Los números dicen que Brasil hizo tres goles y Argentina ninguno y ya ese dato solo lo explica todo. También dicen que Argentina cometió más infracciones; que Neymar, la figura de la cancha, eclipsó a Messi porque hizo un gol, metió un pase de gol (el segundo) colocó un tiro en un palo y estuvo tres o cuatro veces más en situación de marcar. 
Los números dicen que se quebró ese invicto de que con Messi no había perdido; perdió sin Messi y ahora también con él. Messi no jugó mal en la primera media hora, pero después del primer gol de Brasil pareció bajar los brazos. 
Los números dicen que Brasil pateó más corners, y no regaló casi ninguna pelota en defensa, mientras que los defensores argentinos cometieron por lo menos media docena de errores no forzados en su zona de influencia y unas diez veces rifaron la pelota sin sentido desde el fondo. 
Los números dicen que Argentina tuvo tres tiros libres en las cercanías del área y los tres los pateó Messi: dos de ellos desde la derecha en posición ideal para un zurdo y el tercero en línea recta, un poco lejos. En dos de los tres la pelota pegó en la barrera y en el restante el tiro fue  lo suficientemente débil como para que lo contuviera sin dificultades el arquero brasileño.
Los números dicen que por lo menos en cinco minutos sumados distintos pasajes del segundo tiempo los hinchas brasileños hicieron resonar el ole en el Mineirao mientras ensayaban distintos cantos.
Los números dicen que en ese mismo estadio Brasil se había comido un inolvidable 7 a 1 contra Alemania en el Mundial el 2014 y muchos no entendían que hubiera propuesto ese escenario para este partido. Lo que ahora parece haber quedado claro es que necesitaban un triunfo contundente en el juego y en las cifras para que se produjera el exorcismo de aquella goleada. Y Argentina, este equipo sin juego, sin fútbol, sin alma que anda por las Eliminatorias cabizbajo, confundido, sin saber qué trole hay que tomar para seguir, era el rival ideal para la reivindicación y el alejamiento de los fantasmas.
Los números dicen que Brasil hizo tres goles, pero no aclaran que en realidad pasó que los dueños de casa bajaron un cambio después del tercero y se limitaron a controlar la pelota, acaso por compasión de Messi y compañía, acaso porque no querían arriesgar el físico más de la cuenta.
Los números dicen que Argentina está en la sexta colocación en las Eliminatorias con 16 puntos, a 8 de Brasil, un punto por debajo de Chile y de Ecuador. Y también dicen que marcó 11 goles (solo Bolivia y Venezuela convirtieron menos) y tiene menos goles en contra que tantos a favor.
Los números no dicen que Argentina esté definitivamente fuera del Mundial, hay tiempo todavía para acomodarse en la tabla. Pero lo fundamental es que se recupere la autoestima, que se haga un replanteo serio y se peguen los volantazos necesarios en algunos cambios de nombres (empezando por Di María) para encarar lo que se viene, que no va ser para nada sencillo.

 

Coutinho, Neymar y Jesus, poder de fuego y diversión para los brasileños.