Con democracia no se come ni se educa ni se cura si hay semejante deuda. El presidente Alberto Fernández le pidió al Papa que lo ayude con la deuda. Y seguramente en su gira repetirá ese pedido con los otros líderes mundiales. Es un mantra o plegaria, según se mire, al que está obligado el mandatario. En el otro extremo de las responsabilidades, Mauricio Macri, el presidente que la tomó, empezó su campaña de reinstalación en la política con el mismo tema: culpó a sus colaboradores por la decisión, el plan y la persistencia en tomar deuda.

Macri --récord de 150 días de vacaciones en los cuatro años de su mandato-- se mantuvo en silencio desde su derrota. Se tomó vacaciones en Qatar en diciembre para presenciar la final del mundial de clubes. Regresó a Buenos Aires para las fiestas y volvió a internarse en Villa La Angostura para tomarse otro mes de descanso. Como hacer política aparentando que no la hacen ha sido la práctica de los publicistas del macrismo, el sábado pasado circuló por las redes un video donde Macri hacía sus primeras declaraciones.

Habló de la deuda, igual que el Papa y Alberto Fernández. Fue en una ronda con dirigentes del PRO de Neuquén, una escenificación informal y privada, una simulación de que se habla en confianza, que no se trata de una declaración pública. Era insostenible que dijera en declaraciones periodísticas que sus colaboradores ejecutivos tomaban deuda en contra de su opinión. Es increíble e irresponsable, como lo calificó Alberto Fernández. Entonces optó por simular una conversación entre conocidos.

Macri les explica en confianza a estas personas que él “siempre les decía a todos: yo conozco a los mercados, los mercados un día no te van a dar más plata y nos vamos a ir a la mierda. No tranquilo, hay que seguir, me decían”. Macri intenta así despegar del inconmensurable problema que dejó su presidencia. Es la misma persona que decía que los argentinos tenían que enamorarse de Cristine Lagarde la titular del FMI, pero que ahora dice que no tuvo nada que ver.

Es la forma de comunicar del PRO: hacer política, pero simulando que no la hacen. Mecanismo para incautos. Como todo lo que hace Macri, estas declaraciones, la forma y el contenido, están guionados. Hay una intención política y son sus primeras declaraciones desde el llano.

Pareciera que en el tema de la deuda el único recurso es capturar incautos. En el Congreso, durante el debate del proyecto de ley de recuperación de la sustentabilidad de la deuda, el diputado Fernando Iglesias gritaba como energúmeno: “¡el dato mata el relato!” y daba cifras de 2005 y 2010 con las que quería demostrar que los gobiernos kirchneristas eran responsables de la mayor parte de la deuda.

Todos se miraban sorprendidos porque la crítica que siempre hizo Cambiemos fue que el gobierno kirchnerista no tomaba deuda. Pero Iglesias, a los gritos, mintió con categoría de gran comediante. Carlos Heller pidió la palabra para aclarar que en 2005 y 2010 no se tomó deuda y que las cifras que decía el provocador del PRO, eran las que habían quedado después de la reestructuración que había realizado Néstor Kirchner con una quita del 70 por ciento.

La diputada radical Josefina Mendoza dijo que Axel Kicillof hablaba de austeridad, que había usado el Clío para la campaña, y que ahora licitaba autos de alta gama. Pero esa licitación la hizo María Eugenia Vidal pocos días antes de perder las elecciones, como le fue aclarado. Cambiemos trabaja sobre el entendido de que cualquier cosa que digan será amparada por las corporaciones mediáticas.

Iglesias y Mendoza no se preocuparon por confirmar los datos que usaron. En ese sentido fueron irresponsables igual que Macri. En el video que circuló profusamente en las redes, además de sacarse de encima la responsabilidad por el endeudamiento, el ex presidente destacó el respaldo que logró en el último tramo de su campaña. Fue una forma de abrir la puerta.

Casualidad o estrategia, al día siguiente, en su edición dominical, Clarín levantó la entrevista que un portal de noticias le había realizado a Durán Barba. Una línea de ataque de Cambiemos, en la campaña y ahora, ha sido asegurar que el Presidente es un títere de la vice.

El viejo zorro declaró que Cristina Kirchner era “la mujer más brillante de la historia argentina” y no dijo casi nada de Alberto Fernández. En el contexto político, el piropo se convierte en una indirecta sobre la influencia que tendría esa mujer tan brillante sobre un presidente al que pasa por alto.

Y al igual que lo había hecho Macri el día anterior, destacó el resultado electoral que tuvo el ex presidente a pesar de la crisis. “Ese respaldo no lo tienen Ivan Duque en Colombia, ni Sebastián Piñera en Chile, ni Lenin Moreno en Ecuador”. Durán Barba no mencionó a Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, que también forma parte del pelotón de mandatarios derechistas latinoamericanos.

En el mundo de Durán Barba, los trabajadores que defienden el salario o sus fuentes de trabajo, y los desocupados que reclaman trabajo, se oponen al cambio y son “conservadores”. Y los que bajan salarios y cierran fuentes de trabajo impulsan el cambio y son “progresistas”. Por eso, explicó, los “conservadores” obstruyeron al gobierno “progresista” de Macri. Los “conservadores” son todos controlados por el peronismo, por eso “desaparecieron los piquetes”.

El sábado Macri se sacó la responsabilidad por la deuda y destacó la forma como lo apoyó la gente. Al día siguiente salió Durán Barba a explicar la forma como los “conservadores” le hacían piquetes todo los días al “progresista Macri”. Y coincidió con Macri al ponderar el respaldo electoral que tuvo a pesar de la crisis.

El miércoles, la FIFA informó que designaba como titular de la fundación benéfica internacional que depende de esa Federación, a Mauricio Macri. No hay una elección para ese puesto. Y Macri no tiene tanto mérito. Son puestos que se compran.

Para Macri, el fútbol ha sido un trampolín a la política. Lo hizo con Boca, adonde incluso convocó a varios de los fiscales que después protagonizarían el lawfare contra sus opositores. Esta vez, además de perder las presidenciales, Macri perdió el control de Boca y necesitaba una base de apoyo fuera de la política para intervenir en política.

La reaparición de Macri esta semana motivó artículos periodísticos, memes en las redes y respuestas a sus declaraciones como si no se tratara de un movimiento calculado. Y como si los cuatro años de gestión macrista no hubieran enseñado al kirchnerismo que no puede subestimar a su adversario aunque se maneje con códigos que parecen contrapuestos a la política. Pero esos códigos, aparentemente antipolíticos, constituyen la forma de hacer política del macrismo.

Es absurdo que Macri diga que trató de oponerse al endeudamiento cuando era presidente. Pero a su metodología de comunicación y propaganda no le importa lo racional. Porque le van a creer los que quieran hacerlo, los que les convenga, los que se sientan identificados, los que quieran tener ojos azules o aspiran a ser millonarios y muchas otras razones.

Estas movidas despejan en parte las dudas sobre su futuro. Después de perder la reelección en primera vuelta y por ocho puntos de diferencia, a pesar de contar con el respaldo de los factores de poder económico, de gran parte del Poder Judicial, de las grandes corporaciones de medios, de los servicios de inteligencia y del Fondo Monetario que le financió la campaña, Macri no estaba en condiciones de decir públicamente si aspiraba a liderar a la oposición y menos a una nueva presidencia.

Su mala performance lo ubica en un lugar muy vulnerable. Mientras en la sociedad pesa más el recuerdo de los desastres de su gestión, Macri no hablará. Tendrá reuniones con figuras internacionales en un mundo de juego y placer, mientras avanza la gestión del Frente de Todos. El momento de intervenir será cuando ese recuerdo nefasto haya quedado atrás y pesen más las medidas del gobierno de Alberto Fernández. Y allí verá hasta dónde le da el cuero. Ahora no puede decir hasta dónde llegará, pero los movimientos que realizó lo muestran dispuesto a volver.