Un festival de verano y anual: eso es ahora el Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), que comienza este jueves y finaliza el 1° de febrero. La programación incluye 530 espectáculos (un crecimiento respecto del año pasado, cuando hubo cerca de 200), la participación de 2800 artistas y un despliegue en 115 sedes y espacios culturales de todos los circuitos. Obras argentinas --algunas estrenos-- convivirán con las que llegarán de Alemania, Brasil, Francia, India, Uruguay, Escocia, Italia, Suiza, España, Chile, Canadá y Colombia, todas con una temática común: el cuerpo como territorio político. Otro de los ejes de esta edición, la 13°, es la ocupación del espacio público. Por eso incluirá, entre otras cosas, una fiesta en el Casco Histórico de la ciudad y propuestas multidisciplinarias en el barrio del Abasto.

La apertura y el cierre

La inauguración será a partir de las 20 en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín y dos salas de cine de El Cultural San Martín con la presentación de El público, de Mariano Pensotti y el Grupo Marea. Se trata de una propuesta que bucea en torno a los siguientes interrogantes: “¿quiénes son las personas que van al teatro y cuánto se transforman sus vidas por ese hecho? ¿Qué sucede cuando el público se convierte en protagonista?”, según se puede leer en el catálogo. Más que como una obra, ha sido definida como una película sobre los espectadores de una pieza teatral que acontece en 2001. Participan Juan Minujín, Lorena Vega, Walter Jakob y Pilar Gamboa, entre muchos otros actores. Una vez que los espectadores “reales” terminan de ver los once cortos en los que aparecen los espectadores “ficticios”, se retiran de las salas y se encuentran en el Teatro Metropolitan Sura, donde la experiencia culmina.

El Público, de Mariano Pensotti y el Grupo Marea 


También el jueves, a partir de las 22, habrá una fiesta performática en las calles del Casco Histórico, frente al Museo de la Ciudad, con DJs en vivo, obras de teatro, danza, música y performances. La entrada será gratuita y se convertirán en escenarios históricos espacios como la Librería del Aguila y la Farmacia de la Estrella. El cierre del FIBA tendrá la misma impronta: el 1° de febrero se desarrollará la “Maratón Abasto”. Desde las 20, más de 40 espacios del barrio se integrarán al festival, entre ellos bares, peluquerías, restaurantes, lavaderos de autos, estaciones de subte, fachadas de edificios y balcones privados.

De verano y anual

El jueves 9 de enero, el ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro, recibió a la prensa para el lanzamiento del FIBA, en compañía de su director, Federico Irazábal. También estaban en el encuentro la subsecretaria de Gestión Cultural porteña, Viviana Cantoni, y Brenda Angiel, directora artística de “Ciudanza”, festival de obras coreográficas que sucede dentro de este marco. El ministro explicó que el “clima favorable”, los “cambios en los hábitos” del turista argentino y la llegada de extranjeros a la ciudad son algunos de los factores que influyeron en la decisión de mover al FIBA de octubre a enero, que se concretó por primera vez el año pasado. Este año, otra novedad es que se tornó anual. “A diferencia de otras ciudades, Buenos Aires no contaba con un festival de verano”, agregó el funcionario. Tanto él como Irazábal explicaron que, en su anterior fecha, el FIBA competía con el resto de la cartelera, ocasionando problemas tanto al teatro comercial como al independiente.
“Arrancando en verano no molestamos a nadie y generamos contenido en un momento en el cual las salas pueden estar con cierto letargo o en un tiempo ocioso. El gran cambio genera aceptación y temores. Lo que quedó demostrado es que la ciudad necesitaba este festival. Lo colmó y lo disfrutó. La ocupación de sala fue impresionante y se cuadruplicó la cantidad de espectadores”, dice Irazábal a Página/12. En 2019 fue particularmente exitosa la incorporación de la “Maratón Abasto”, sección nueva que desplegó propuestas en calles, teatros, bares y restaurantes de ese barrio porteño. “El segundo gran cambio es la anualización, que vino a ratificar la presencia del FIBA todos los veranos. Es un festival de verano que tiene como objetivo tomar el espacio público y diseminarse por todos los barrios, a contrapelo de ciertas concentraciones. Que trabaja el concepto de site specific y la ocupación de la noche porteña ya sea para celebrar o acompañar proyectos artísticos”, especificó el curador.
Uno de los aspectos que el año pasado generó preocupación fue la reducción de producciones internacionales incorporadas a la grilla. Eran apenas nueve, de las cuales un tercio eran unipersonales. En la edición anterior a esa, eran muchas más (19). En esta ocasión son 14. ¿Qué pierde de su identidad pasada el FIBA en esta mutación? ¿Dejará de ser una vidriera del teatro internacional? Irazábal vincula la faceta “internacional” del evento con la apertura de mercados para el teatro local. Es que el festival no está concebido sólo para el público, sino también para los programadores internacionales que evalúan el material nacional. “Es una decisión estratégica para colaborar con la internacionalización del teatro local. El FIBA no tenía un mercado trabajado, demasiado desarrollado; había poca presencia de programadores. Esto impacta en el trabajo de nuestros artistas. Decidimos jugar con esta idea y multiplicamos la cantidad de programadores. Van a llegar 145. No creo que se haya perdido la escena internacional”, sostiene Irazábal.

Cuatro ejes y tendencias

La programación está cruzada por cuatro ejes: la problemática de género, así como también la identidad en un contexto post-binario, es una. Uno de los trabajos más esperados en este sentido es Naturaleza trans, estreno de la uruguaya Marianella Morena, obra documental en la que tres chicas trans de la frontera entre Uruguay y Brasil dan testimonio de sus experiencias de vida. Otro ejemplo es Orlando (Suiza-Francia), ópera contemporánea basada en la novela de Virginia Woolf, que se montará en horarios atípicos. MDLSX, de Italia, es según el catálogo un “himno solitario y lisérgico a la libertad de devenir, a la mezcla de géneros, a ser distinto de lo que marcan las fronteras del cuerpo”. Y Oh my (Alemania) es una obra de un colectivo de artistas que experimenta con la pornografía como estrategia de autoempoderamiento.
“Teatro y ambiente”, un segundo eje, apunta a reflexionar sobre cómo los festivales de teatro tienen consecuencias en la contaminación planetaria. Jérôme Bel, creador de Gala (Francia-Argentina), desarrolló un protocolo de montajes con directores residentes que evita que él tome aviones para el traslado de sus trabajos. La relación teatro y tecnología también quedará graficada, en propuestas como la chilena Plata quemada, de la compañía Teatrocinema, sobre la célebre novela de Ricardo Piglia. El cuarto eje es “teatro y accesibilidad”. Claire Cunningham, de Escocia, ofrecerá una obra (Give me a reason to live), una conferencia performática y un taller. Se trata de una de las artistas con discapacidad del Reino Unido con mayor reconocimiento internacional.
“Es un festival de estéticas contemporáneas que trabaja sobre las líneas dominantes de gran parte del mundo”, define Irazábal. El teatro biodramático está “muy presente”, como se refleja en algunas de los espectáculos mencionados en el párrafo anterior y en otros como el del uruguayo Sergio Blanco, Cuando pases sobre mi tumba. En el plano local, la misma línea siguen materiales como Fuck me, estreno de Marina Otero, con coproducción del festival. Es la tercera parte de una serie que indaga en el paso del tiempo y en las marcas que se inscriben en el cuerpo.
El cuerpo, precisamente, está en el centro de la escena. “Es un festival producido desde una política del cuerpo. Casi todas las obras exhiben de qué modo los artistas construyen su cuerpo, en sentido foucaltiano, como espacio de escritura del poder dominante para moldear los organismos de determinado modo. Y exponen cómo se puede producir resistencia, oposición, potencia, desde lugares que quizá la sociedad no previó”, explica el director. Por ejemplo, en Yellow towel, Dana Michel, bailarina afrocanadiense, reflexiona sobre su identidad. De chica se cubría el cabello con una toalla amarilla en un intento por verse rubia. A nivel local, Hermafrodita, estreno de triple dirección (Alfredo Arias, Mayra Bonard, Carlos Casella), es un relato sobre las peripecias de la vida emocional y amorosa de un pseudo-hermafrodita, Herculine Adelaide Barbin, que nació en Francia en 1838. En esta obra y en muchas del FIBA “el cuerpo es la gran matriz política donde el individuo puede asumirse, utilizándolo como estrategia de protesta o resistencia, construyéndolo de un modo imprevisible para el sistema”.

Plata quemada (foto gentileza Antonio Zagal-Luisa Tupper)

 

Las nacionales

Las obras nacionales se presentan divididas en secciones. Una de ellas es la de las seleccionadas. Un comité curatorial recibió más de 400 propuestas de todo el país, de las que eligió 17. Luego están las coproducidas por el festival junto al Festival de Danza y el Centro Cultural Rojas. Finalmente, las invitadas se suman a la grilla de la mano del Complejo Teatral Buenos Aires, Proteatro, la Universidad Nacional de las Artes y el Instituto Nacional del Teatro, entre otras instituciones.
Será una oportunidad para no perderse espectáculos nacidos por fuera del territorio porteño. Tal es el caso de Con el cuchillo entre los dientes y Otra línea, de La Plata; Ensayo sobre la pérdida, de Santa Fe; Flores nuevas y Bufón, de Córdoba; Galgo, de San Juan y La lechera, de Tucumán.
Otras propuestas nacionales destacadas son Doblar mujer por línea de puntos revisitada, de Margarita Bali; Recorte de Jorge Cárdenas Cayendo, de Juan Pablo Gómez; Cosas pesadas caen, de Patricio Ruiz; y Un tiro cada uno, escrita, dirigida e interpretada por tres mujeres (Mariana De la Mata, Consuelo Iturraspe y Laura Sbdar). Dentro de las invitadas se encuentran algunas de las obras más aplaudidas de los últimos tiempos, como Petróleo, de las Piel de Lava. También en esta sección está La vis cómica, de Mauricio Kartun; Contra todo, de Mariela Asensio; Voraz y melancólico, de Toto Castiñeiras; y La savia, de Ignacio Sánchez Mestre. Siglo de oro trans, versión libre de Don Gil de las calzas verdes, escrita por Gonzalo Demaría y con dirección de Pablo Maritano, es un estreno. En el marco de “Experiencia Veronese”, se verán dos trabajos de Daniel Veronese: la maravillosa La persona deprimida, unipersonal de María Onetto, y Los arrepentidos, con Mónica Raiola y Luciano Suardi.

Doblar mujer (foto gentileza Andrea López)



Propuestas site specific

En esta edición se consolida también el protagonismo de experiencias escénicas creadas para sitios específicos. “Permite trabajar con la descentralización y buscar un público ocasional que quizá no tiene al teatro dentro de su sistema de expectativas, pero que de repente se encuentra con él en su barrio, camino al trabajo o en la puerta del supermercado. Quizá generemos un espectador potencial”, subraya Irazábal.
Parte de esta hipótesis es “Teatro de frontera”, una nueva sección. Tres obras de Dennis Smith (Negra, Boyscout y Los abrazos huecos) saldrán de su contexto original (la sala) para ser montadas en otros espacios: los Bosques de Palermo, un Starbucks y un local de OCA. Otra vez será parte del encuentro “Teatro Bombón”, proyecto site specific que reúne obras cortas de distintas disciplinas. Por otro lado, Una obra más real que la del mundo, de Juan Coulasso, invita a una caminata por la obra arquitectónica de Itala Fulvia Villa en el Cementerio de Chacarita. Y Barroco en Barracas. Las novias del templo escondido es una intervención en el Complejo Histórico Santa Felicitas, con dirección de Andrea Castelli.
También el concepto de site specific se imprime en “Ciudanza”, que este año se realiza en el Paseo del Bajo, el Parque de la Estación y la unión de Plaza Lavalle con Roque Sáenz Peña, con obras coreográficas que estimulan la concientización sobre el uso del espacio público.
Aunque sean predominantes, la programación del FIBA no se reduce al teatro y la danza: también hay lugar para la música, el cine, las artes visuales y una serie de actividades especiales.

Boyscout (foto gentileza Debora Ramos)

 

Sobre los cuestionamientos

 

--En los últimos años el festival recibió varias críticas. Por ejemplo, la poca participación de mujeres y de artistas de las provincias. ¿Estos puntos fueron considerados para su realización este año?
Federico Irazábal: -Hacemos mucho y nos podemos equivocar. El otro tiene la capacidad de abrirte los ojos. Sobre el teatro de las provincias, expliqué que en una nota salió una frase que yo no había dicho, lo que generó una larga y compleja consecuencia, pero en ningún momento había sido así (N. de R.: la nota es de julio de 2017 en La Nación. La frase era: “No hay montajes del interior porque le pedí al comité curatorial que eligiera lo mejor”). Estábamos trabajando con el INT para reactivar un convenio que se había roto. Sin trabajar la idea de un cupo, el comité que selecciona lo tiene presente como referencia, tanto en términos de género como de las provincias; una mirada sobre la convocatoria y la inscripción y el resultado final. Las políticas de género son además algo que me atañe, por mi propia identidad, y cuando surgió ese disgusto lo acompañamos, generamos una mesa, para ver cómo trabajar el tema. Es una problemática que está presente: este sábado vamos a tener una mesa de género nacional e internacional, que abordará cómo es producir siendo mujer.
--También hubo quienes cuestionaron la presencia de obras que habían sido estrenadas hacía mucho tiempo y la reducción de Ciudanza, que antes funcionaba como festival independiente, a la lógica del FIBA.
--Es cierto que hubo un año en que Ciudanza se discontinuó, pero incluirlo dentro del mapa del FIBA no implica devorarlo, sino potenciarlo. Necesitábamos tiempo y trabajo. Este año trabajamos con más tiempo con Angiel. Tenemos un workshop internacional y una obra creada por un artista extranjero que surge de ese workshop, entre otras cosas. Lo del tiempo de las obras no lo cambiamos por haber escuchado las críticas. En esto yo tenía una postura concreta. Preferí bancarme las críticas antes que ir en contra de mis ideas. Sabía que estábamos generando un mercado potente. Por el modo en que se produce el teatro porteño las obras son efímeras. Están un tiempo en cartel y desaparecen. Y había mucha obra histórica muy buena, que hubiera podido acceder al mercado internacional si el FIBA hubiera tenido una política de mercado más activo. No quería ser injusto con las obras que perdieron esa opción. Por eso habíamos quitado el límite temporal. Eso fue para la edición 11°. Para el 12° FIBA restringimos a dos años y medio hacia atrás el estreno; ahora a un año y medio. Y posiblemente para el 14 sea de un año, porque ya logramos ser justos con las obras que antes no habían tenido la posibilidad de acceder al mercado.
 

Las entradas

 

Los precios de las entradas son de 300 pesos para las obras internacionales y 150 para las nacionales. Muchas propuestas tienen entrada gratuita; algunas requieren reserva previa. Las localidades con cargo están a la venta en el sitio oficial del festival, donde también se puede consultar la programación completa (buenosaires.gob.ar/festivales). Personalmente, en las boleterías del Teatro San Martín (Avenida Corrientes 1530) y Centro Cultural 25 de mayo (Avenida Triunvirato 4444).