Lisístrata: Cleonice, estoy en ascuas y muy afligida por nosotras las mujeres, porque entre los hombres tenemos fama de ser malísimas...
Cleonice: Es que lo somos, por Zeus.
Lisístrata: y cuando se les ha dicho que se reúnan aquí para deliberar sobre un asunto nada trivial se quedan dormidas y no vienen.
Cleonice: Ya vendrán, querida. Difícil resulta para las mujeres salir de casa: una anduvo ocupada con el marido; otra tenía que despertar al criado; otra tenía que acostar al niño; otra lavarlo; otra darle de comer.

Aristófanes, Lisístrata.

 

Usted preguntará por qué paramos

Difícil resulta para las mujeres salir de casa, dice Cleonice en Lisístrata, la célebre comedia de Aristófanes, y a continuación detalla una serie de tareas que las comprometen. Tareas todas vinculadas al cuidado que las mujeres ejercemos y otorgamos a otrxs en el ámbito de la casa, del hogar, de lo que fue asignado como nuestro lugar de dominio. Pero gracias al discurso del amor las mujeres garantizamos el orden social que nos entrampa en la doble ilusión de responsables dentro e incapaces fuera. La casa pareciera ser el espacio‑tiempo en el que se tejen muchas de las escenas de la vida en comunidad pero a la que se le asigna el valor de lo oculto. No es casual que cuando en política se habla de "la cocina" se esté aludiendo a la importancia de ese paso previo que eclosiona en lo público como algo dado. Nosotras decimos que ese paso no es previo, que no es privado, que no es improductivo, que no es voluntario y que lo doméstico (la cocina‑la casa) es parte central de la producción y reproducción del orden público.

Como diría cualquier feminista, lo personal es político. Es decir que lo doméstico supone además el cuidado y la dependencia emocional de lxs otrxs y configura un tipo determinado de relaciones sociales que jerarquiza los vínculos sexo‑afectivos, de raza y de clase. Es así que estos trabajos no son reconocidos como trabajos, ni son remunerados, pero forman parte central de la cadena de tareas que (re)producimos valorizando al capitalismo heteropatriarcal. Dos referentes del movimiento feminista y de mujeres de Rosario, con especial relevancia en la organización del XXXI Encuentro Nacional de Mujeres de 2016 realizado en nuestra ciudad, y del presente paro, cuentan por qué paramos. Mabel Gabarra, de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, remarca que paramos "porque somos mujeres y estamos en un mundo patriarcal que nos oprime, nos juzga, nos esclaviza. No nos deja decidir en libertad, nos explota en lo económico. Las reivindicaciones que se levantan en este Paro tienen que ver con los problemas principales que sufrimos en todo el mundo, tales como el aborto ilegal, la violencia, el femicidio. El Paro es para todas, independientemente de su clase social, de su piel, de la edad, del laburo que realiza". En el mismo sentido, Majo Gerez, del Colectivo Ni una menos y Mala Junta, apunta: "Parar para nosotras significa explicar por qué la precariedad cae con mayor contundencia sobre nosotras; significa explicitar que hay una gran brecha salarial con respecto a los varones, que no se reconocen las tareas domésticas de cuidado, que estas violencias económicas siempre aumentan y nos dejan vulnerables frente a la violencia machista. También estamos parando por las deudas que tiene esta democracia con nosotras, por cómo este Estado criminaliza y descuida a las mujeres y a las identidades disidentes".

En este día histórico el movimiento de mujeres y los feminismos confluimos en una urdimbre de luchas y formas de organización creativas. En Argentina, la cocina de este #8M se viene dando en los Encuentros Nacionales de Mujeres, en las multitudinarias marchas del #NiUnaMenos, en el paro del 19 de octubre de 2016 bajo la consigna #VivasNosQueremos, en el #Tetazo que evidenció la represión policial y la policía de los cuerpos, en el modo asambleario de reunirnos a lo largo de todo el país al grito de #MujeresEnHuelga. Hacemos uso de nuestra arcaica sapiencia de adivinas al intuir el punto de ebullición en el que estamos, mucho antes de que ningún manual de Alta Academia nos lo señale. Punto de ebullición que se expresa en las múltiples producciones teórico‑políticas que se publican cada día y que devoramos mientras gestamos el Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans.

La internacional de mujeres

¿Qué pueden tener en común una mujer que vive en Lituania, otra que vive en Senegal, otra que vive en Colombia y tantas otras que viven en cada uno de los más de 50 países que hoy se suman al paro? ¿Qué tan lejos nos sentimos de ellas viviendo en Argentina? ¿Qué tan cerca? ¿Hemos trastocado los mapas, diluido fronteras, cocinado una internacional feminista? Lo cierto es que hoy paramos y en múltiples sentidos se para el mundo. Somos capaces de crear una solidaridad internacional que, luego de las crisis de las internacionales obreras, quedó en manos del capital a través de sus transnacionales, sus instituciones y regido por sus lógicas financieras especulativas, empresariales y endeudadoras. La forma en que habitamos este Paro nos encuentra en luchas que a veces le exigen a los estados y organismos internacionales un reconocimiento de derechos y otras, nos desafía a exceder su tutela, a ser creativas en las vidas que queremos vivir sin estado, sin patrón, sin marido, sin capital o más allá de estos. Como dice Mabel G.: "Este es un Paro que nos atañe a todas las mujeres del mundo. Creo que tiene esta cosa maravillosa que es unirnos a través de las redes. Creo que la cuestión internacionalista es fundamental, incluso la clase obrera ha perdido la fuerza que en otras épocas tuvo más intensamente". Majo G. así lo caracteriza: "No estamos solas. Por suerte Argentina viene siendo protagonista en esto de tramar este 8 de marzo que es nuestra gran internacional feminista. El PIM es algo inédito que hoy da cuenta que en este contexto estamos ante una nueva oleada feminista dónde venimos siendo el sujeto más dinámico de las luchas y tenemos una capacidad de interpelación cada vez más amplia".

¿Qué tienen en común las militantes de diversos partidos políticos, las mujeres autoconvocadas, las feministas, las activistas barriales, las gremialistas y sindicalistas, etc.? Más aún, ¿qué tienen en común un ama de casa, una científica, una metalúrgica, una desocupada, una cooperativista, una docente, una artista, etc.? Este internacionalismo excede además las fronteras geopolíticas y atraviesa diferencias insalvables en las históricas estructuras políticas, posibilita otro modo de pensarnos, de estar juntxs y nos provee de herramientas urgentes para inventar otras formas de lo común.

La estrategia feminista

Estamos ante un doble desafío. Por un lado, desarmar la sensación de orfandad y/o de novedad a la que el patriarcado nos tiene acostumbradas. Para ello sigue siendo estratégico pensarnos en clave histórica y trazar una genealogía que recupere las prácticas políticas y teóricas de las mujeres y feministas que nos antecedieron. Por otro lado, crear contra estas estructuras de opresión, explotación y dominio otros mundos posibles. Este trabajo creativo nos enfrenta a la cuestión del qué hacer luego de este Paro Internacional, y nos conduce a indagar cuál es nuestra fuerza revolucionaria que promete amplificar la potencia emancipadora de la política, por fuera de las lógicas, los lenguajes y las estructuras jerárquicas que se escriben y nombran con "O". Desafíos que nos convocan a dejar de ser sometidas a la "despolitización" de lo personal, a la intemperie de la crueldad o a estar subsumidas en categorías impropias. Mabel G. así lo expresa: "Pienso que no debemos dejar de reunirnos, de vincularnos, porque no sólo tenemos que juntarnos cuando hay una fecha como el 8M. Debemos desarrollar una articulación permanente que haga posible que cada acción violenta tenga una respuesta nuestra, masiva, multitudinaria, porque nosotras no podemos confiar todo en el Estado".

A pesar de la dificultad para salir, salimos. Y paramos. Venimos cocinando nuestra propia resistencia con todas las pócimas secretas en los calderos de la historia. Y venimos tejiendo los textos necesarios para que nuestras voces sean audibles más allá de la trama de la violencia héteropatriarcal, colonialista, racista y capitalista de la gestión de nuestros cuerpos, saberes, sabores y placeres, porque "somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar" y porque "somos malas y podemos ser peores". Así es que resulta conmovedora la confianza de Cleonice, que es la nuestra, cuando le dice a Lisístrata: Ya vendrán, querida. Y vinimos.

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