"Aquí tengo veintiocho años. Nunca he salido con nadie, nunca he tenido relaciones sexuales y, además, nunca he tenido un trabajo real. Es junio de 2015, a la mitad del día. Y estoy cara a cara con una mujer de una agencia de acompañantes lesbianas". Así se presenta desnuda Kabi Nagata en la primera página de Mi experiencia lesbiana con la soledad, editado en España por Fandogamia. Desnuda por fuera, pero también por dentro. Sin ropa, sin piel, sin carne. Kabi sentada sobre una pequeña almohada con una enorme cara de susto. En la otra punta de la cama de hotel la espera tranquila y paciente una prostituta. Entre el cuerpo de una y la otra existe un océano más inabarcable que el Pacífico. Lo que no se ve siempre ocupa más espacio. El miedo que siente la protagonista, y autora, al tener una mujer a pocos metros le roba la voz y, como si de la película noventosa Querida encogí a los niños se tratara, la vuelve tan chiquitita que teme ser aplastada de un pisotón. Kabi tiene cortes en sus brazos y una parte de su cabeza calva. Heridas que esconde a través de su timidez. La timidez como una curita gigantesca que la protege de un posible futuro dolor. Mi experiencia lesbiana con la soledad, nacido en 2016 primero en formato de web comic, es una historia donde la angustia sofoca. Un manga que encierra a lxs lectorxs en cada cuadro haciéndolxs convivir con las dudas existenciales de una veinteañera reprimida que no sabe cómo controlar sus emociones. Kabi Nagata sabe lo insoportable que es padecer ese sufrimiento, por eso elige narrar su ambivalente vida con un estilo de dibujo humorístico. Riéndose de su propio drama para alivianar el gramaje de la hoja, logrando que acompañemos su búsqueda y constante desesperación equilibrando el sentimiento de desolación con la carcajada. Los trazos gestuales de la historietista consiguen resumir la sensación de pánico en un conjunto de líneas, la soledad punzante en una mancha de color: rosa. El color del sexo en Japón.

 

Virgen a los 28

"¿Por qué de repente reuní el coraje para llamar a una agencia de escorts para lesbianas?", se pregunta Kabi en silencio mientras le confiesa a su acompañante paga que jamás besó a alguien. Lo poco que sabe acerca de su cuerpo y la sexualidad lo aprendió leyendo "doujinshis": fanzines porno amateur que se venden por debajo de la mesa de una comiquería. Su barómetro para saber qué estaba bien y qué no. El manga describe al detalles el paso a paso de cómo la protagonista se anima a dejar de ser virgen contratando los servicios de una escort. "Todas se ven tan jóvenes, son tan lindas y dulces...y jóvenes", piensa mientras mira las fotos en su celular. Mira los precios: 20.000 yenes por cien minutos. Kabi decide elegir una chica más grande que ella para que le enseñe cómo coger: Yuka. Ansiosa porque ocurra la cita, y por primera vez en muchos años, se afeita las piernas y el vello púbico. Se cambia la ropa interior todos los días y abandona las bombachas rotas y medias con agujeros. Hasta que por fin llega el día. "Hoy va a ser nuestro día de placer secreto", le dice la puta. "Aún pensando lo triste que sería morir sin haber tocado jamás unas tetas que no sean las de mi madre, aún cuando quería muchísimo tocárselas, no podía abrazarla. Mi cuerpo no se movía", relata Kabi con frustración. Yuka la baña y luego comparten la bañera juntas. Pero Kabi no puede relacionarse con otro cuerpo porque ni siquiera puede conectar con el suyo.

Tanto Mi experiencia lesbiana con la soledad como las dos secuelas (Diario de intercambio y Diario de intercambio 2) reflejan, a través del relato personal de Kabi Nagata, la represión sexual que sufren lxs jóvenes en Japón

Un país donde se considera incorrecto el demostrar afecto, ser un exhibicionista emocional. La poca o nula educación sexual en las escuelas sumado a los problemas de comunicación entre niponxs agudizan la complejidad para que lxs veinteañerxs puedan acercarse al deseo sin que eso signifique el desafío de cazar el arca perdida. La virginidad de lxs jóvenes crece y se extiende año a año. No es casual que, en una sociedad tan represiva haya una industria tan basta de pornografía. Animé, fan fiction, mangas, revistas y películas. Aunque, claro, y como la ley imperial lo manda: sin planos claros de los genitales de lxs amantes. Si además el deseo incluye a una persona del mismo sexo la meta se multiplica. La comunidad lesbiana es más grande de lo que parece, pero la mayoría prefiere mantener puertas adentro su sexualidad al ser consideradas "kawarettu" o "hen", que significa “extrañas” y “raras”. Señalando al lesbianismo como la consecuencia de problemas familiares. En una sociedad que prioriza las apariencias bajo un estado de alta presión social el boom del alquiler de acompañantes se expande como pokemones virtuales que quieren ser atrapados con una aplicación del celular. En Japón es cada vez más común alquilar por hora amigxs para sacarse una foto y subirla al Instagram, una pareja para presentar en un evento laboral o familiares falsos para rellenar una boda o funeral. En Mi experiencia lesbiana con la soledad Kabi no busca una acompañante para mostrarle a lxs demás que alguien puede desearla. Todo lo contrario, si pudiera tener la cita en otro planeta, sin peligro de que alguien la viera, tal vez sudaría un poco menos. No es solo curiosidad por conocer un cuerpo que no sea el que se refleja en el espejo, también es la necesidad de demostrarse a ella misma que tiene el derecho a excitarse. Y quererse un poco por primera vez, luego de haber estado internada en una clínica por una depresión profunda entre trastornos alimenticios y autolesiones.

El día después

Como en la mayoría de las sociedades, el Japón moderno es exitista. Sin embargo, el éxito, como mangaka y novelista gráfica, a Kabi Nagata no le hace la vida más fácil ni mucho menos. A partir de que Mi experiencia lesbiana con la soledad se convierte en best-seller la autora no duerme del pavor que tiene de que su familia se tope con el manga que realizó. Un manga donde le cuenta a Oriente y Occidente que es lesbiana y le pagó a una puta para perder su virginidad. ¿Y ahora qué? De eso se trata el segundo tomo, Diario de intercambio. La tensión que Kabi padece noche y día imaginando que sus progenitorxs van a ser informadxs sobre su intimidad sexual de un momento a otro. Esta secuela propone un sistema de cartas que la autora se escribe a sí misma. El crecimiento laboral le permite pensar en vivir sola, tener su casa, comprarse los electrodomésticos básicos. Ahora su seudónimo aparece una y otra vez en internet. Le llegan mensajes y mails. Un poco de emoción y otro tanto desear que se la trague la tierra. Ahora el mundo entero conoce su torpeza con la sexualidad y el centenar de miedos que la enmudecen en una cita. En Diario de intercambio Kabi intenta tener contacto con una chica sin dinero de por medio. "¡¿Sexo sin límites de tiempo?! ¡¿Sin pagar tarifa?! Las puertas de un mundo desconocido para mí comenzaban a abrirse por fin", grita hacia adentro. De repente, experimenta qué se siente besar a la chica que le gusta en la vía pública. Para ella es una página en blanco, pero para quien tiene en frente no, porque ahora todxs conocen su historia. ¿Eso es una ventaja o desventaja? La cantidad de fanáticxs que cosechó la mangaka generó un tercer tomo: Diario de intercambio 2, editado en español hace unos pocos meses. El cierre de la trilogía es el relato más crudo. El día a día de Kabi Nagata en un centro para curarse de la adicción al alcohol. El estilo de dibujo cambia y se ajusta al tono del dolor que cuenta. La línea se torna más desprolija y descontrolada. Es un diario gráfico sobre la sanación. Si bien la editorial intentó llevarla a festivales donde miles de fans la esperan, la autora no quiere mostrar su cara. Su avatar de Twitter es un autorretrato con gesto sufrido. Más allá de las particularidades culturales del país del sol naciente, lo que le sucede a Kabi Nagata le podría pasar a cualquier chica deprimida, angustiada y sin educación sexual y emocional. Viva en Tokio o en la Provincia de Salta.