Néstor Vicente nunca se quedó a mitad de camino para vivir cada una de sus grandes pasiones. Por Huracán se convirtió en el escritor más prolífico que tenga un club en la Argentina. Publicó "nueve libros, dos fascículos y una participación" –como él mismo enumera-, de los que lleva un registro preciso, metódico, como si lo guiaran un par de obsesiones de las que dejó registro en sus obras: la grandeza y la identidad quemeras. A sus casi 80 años – los cumple el próximo 23 de febrero – hay una postal que define su compromiso con el club que ama, pero además con otra pasión que abrazó desde muy joven, la política. En 1989 cerró la campaña electoral en la que fue candidato a presidente por Izquierda Unida en el estadio Tomás A. Ducó. Cuenta ahora que de todas las fotos que le sacaron en su vida, la que más le gusta lo muestra de espaldas a un arco saludando a la militancia. Porque ahí – dice- “pasé tantas alegrías como sufrimientos”. La voz se le quiebra cuando habla de su querido Globo, al punto de que su compañera Norma debe contenerlo cuando se le escapa alguna lágrima.

–Que sepamos, nadie tiene tanta obra literaria dedicada a un club del fútbol argentino. ¿Tomó conciencia de eso?

–Digamos que básicamente me muevo con mucha pasión en las cosas. Así como tuve una pasión religiosa entre los 14 y los 26 o 27 que llegué a ser vicepresidente arquidiocesano de Acción Católica, por la militancia en política también. Siempre perdí en todas mis pasiones y lo que tengo lo tengo por la profesión de abogado a la cual le agradezco mucho. Ha sido muy generosa para conmigo, pero nunca la amé tanto como a las demás cosas.

–¿Aunque no continuó en la política, pero en la escritura sí?

–Mis primeros libros son reportajes que me hicieron Mona Moncalvillo, Salinas, uno en el PI, otro en Izquierda Unida. Cuando llegó la década del ’90, había sido candidato en Izquierda Unida, se cayó el Muro de Berlín y la izquierda entró en una crisis fuerte… Yo no tenía una historia en la izquierda, fui llegando a ella. Empecé a tomar posiciones y desde afuera de mí decía: ésa es la izquierda. Entonces me presenté por un pequeño partido que fue la Idepo, Izquierda Democrática Popular, en una alianza con el MAS y el Partido Comunista.

–Se fue de Huracán a la política y la entrevista es sobre su literatura quemera (risas).

–Mi otra gran pasión es Huracán. Yo soy vitalicio, porque me hice socio desde los 14 años y nadie era de Huracán en mi familia, ni me viejo. Me convertí en hincha de Huracán un día concreto: el 28 de abril de 1946 en un partido donde el equipo perdió 1 a 0 con Chacarita y Alfredo Di Stéfano estaba en la formación. Se jugó en la cancha de San Lorenzo y el arquero de Huracán se lesionó. Tenía seis años y me debe haber parecido una injusticia. Al arquero lo reemplazó el half derecho y en esa jugada me flechó Huracán. Mi padre no decía de quién era, mi hermano todo el tiempo fue de San Lorenzo, o sea yo era un solitario hincha de Huracán.

Vicente, en el corazón del Ducó.

–¿Por qué?

–Porque vivíamos a dos cuadras del Gasómetro. El viejo me llevaba a ver un partido a Huracán y otro a San Lorenzo. El Globo estaba haciendo el Ducó. Por aquel partido que jugó Di Stéfano y Campana hizo el gol para Chacarita, yo participé de un libro que escribieron sobre Alfredo en España junto a Rodolfo D’Onofrio. Hicimos el prólogo, él como presidente de River y yo como ex de Huracán. Fue por la parte argentina de Di Stéfano y al texto lo titulé: El romance del Globo y la Saeta. Alfredo jugó solamente ese año en Huracán y vino con una opción de 80 mil pesos que el club no pudo pagar.

–¿Cuándo comenzó a escribir sus nueve libros sobre Huracán?

–Cuando empecé a hacerlo lo que quería era escribir a partir de mi pasión. Huracán tenía un solo libro, el de Jorge Newton escrito en 1978 cuando cumplió sesenta años el club y Luis Seijo era presidente. Fue él que trajo a Menotti y después salió campeón. El libro es importantísimo pero frío, porque lo escribe con las actas que en ese entonces estaban.

–¿El primer libro suyo de qué año es?

–De 1994. El siglo pasado hubo solo dos libros de Huracán, el de Newton y el mío que se llama Desde chiquito me enamoré del Globo y de la Quema. Quería escribir mi relación personal con el club pero después me fascinó la historia de Huracán y me dividí en dos: una parte es mi historia personal con el Globo y otra la historia de Huracán hecha con sentimiento.

–¿Cómo siguió todo después?

–A partir de ahí me metí en Huracán y cuando presenté el libro pedí permiso para hacerlo en la sede. La hinchada puso las banderas ahí. Era una novedad. Y rompió con toda la expectativa. Hice una locura: imprimí 8 mil ejemplares. Se lo llevé a los diareros y ahí empecé con una costumbre que es editar mis libros para después regalarlos. Salvo en la Feria, que cuando lo vendo es para pagarles a los empleados. El del 94 se vendió mucho en la cancha, muy barato. Y ahí pasé a ser vice de Huracán en el 95. A partir de ese momento tomé envión y estuve hasta el 98 como vice y renuncié cuando renunció Zanola. Saqué el segundo libro motivado por la encuesta del sexto grande. Mi teoría es que Huracán tiene en su ADN el tema de la grandeza.

–¿Si en el siglo XX escribió uno de los dos libros de Huracán hasta ese momento, en lo que va del XXI ya lleva escritos ocho en veinte años?

–Sí, sí, (se ríe). Cuando vino la encuesta del sexto grande del diario Olé, yo la cerré presentando el libro El sexto grande. Y se dio como si fuera una campaña electoral. Estábamos con Brindisi y ganamos. En el 2006 publiqué el libro de Masantonio y también el de Augusto Conte, Padre de la Plaza. El de Herminio quizás es mi libro más trabajado. Cuando lo presenté en el hotel Castelar me caí de culo. Había una cola de una cuadra. Herminio Masantonio para uno es el padre y fue grande porque está identificado con la grandeza de Huracán, como dijo el académico José Garriga Zucal.

–¿Cuál de todos sus libros es el que más quiere?

–Un globo acunado en barrio y tango me parece un libro muy lindo porque habla de Huracán, del barrio, la cultura, de Ferrer, Manzi y Centella, los tres autores que permiten entender esa relación tan grande entre Huracán y el tango.

–¿Va a escribir un décimo libro sobre Huracán?

–Tendría que haber tema. En el último que hicimos, que es El ballet blanco, traté de mostrar qué grande fue ese campeonato de 1928 para fortificar esta teoría mía del ADN. Estoy escribiendo algo más pequeño sobre Aldo Cantoni, un presidente sanjuanino de Huracán. Yo creo que el ADN de Huracán lo generaron Ducó y él. En el año 28 la primera elección femenina se hizo en San Juan. Cantoni era un radical rupturista.

–Usted armó una biblioteca para el plantel profesional cuando se concentraba en el Ducó. Tenemos entendido que en el club creó otro espacio parecido. ¿Es así?

–La biblioteca la hice cuando era vicepresidente, pero se desarmó muy rápido. En esa época los jugadores concentraban en Huracán. Me acuerdo de un centro half que agarró Cien años de soledad y siempre estaba leyendo ese libro y ése es mi mejor recuerdo. Muchos años después armé el Arcón de la memoria quemera que está en la sede. Compré un mueble por internet, pedí permiso para ubicarlo y ahí puse todos mis libros y algunos que tengo de los demás, además de todas las memorias y balances. El arcón es para los quemeros que todavía no nacieron. Cuando se escriba un libro sobre los 200 años de Huracán alguien va a poder utilizarlo.

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Nueve libros quemeros

La bibliografía huracánense de Néstor Vicente –en coautoría en algunos casos– incluye nueve libros. El primer trabajo fue Desde chiquito me enamoré del globo y de la quema (1994). Lo siguieron Ayer, hoy y siempre el sexto grande (2001); Herminio Masantonio, amor a la camiseta (2006); Club atlético Huracán, grande se nace-100 años (2008); Un globo acunado en barrio y tango (2013); Huracán 12 títulos y vamos por más… (2014); Huracán 100 años de cultura y deporte (2017); Tomás Adolfo Ducó, entre la patria y el globo (2018) y El ballet blanco, Huracán campeón 1928 (2019). El autor también publicó dos fascículos y tuvo una participación en el libro Clubes de fútbol en tiempos de dictadura con el capítulo "Sindicalistas, militares y goles: el club atlético Huracán (1976-1983)".