Bailando solo, en trance, en la primera fila o al lado del escenario: así fue como muchos conocieron a Francisco Fradi Ocampo . Sea con Viva Elástico o con Dani Umpi, con Julián Desbats o con El Príncipe Idiota, la forma de expresarse y socializar de este compositor, tecladista, artista plástico y productor es tan alegre como catártica, tan espontánea como infalible. Y así lo demuestra en el ciclo que en febrero hace todos los domingos en La Casa del Árbol.

“En todos los proyectos en los que toqué me conocieron por verme bailando; a veces con alguien, pero en general solo. Siempre voy a los recis y conecto mucho con la energía y hago pogo. Y siempre pegué onda yendo a decirles a los artistas cuánto me copaba lo que hacían. A Julián Desbats lo conocí haciendo pogo en un Festipulenta y me dijo que teníamos que hacer algo juntos“, arranca Fradi. “Tengo un impulso de estar en movimiento todo el tiempo con la música, pero también con los libros y la exposición de los bordados que hago.”

Hiperkinético e hipersensible, Fradi trabaja en un taller de cerámica, tiene una marca de remeras bordadas y pintadas a mano (Cool y Suelta ), vende sus obras y libros, y organiza ciclos multidisciplinarios que incluyen música, arte, feria y poesía: “Me gusta trabajar en ese rol de productor porque me siento muy cómodo en espacios donda hay buen trato a los artistas, como La Casa del árbol o Espacio Cultural Qi”, dice el artista que durante 2018 publicó el doble solista Orgullo y prejuicio / Sentido y sensibilidad, uno de canciones y otro instrumental, pero ambos titulados con citas de sendos libros de Jane Austen. “Creo que en Austen, Emily Brontë y ese tipo de literatura decimonónica hay un universo muy centrado en los sentimientos, especialmente de figuras femeninas, que es súper intenso y súper pop.”

 

Con orgullo queer pero sin prejuicios hacia el sonido mainstream, Fradi está dándole forma ahora a un tercer álbum solista que ya genera expectativas y danzas. Grabado en Estudios Tin Tan y producido por su hermano José Ocampo (con quien tocaba en Lache), Contracara es un primer simple adelanto que sintetiza la sensibilidad melodramática de sus discos anteriores. “Creo que todo está bastante en clave: el asunto del miedo, lo secreto, la exageración y lo inconsciente siempre fueron tópicos de mis letras.”

Y lo siguen siendo: Toma forma lo que en su cabeza enterró hace tiempo / Se hace carne frente a sí la contracara de su plenitud / Déjala descender a lo profundo en su viaje/ Recorriendo la distancia: contracara, contracorriente, canta (y por supuesto baila) en el video donde se lo ve limpiando mientras baila voluptuosamente consigo mismo. Como un Orange Blood indie y argentino, Fradi baila en éxtasis mientras limpia amorosamente vidrios y piso, y pasa la aspiradora sin perder nunca el ritmo en ese clip dirigido por Marina Fages y realizado por Mariana Coccaro y Nadia Guzmán.

Quizás en ese don para entender el poder sanador de la danza –y también en el swing que tiene hacer la limpieza– esté la clave para conectar con ese chico que siempre está bailando solo en éxtasis en la primera fila de los recitales. Imploro a aquel que por lo visto todavía guarda ningún tesoro para mí, escribió Fradi en Cajón de remedios, su nuevo libro de poemas para llevar en el bolsillo, en los que les canta a esos amores que enferman o curan, a esos miedos indescifrables y esos tesoros que quizás nadie reclama, confiando ciegamente en que el mal que haya en el placer nos salvará de todo: incluso del amor.

Música para romper las jerarquías

“El miedo es el mejor amigo del hombre”, dice Fradi, quien reniega de la figura del sesionista. “Nunca me interesó serlo: cuando me invitan voy de onda porque me gusta”, declara este muchacho que no tiene miedo y se anima a vivir una vida artística haciendo lo que más le gusta, según la que le pinte. “Trato de darle a cada proyecto su momento, pensándolo como algo a largo plazo. Capaz suena un poco ingenuo, pero para mí el arte real siempre está por fuera de los circuitos de visualización más ampliados o masivos“, se posiciona.

Más que el rock, a mí me inspiró gente que venía del electropop y de un ambiente más queer, como Dani Umpi o Electrochongo, gente que tiene un enfoque artístico más plural. Para mí ver a Peter Pank fue como ver a un David Bowie, pero de acá y under, lo mismo que conocer en su momento un espacio como Belleza y Felicidad. Los lugares más mainstream capaz que están más marcados por esas jerarquías entre el artista y el público. Me aburren esos viejos patrones del artista como ídolo. Creo que cuando uno humaniza el arte y lo saca del rol del genio es más fácil asimilar el camino recorrido por cada uno, entender sus conflictos y también lidiar con el camino y el conflicto propios, más que si uno se quedara simplemente en la admiración impávida o absorta. La clave es sentirse igual, colega, ni por abajo ni por encima: romper las jerarquías.”

* Fradi organiza el ciclo Asalto Divino, los domingos 9, 16 y 23 de febrero desde las 19 en La Casa del Árbol (Av. Córdoba 5217). Con shows en vivo, lecturas y exposición de sus bordados.