Comienzo esta mañana de sábado con un retazo de sueño. Intercambiamos opiniones un compañero y yo.

Me dice enojado: estamos en una época complicada, cualquiera se permite decir cualquier cosa, hablar sin fundamento. Ciertamente –le respondo–, no se argumenta, sólo se lanzan palabras ¿será la postmodernidad?

¿La era del vacío? Mirándome dispara: "En otra época en mi barrio los tipos que jugaban a las bochas explicaban por qué el Gancia con limón era mejor que el Cinzano rosso". Tiempos difíciles. Crispación, demagogia, negocios con los pobres y la pobreza.

Las llamas del 2001 casi se extinguieron, 18 años después casi nadie recuerda a las muertas y muertos por la barbarie estatal.

El Congreso está vallado, en su interior discuten sobre nuestras vidas presentes y futuras. Un puñado que percibe mensualmente 10 veces un salario medio debate sobre cuestiones importantes para millones. Recuerdo las palabras de Ricardo Flores Magón: "Nada más desalentador que un esclavo satisfecho". Para pensar y actuar ¿no? Me acuerdo de un escrito de Rofolfo Walsh en el que plantea que los dueños de todos escriben la historia falseando hechos y omitiendo datos para apropiarse de la memoria colectiva y continuar domesticando.

Para pensar y actuar. ¿No?

Carlos A. Solero