En los últimos días hubo mucha preguntas acerca de porqué el rugby, qué hay allí para que se produzca un asesinato entre adolescentes varones de vacaciones. Muches hablaron de la fuerza y roce corporal que hay en el deporte. Les voy a invitar a reflexionar sobre otro aspecto: qué significa estar en el “mundo rugby ” en Argentina.
A partir de esta premisa planteada en el artículo de opinón de Débora Tajer, la comunidad de Página/12 debatió sobre el tema. 

Acá las contribuciones más destacadas y respetadas por nuestros soci@s:

Mezclar sentido de equipo, respeto a la autoridad y sacrificio con aguante, resistencia y sumisión, en un contexto de machismo y superioridad de clase... puede llevar a una mezcla explosiva. Y cuando esos valores (algunos positivos, otros no) se presentan como reflejo de una supuesta aristocracia moral, el peligro es mayor. Si en vez de equipo ponemos "manada" y en vez de autoridad ponemos "líder"... Si para aprender a resistir y luchar hay que someterse al dolor, a la violencia y la humillación del grupo.
Si el grupo prima tanto sobre la individualidad que la reprime o la discrimina por diversa (por elección sexual, origen social, religión, etc...
¿Después de qué nos asombramos?
Años de meritocracia, homofobia, machismo, violencia de clase (aunque escondidos tras el discurso de los valores deportivos) tardarán mucho en superarse y modificarse. Pero empezamos a aprender que -acá también- "No es no" ahora o cada vez será más tarde. 
gustavods

El análisis de este hecho homicida debe ser atravesado por la perspectiva de género. El patriarcado es un sistema del cual son tan víctima los hombres, como las mujeres, y lxs diversidadxs de género. Así como no repara en sus víctimas, es también alimentado y reproducido por hombres, mujeres y diversidades. Quienes se niegan rotundamente a incluir esta categoría de análisis en el abordaje de distintos fenómenos sociales que terminan con el sometimiento y/o la muerte de alguien en clara situación de debilidad, quienes quieren pensarlo solo y como a ellos se le ocurre y punto, desde lugares comunes muchas veces, solo obturan o atrasan el debate.
Creo estos hechos que nos ocupan imponen en forma urgente ser abordados desde esta perspectiva, y creo que demandan urgente ESI.
Opino que quienes se oponen o ningunean esta mirada, lo deberían hacer desde el conocimiento y con fundamentos y no desde el eslogan o el lugar común. Detrás de cada postulado que propone una mirada de genero hay un basto cuerpo de teoría y de práctica que enriquece y empodera, en el que no solo se revisan los modelos hegemónicos de masculinidad o femeneidad, sino también las formas en que nos vinculamos. La ESI también propone revisar estos modelos e identidades, revisar los modelos de familia, las formas de vincularnos, las maneras en que tramitamos nuestros sentimientos, afectos, emociones, miedos, inseguridades, nuestra agresividad, nuestra violencia... cómo tramitarlos y transitarlos sin lastimarnos ni lastimar a otres, desde el propio cuidado y el de los demás.
Entiendo que muchxs se resistan a esta mirada; viven en un sistema que aunque lxs haga sufrir (y no sean conscientes) les da una cierta seguridad, un lugar, una forma de ser y estar, y cuestionar sus bases les produce un profundo miedo. Sienten que hacerlo sería como saltar al vacío. Los entiendo, pero de ninguna manera justifico que se nieguen a, aunque más no sea, asomarse con seriedad al tema, antes de reducirlo a una disputa entre hombres y mujeres, o a caracterizarlo como una confusa mezcla de peras y manzanas de una periodista. 
Jorja1967

Coincido con las contribuciones de todos los que me precedieran aquí, pero creo que no basta con fortalecer a la escuela pública, es decir, ello es condición necesaria pero no suficiente: hay que trabajar por una sociedad muchísimo más igualitaria en la distribución del ingreso. De lo contrario, al salir de la escuela y quitarse el guardapolvo se deshace el hechizo "igualador" como en el cuento de la Cenicienta. 
Digo esto desde la experiencia de haber crecido en una pequeña ciudad de provincia donde (hace medio siglo) no había más escuelas que las públicas, pero las tremendas diferencias de clases eran muy notorias la mayor parte del tiempo y, aun en aquella maravillosa escuela pública se manifestaba la tendencia al agrupamiento por clases socioeconómicas, a la que contribuían los propios docentes por el trato diferenciado a cada una de ellas. Por supuesto, lo mismo ocurría con la diferencia de géneros (¡ni hablar de la invisibilización y la proscripción de la homosexualidad!), de etnias, o de los patrones de "belleza" (tan acentuados al elegir las "reinas" de cada aula, de la Escuela, el Municipio y la Provincia), etc.
Se ha avanzado enormemente en el campo de la reducción de diferencias de género (aunque hay mucho más por lograr), pero no sobre las demás: el clasismo, el racismo y las demás pautas sociales continúan a la orden del día. Finalmente, es necesario terminar con el subsidio estatal a las escuelas privadas. Según informara el Observatorio Educativo de la UNIPE (Universidad Pedagógica Nacional), más del 70% de las escuelas privadas argentinas reciben subsidios del Estado (porcentual aun mayor entre las de carácter confesional), mientras se desfinancia la educación pública. Y lo peor es que, dichos subsidios, no sirven para permitir el ingreso a las escuelas privadas de los hijos de las clases desfavorecidas, para quienes es prohibitivo el pago de las sumas exigidas por tales establecimientos. 
CarlosAMelano

Una reflexión muy certera. Los que hemos sido varones "diferentes" por nuestros intereses o nuestra sensibilidad tuvimos que aprender a sortear los insultos, las burlas, los aprietes. Algunos logramos zafar de ese mandato que confunde masculinidad con machismo, con beligerancia, con violencia. Hay un fuerte y urgente trabajo educativo, social y hasta filosófico que hacer. Y como bien señala la nota, es necesario no dejar de intervenir para desarmar esos mandatos destructivos del machismo cada vez que se manifiestan. Aunque nos miren como bichos raros, aunque nos quieran despreciar. Los varones no estamos obligados a ser esos estereotipos lamentables. Y créanme que se es mucho más feliz en otro lugar y con otra forma de ser varón. 
FernandoM

Bonus track, una poesía por 4piedrasenunzapato
Ni nenes ni de oro
Menos hombres,
Bestias en su arrogancia, en su indiferencia, en su impunidad
Menos machos
Incompletos, inacabados, en su hombría
Precisan de ellos mismos para alcanzar la ilusión de sentirse hombres
Precisan de la exhibición, la prueba permanente, la afirmación constante, de lo que no son, no tienen, no pueden, no logran: humanidad
Precisan del nido original que los parió
Precisan del nido artificial que los reúne, los cobija, los ampara y reafirma aún más su condición de semidioses
Precisan de los otros, iguales, que apañan, justifican, esconden, que los escamotean a las leyes de los hombres
Ni nenes, ni mucho menos de oro
Atisbos de hombrecitos apenas,
Hechos de barrito cobarde, egoísta, miserable,
Barro sucio amasado con desprecio, con odio, con maldad
El mismo que, con manos de plomo, corazones de piedra, almas de hielo,
Destroza, con la convicción implacable y sádica del asesino liberado, la vida del débil, del indefenso, del que no puede porque no es como ellos y por eso, sucumbe, sacrificado inocente y puro en el altar de la insoportable imbecilidad del macho asesino del hombre...
Ni nenes ni de oro...
No deberían existir palabras para definirlos.