Desde La Habana

El sol del mediodía, como impertinentes lenguas de fuego, despliega una fe irrevocable en el futuro. Por donde deambulan las buscadoras de libros, desde la librería central en las carpas a los expositores editoriales de Cuba y de los más de 50 países que participan en la 29º Feria Internacional del Libro de La Habana, que tiene como país invitado de honor a Vietnam, encuentran títulos de Ho Chi Minh a precios imposibles: desde 1 peso cubano (que sería el equivalente a diez centavos de dólar) a 20 o 25 (un dólar). En la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, suenan voces y pisadas. El empedrado tiembla. La sala La Capilla está repleta. “Los militares nos decían que si salíamos vivos de la prisión sin duda íbamos a salir locos. El trabajo de ellos fue tratar de volvernos locos y una de las herramientas para evitar la locura fue el humor. En esos días interminables en las celdas, cuando pensábamos que se nos iba a hacer muy difícil la resistencia, lo que hacíamos era recordar los textos que habíamos leído”, recuerda Hugo Soriani, director general de Página/12, durante la presentación de Los días eran así, el libro que reúne las contratapas publicadas en el diario.

Soriani --que estuvo preso durante la dictadura cívico militar en Madgalena, Devoto, Rawson y Caseros-- presentó el libro junto a Javier Figueroa, el embajador argentino en Cuba; Víctor Santa María, director general del Grupo Octubre, y el cubano Pedro de la Hoz, vicepresidente de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba). Figueroa, abogado penalista que no pudo evitar devorarse el libro apenas lo tuvo en sus manos, advirtió lo que muchos saben o intuyen: que la cárcel es un lugar horrible. “Me acuerdo una línea de un libro de Graham Greene que dice que cualquiera que haya pisado una cárcel siempre se va a acordar del olor a desinfectante y adrenalina --cuenta el embajador argentino en Cuba--. Poder hablar de la cárcel desde una perspectiva humana me parece uno de los grandes logros del libro; hay un texto que habla de un gendarme bastante brutal, pero el tipo tiene una actitud muy noble: le piden apalear a un compañero y el tipo, un caso excepcional, le pega a la cama y le dice: ‘¡gritá porque no te voy a pegar!’”

Pedro de la Hoz recomienda Los días eran así. "Con toda mi alma", dice. “No hay que buscar ni en la academia ni en mercadotecnia qué cosa es el periodismo literario. Esto es auténtico periodismo literario donde se hace literatura a partir de la realidad. El periodismo literario no es inventar cosas sino darle más sustancia a la realidad y eso es lo que hacen estas crónicas”, plantea el vicepresidente de la UNEAC. “A fin de cuentas, cuando uno termina de leer este libro, por muchas desgracias que hayan pasado y por muchos años díficiles, siempre coincidimos con una canción de Fito Páez que se la saben todos los cubanos: '¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón'”.

Santa María aclaró que “no es diferente el Hugo del libro de la persona que todos los días convive con uno en el trabajo, con el mismo optimismo con el cual encara la vida”. “Cuando lo conocí, me preguntaba cuánto tiempo estuvo libre, porque si uno escucha sus relatos los años de cárcel de Hugo parecen la gran mayoría de sus años. ¿Cuándo estuviste libre, Hugo, para hacer tantas cosas a pesar de todos esos años preso? --bromeó--. Eso mismo lo transmitió en momentos muy difíciles cuando empezamos a transitar esta unión entre el Grupo Octubre y Página/12. No era un momento de abundancia, se instalaba el neoliberalismo y venía un gobierno como el de Mauricio Macri, que intentó asfixiarnos de distintas maneras. En los momentos más difíciles siempre salió ese espíritu positivo de encarar los problemas y no perder nunca el sentido del humor”. El director general del Grupo Octubre auguró que quedan muchas cosas por hacer y soñar. “Hoy debe estar emocionado porque llenó por fin una sala, cosa que le cuesta mucho. Para la izquierda es difícil, para nosotros los peronistas es algo más común --ironizó Santa María--. Para nuestro sindicato no era lo mismo estar en Página/12 que en otro medio de comunicación, teníamos muchísimos puntos en común y crecimos en estos cuatro años incorporando visiones uno del otro. Seguramente lo que más nos separa con Hugo es River Plate. Pero siempre nos respetamos mucho, incluso en lo futbolero”.

El autor de Los días eran así cuenta que tiene un hijo de 23 años que cuando era chico asistía a las reuniones que hacía con los expresos políticos. “Un día me dijo: 'Papá, ustedes en la cárcel la pasaban fenómeno'”. El humor como herramienta para la supervivencia les "permitió salir sanos y salvos y un poco locos”, reconoce Soriani, y eso, claro, se mantiene en esas reuniones entre nostálgicas y festivas. “Cuba y Vietnam fueron los dos países que desde la izquierda y las organizaciones revolucionarias tomábamos como el ejemplo a seguir. Recuerdo la frase de Fidel, cuando estaba dando uno de sus primeros discursos, y de pronto se da vuelta y pregunta ‘¿Voy bien, Camilo?’ Camilo le dice: ‘Vas bien, Fidel’. ¡Qué maravilla! Se me eriza la piel porque tiene que ver con las gestas colectivas, con el nos salvamos todos o no se salva nadie”.

Entonces, Soriani leyó “Por quien merece amor”, la contratapa que publicó después de la muerte de Fidel Castro, en diciembre de 2016. Los hilos de la emoción anudan gargantas. De pronto agitan una bandera cubana y se la regalan a Soriani. “Las Madres y las Abuelas nos enseñaron a nosotros --subrayó--. Estas mujeres dieron el ejemplo no solamente de resistencia sino de claridad política. Más allá de las diferencias que podamos tener, discutir con Nora Cortiñas, Estela de Carlotto, Tati Almeyda o Hebe de Bonafini es un ejercicio de aprendizaje absoluto. Cada vez que escucho hablar a alguna de ellas aprendo algo nuevo. Lo que aprendimos de ellas fue la justicia. Tuvieron la valentía de reclamar siempre pacíficamente. Hay que ser muy enorme para no tentarse con la salida individual. Si nos hubiéramos llenado de rencor, no habríamos salido enteros. Ejercimos la resistencia, pero no el rencor. Y pedimos justicia: que los que cometieron crímenes, los que torturaron y desaparecieron, sean juzgados con las penas que se merecen”.

Los primeros dos versos de Diario de prisión de Ho Chi Minh, omnipresente en esta Feria, podrían aplicarse a la experiencia que tuvo Soriani como preso político: “Es tu cuerpo el que está en prisión; tu espíritu no puede ser encarcelado”.