Antes de obtener su master en Media and Communication Governance por London School of Economics, Natalí Schejtman ya era periodista. Comenzó su carrera a los 18 años y, casi 20 años después, articula ahora saberes propios de la práctica periodística con conocimientos académicos en torno de las tecnologías de la información y la comunicación. Con la excusa del experimento de periodismo automatizado de la BBC, Página 12 dialogó con ella para conocer sus posturas y opiniones sobre los debates que despierta la relación entre tecnología y periodismo.

--¿Es posible el reemplazo del trabajo periodístico a través de las máquinas o hay algo propio de lo humano que se pierde en el camino?

--Depende de cómo definas el trabajo periodístico. Hace algunos años que las áreas de investigación y desarrollo de algunos medios prueban con iniciativas para automatizar procesos, moderar los comentarios que hacen los lectores o darles herramientas para el procesamiento jerarquizado de flujos informativos enormes y globales a sus propios periodistas a la hora de encarar una nota. Muchos de estos procesos están destinados a hacer cosas que no podría hacer un ser humano. Y después buscan complementarse con el elemento humano. De hecho, esto que hizo la BBC fue diseñado, monitoreado, editado y hasta complementado con análisis de periodistas humanos cuando así lo requería. Y por supuesto a estos datos les siguieron horas de análisis “humano” sobre las elecciones.

--Sin embargo, el lugar del periodista se ve modificado. ¿Cómo se adapta su trabajo a estas innovaciones?

--El periodismo en general se encuentra en un proceso de redefinición de su rol y su especificidad en un momento en el que ya no tiene el monopolio de la producción y el filtro de las noticias. Y creo que si no lo tiene no es solo por la inteligencia artificial, sino también por la competencia de miles de usuarios con teléfonos que a través de las redes sociales filtran, producen y comparten información. Esta explosión tiene elementos democratizantes y otros que no lo son. Hay que tener en cuenta cómo se construyen nuevos centros de enorme poder y los problemas de desinformación que esto acarrea. La redefinición del periodismo va por la positiva y por la negativa también: qué es y qué no es, qué diferencia a un periodista de cualquier otra persona inmersa en su misma realidad y con una cuenta de Twitter, qué diferencia a un periodista de una máquina. En el medio de esa discusión aparecen las herramientas técnicas que tiene que manejar un periodista hoy, así como la relación con la audiencia, la confianza y la credibilidad; y, claro, el lugar de las empresas tecnológicas poderosísimas en relación a la producción y difusión de información. Esa redefinición sucede ahora mismo.

--¿Cómo pensás vos la articulación entre tecnologías de la información y práctica periodística? ¿En qué puede ayudar y dónde hay que establecer límites?

--Creo que el periodismo de datos tiene mucho sentido, y también creo que esos datos no tienen sentido solos, hay que interpretarlos, ponerlos en contexto, explicar de dónde salen. Estamos en un momento del mundo complejo, donde hay una capacidad de producir datos en volúmenes mucho mayores de los que nunca se produjeron en la historia. Sin embargo, al mismo tiempo vemos mucha desconfianza en las instituciones que los producen, noticias inventadas con malicia que encuentran resonancia y, paradójicamente, una imposibilidad de creer en una misma cosa, de compartir un consenso sobre qué es cierto y qué no. Aunque dudo de que la inteligencia artificial pueda darnos por sí sola una interpretación certera de por qué pasan estas cosas, tampoco creo que hacer periodismo de la misma manera que hace veinte años sea muy sostenible. Hay que encontrar la manera de articular las dos cosas.

--¿Ves en la idea de automatización una especie de utopía “objetivista”, en la que las notas solo incluirían datos “duros”, sin opinión o análisis?

--El caso de la BBC es particular en ese sentido porque los medios en el Reino Unido bajaron los índices de confianza en los últimos años. Si bien la BBC, según el último informe del Instituto Reuters, es un medio confiado y una fuente privilegiada de información y consulta para los británicos, tampoco estuvo exenta de acusaciones cruzadas sobre sesgos ideológicos en un contexto de creciente polarización durante las elecciones. Esta iniciativa de automatización podría ser leída como una respuesta a esas acusaciones: la BBC defiende a capa y espada su “imparcialidad”, más allá de quienes cuestionen que sea o no imparcial, que esté obligada a serlo o la definición misma de imparcialidad. Pero también este proyecto está alineado con muchos otros que desarrollaron a lo largo de su historia: el departamento de investigación y desarrollo de la BBC tiene décadas de experimentar para correr las fronteras en las formas de narrar y de consumir noticias.

Informe: S. B.