Escribir sobre “el Colorado” Quagliaro, querido compañero y consejero, es evocar diez años después de aquel triste 25 de enero del 2010, un sinfín de anécdotas del ATE Rosario que él tanto amó en su innegociable idilio con la organización que supo forjar y conducir.

Conocí a Quagliaro a mediados del año 2001, en circunstancias difíciles para nuestro pueblo y para nuestra situación laboral en particular. Y cada vez que nos encontrábamos escuchábamos sus consejos que se entrelazaban con su recorrido político gremial y -a medida que entrábamos en confianza- con el mundo interior de la ATE.

Así fue que terminamos varios años más tarde integrando la lista Verde para la Seccional Rosario que llevaba como Secretario General a Jorge Acedo, donde tuve el honor de ser el Secretario de Prensa. Por esos años, su gran preocupación era que no nos arrebataran el gremio, que los negocios no ganen en ATE y que no se fagocite la rica historia que supo sembrar Alberto Belloni en el Ministerio de Obras Públicas. Resumiendo, que el Menemismo no se quedara con esta ATE que supimos construir.

Evocar a Héctor es traer al inventor de cauces que navegó por un largo río de vidas sindicales, al de las citas de Jauretche, a uno de los referentes de la Resistencia peronista y de la CGT de los Argentinos, al protagonista de los Rosariazos, al cesanteado por la Dictadura militar, al expulsado de su gremio por los que habían colaborado con los militares.

Es recordar al que trascendió el barrio Belgrano para viajar por Latinoamérica y el mundo con la CLATT, con la Central Sindical Mundial, con ATE y la CLATE. El que visitó al General Perón en la mítica quinta de Puerta de Hierro.

Es añorar al creador de ANUSATE en 1977 y al Pater Noster de Víctor De Gennaro y Germán Abdala para recuperar ATE en 1984.

Al perseverante que saltó a la política como candidato a diputado nacional, al gestor de la unidad de los trabajadores dentro y fuera de la ATE, al que balbuceó la CTA en el Grito de Burzaco en el 91 y que jamás dejó de militar, hasta el último suspiro, en su querida seccional.

A diez años de su partida, sus anécdotas -magistralmente contadas en innumerables viajes por el país, en incontables reuniones, en mateadas inolvidables- nos siguen transportando a esos días, a esas vivencias, a esas experiencias de vida que nos daban el ejemplo, que nos abrían la cabeza, que nos mostraban el camino.

Porque así reconstruía su vida de lucha, sus sueños, sus construcciones políticas en el Peronismo, en ATE, en la CGT primero y en la CTA después; su resistencia a las dictaduras, a las burocracias, a los sindicalistas empresarios, a las entregas, a las traiciones.

Es recordar también al autodidacta de prodigiosa memoria que encontró en el Pensamiento Nacional su lugar para realizarse integralmente, al lanzador de frases que marcan aún hoy nuestro camino como aquel “Estamos abriendo un cauce para que lo transiten miles de compañeros que aún no conocemos….” del 10 de diciembre de 1977 en la Casa Nazaret, donde se fundó la Verde ANUSATE. O esa otra que decía que “para cambiar hay que arriesgar” y nos alentaba a encarar la construcción de un nuevo modelo sindical como la CTA.

Por todo eso, cada 25 de enero, evocar al “Colorado” Héctor Quagliaro es destacar lo mejor de nuestra historia, su reflejo en las generaciones actuales y sus apuestas al futuro que todos soñamos.

*Trabajador de PAMI – ATE Rosario / Secretario Gremial de la CTA-A Regional Rosario.