Mientras el presidente Alberto Fernández no para de conseguir apoyos en su gira europea, la situación con el principal vecino y socio económico continúa empantanada. El presidente de Brasil Jair Bolsonaro calificó al gobierno argentino como "socialista", al referirse al decreto que estableció hasta junio la doble indemnización por despido. Pese a los esfuerzos del embajador designado Daniel Scioli por mejorar el vínculo, está cada vez más claro que de parte de Bolsonaro y su entorno más cercano no hay un cambio de actitud como sí puede haberlo en otros sectores del gobierno brasileño. Famoso por su optimismo, Scioli se mostró convencido ayer de que en la medida que se conozcan los planes de Fernández "nos va a dar la posibilidad de explicar cuál es la situación en la que está asumiendo el país", en referencia a que lo de la doble indemnización en verdad está motivada por la emergencia. En este clima, la semana que viene el canciller Felipe Solá realizará su primer viaje a Brasilia para encontrarse con su par, Ernesto Araujo. 

Bolsonaro habló en el programa que tiene en Youtube el pastor evangelista Silas Malafaia, uno de sus aliados políticos. "No se puede despedir a nadie. Entonces mi empresa quiebra pero no puedo despedir a nadie. No va a dar empleo a nadie. Eso es una realidad", evaluó, con su habitual desparpajo, Bolsonaro la medida implementada por "el nuevo gobierno socialista" de la Argentina. Malafaia festejaba sus ocurrencias a las risotadas. Bolsonaro utilizó el caso argentino para sostener la idea de la necesidad de una mayor flexibilización de los derechos laborales en su país. "Hay muchos derechos pero poco empleo", dijo Bolsonaro sobre Brasil.  

Más allá de la crítica puntual a un decreto de Alberto Fernández, las declaraciones de Bolsonaro indican las pocas ganas del presidente brasileño de acortar distancias con su colega argentino. La relación viene mal desde sus inicios, de cuando Fernández decidió visitar a Luiz Inácio Lula da Silva en prisión a poco de iniciar ser designado candidato. Bolsonaro nunca se lo perdonó y siempre se refirió a él y al peronismo de manera despectiva, incluso luego de que resultara electo presidente. Llegó un momento que Alberto Fernández resolvió no responderle más y comenzó a hablar de la necesidad de mantener a salvo el vínculo estratégico entre ambos países.

Está claro que en el gobierno brasileño conviven dos líneas de pensamiento. Una la expresan Bolsonaro y su ministro de Economía, Paulo Guedes, de corte neoliberal y seguimiento de las políticas de Estados Unidos, muy proclive a firmar acuerdos de libre comercio con los países desarrollados y poner en el freezer al Mercosur. La otra está representada por el vicepresidente, el general Hamilton Mourao, y los poderosos sectores industriales nucleados en San Pablo y alrededores, que no desdeñan las medidas proteccionistas y el desarrollo del Mercosur. Mourao fue quien viajó para la asunción de Fernández, luego de que Bosonaro amagara con no mandar a nadie.

Scioli se reunió ayer con el titular de la Federación de Industrias paulista Paulo Skaf, con quien reflotó el viejo anhelo de un comercio bilateral en pesos y reales, dejando de lado el dólar. "Comprendiendo las dificultades argentinas por el tema de divisas y la administración responsable del comercio, se planteó generar un mecanismo de compensación en monedas locales. Es una necesidad mutua", indicó Scioli, cuyo pliego ingresó ayer al Senado y espera estar en funciones en marzo. Mientras tanto, calienta motores realizando reuniones periódicas en busca de acercar posiciones. Pero mientras mantenía ese encuentro en San Pablo se conoció el nuevo video de Bolsonaro diciéndole "socialista" a Fernández, que en su boca sólo puede ser una descalificación.

En Cancillería le adjudicaban mucha importancia al encuentro que Solá mantendrá el miércoles que viene con Araujo. Ambos cancilleres sostuvieron una extensa videoconferencia poco antes de fin de año, cuando surgió la invitación a Solá para que viaje a Brasilia. Originalmente sería el 31 de enero, pero debió postergarse por la gira de Fernández a Europa. Se había dicho que a Solá lo acompañaría el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, quien a su vez se reuniría con el jefe de gabinete de la Presidencia, el general Augusto Heleno. Pero ahora se verá dado que quedó oficializada su candidatura a presidir el BID -cuenta con el apoyo de México- y quien asoma como su principal adversaria justamente es la economista brasileña Maria Silvia Bastos, ex titular del BNDES, bendecida por Bolsonaro y muy posiblemente por Donald Trump. 

Es decir, el BID podría convertirse ahora en otro punto de diferencia entre ambos países, lo mismo que la próxima elección del secretario general de la OEA, en donde Brasil -de nuevo junto a Estados Unidos- está a favor de la reelección del uruguayo Luis Almagro mientras que Argentina ve con buenos ojos la postulación de la ex canciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa. En definitiva, está claro que Solá tendrá que echar mano a toda su experiencia política para acercar posiciones frente a un gobierno con el que lo más notorio son las diferencias.