogarlo. Ahí lo que hay que hacer es modificar los estatutos, no es lo mismo Policía Federal, Gendarmería, Prefectura y PSA. La Federal tiene su propia ley que le da un estado policial, ese estado policial los inhabilita para la sindicalización, está todo encadenado, si uno no toca el estado policial es bastante difícil evitar que hagan uso de las armas fuera del horario de servicio porque están siempre de servicio. La Gendarmería tiene un régimen militar, tiene estado militar, con lo cual no se puede alterar. La Gendarmería tiene un régimen más adecuado que la Policía porque les habilita el uso del arma fuera de servicio a partir de los diez años de antigüedad, no apenas salen. Para hacer algo, sobre todo en Policía Federal, que los proteja a ellos y proteja al resto de la población, hay que contar con una serie de instrumentos: armería donde dejar el arma y una concientización que a ellos los haga sentir seguros sin portar el arma, y eso es algo bastante difícil de conseguir, se intentó muchas veces y nadie lo logró.
--¿En ese camino ve viable la sindicalización?
--Es una utopía a la que habría que llegar. Uruguay tiene su policía sindicalizada, es el único país de América latina. Todos los países europeos tienen su policía sindicalizada. En ningún caso tienen derecho a huelga, es decir que la sindicalización sería sin derecho a huelga. Para eso hay que modificar en la policía el estatuto. En la Gendarmería no creo que haya que sindicalizarla porque es una fuerza militar, ahí hay que buscar diferentes alternativas. Pero antes de todo eso hay que generar un camino crítico hacia la sindicalización. Y hay una instancia, que ya se aplicó en alguna provincia de la argentina, como Santa Cruz y Chubut, que es un Consejo de Bienestar y Salario, que sería como un paso intermedio. Es un poco lo que queremos hacer en lo inmediato. Generar un espacio donde se puedan debatir esas condiciones. Inclusive el uso del arma. Pero no puede ser una imposición porque no funciona.
--¿Qué balance hace de la “guerra contra el narcotráfico” que encaró el gobierno anterior y del rol que quisieron darle a las Fuerzas Armadas en esa política?
--Por supuesto que las Fuerzas Armadas no pertenecen al ámbito de la seguridad interior y tampoco a esta cartera. Cuando nos reunimos con ellos pedimos informes. Y sólo he tenido hasta ahora la información pública, no he tenido información ofrecida por las autoridades salientes. Y la información pública no dice nada. Uno ve el mapa que ellos elaboraron millones de puntito que no sabemos qué significan. Es algo que hay que averiguar en las próximas semanas a partir de los informes que tengamos de inteligencia y de investigación para saber efectivamente cómo ha variado el negocio ilícito. Por eso insisto que lo más importante es fortalecer la investigación criminal para saber dónde estamos parados, para saber si somos lugar de tránsito, si la producción de cocaína es de envergadura o no, si toda esa serie de decomisos corrieron el negocio en otra dirección o se sigue haciendo lo mismo. La idea de fortalecer la investigación criminal y articularla con otras fuerzas está dirigida a ir al delito en gran escala y no los traficantes menores y consumidores.
--En ese sentido, ¿habría que apuntar a la legalización de las drogas?
--Bueno, es una cosa que manifestó el presidente. Creo que hay que testearlo, pero me parece que hay que poner en agenda la posibilidad, por lo menos el estudio de la factibilidad, no de la despenalización sino de la regulación de las drogas blandas. Tenemos el ejemplo de Uruguay, de Canadá, de varios estados norteamericanos. Hay que analizar la factibilidad de hacerlo en la Argentina, y eso para mí es un debate que creo que hay que dar.