“¿Cómo te diría? -cuenta José Teixidó-, lo primero tiene que ver con que Amores Tangos está renaciendo”. Y agrega: “Por suerte han salido cosas muy importantes, nos vamos a Dubai en marzo, estamos con muchos viajes, hay mucha fuerza. Y la propuesta de Rosario nos llega en un momento muy lindo, porque vamos al teatro de la sala Lavardén, un lugar al que siempre quisimos ir”. Esta noche a las 21.30, el teatro de Plataforma Lavardén (Mendoza y Sarmiento) recibirá a Amores Tangos junto al Negro Falótico.

El cantor acompañará a la formación que encabeza y dirige Teixidó (guitarra y dirección), junto a Juan Tarsia (piano y voz), Nicolás Perrone (bandoneón), y Augusto Argañaraz (percusión). Además, habrá invitados que Teixidó destaca: “Va a cantar la rosarina Daniela Lesté. Y Mariana Castaño e Inés Otero, del grupo rosarino Subleva Tango, van a bailar con nosotros. Todas aceptaron gentilmente la invitación. Algo que a mí me gusta muchísimo, porque cuando vamos a un lugar lo que queremos es generar nuevos lazos”.

Con tres discos editados -Orquesta de Carnaval (2011), Altamar (2013), Fronterabierta (2017)- y otro en camino, Amores Tangos prepara también una nueva gira europea. La noche de hoy permitirá “la presentación de lo que vamos a lanzar este año, que es el disco en vivo, el DVD que se grabó en Mar del Plata en el Teatro Municipal Colón (Amores Tangos VIVO, 2015). En su momento, iba a tener una edición física, pero los tiempos han cambiado y ahora se hace todo en forma digital. El Negro Falótico es uno de los cantores que están en ese DVD, y con él nos unen muchísimos años de recorrido, así que es una alegría enorme”, prosigue el músico.

-Preparan su décima gira europea, debe haber muchas situaciones a contar al respecto, entre culturas diversas y la música como protagonista.

-Ni hablar. Como compositor de varias de las canciones del grupo, me pasa algo particular, como llegar a un lugar en el sur de Alemania, en donde la gente conozca un tema nuestro y lo baile; o ir a Nápoles, donde vamos casi todos los años, y que la gente cante en castellano nuestros temas. Nos pasa lo mismo en Valencia. Es gente que no vive en Argentina, que no tiene nuestra idiosincrasia, pero sin embargo hay algo en el lenguaje que es universal, que puede entender alguien en Noruega, en la Patagonia o en Asia. Y eso nos iguala como seres humanos. Uno de los grandes poderes que tiene la música es ése: salva las diferencias. Nos une.

-Pienso en el disco Fronterabierta (2017), por su título y por la cantidad de ritmos y de músicas que hacen convivir.

-Claramente. Ahí hay algo ya en el nombre, al que creo una declaración, que no deja de reconocer la existencia de fronteras. Las fronteras existen, hay fronteras naturales, pero depende de cómo nos manejemos y comportemos con esas fronteras la manera como se nos describa en tanto cultura, pueblo, seres humanos. Al decir “fronterabierta” creamos también una palabra nueva.

-Así como condensan músicas, y con el tango como raíz, siempre inacabable. Abre y expande.

-Hay algo que tiene que ver con la región que bordea el Río de la Plata. Hay una cosa cultural muy fuerte, en donde el tango nuclea un poco todo. Y la mirada que me gusta tener de eso es desprejuiciada, es decir, puede cantar con nosotros Osvaldo Peredo que tiene 86 años, o puede cantar una chica de 20, y eso es algo que puede convivir en el escenario. Así como debajo del escenario pueden convivir públicos de distintas edades. Eso también creo que es como una declaración. El tango es un género inacabable y muy rico, así como la milonga, la murga, el vals, el candombe; si te metés un poquito en el litoral, también hay muchas cosas con una raíz en común entre el bandoneón y el acordéon.

-En el DVD contás la anécdota que te llevó a la composición de la milonga “Parararaira”, entre el patio de tu casa y un pedido de tu hija de dos años. Quiero decir, el tango está en lo cotidiano y es un vínculo generacional.

-Lo que a mí me atrapa es que es lo nuestro, en el sentido de lo de acá. Cuando uno piensa en el tango, en la milonga, es como el rito de acá, así como lo es la chacarera. En Olavarría fuimos a un festival de tango, hicimos una chacarera y se paró todo el mundo a bailar, y eso es algo que no se logra con otra cosa. Es una identificación que tiene que ver con lo propio, y a mí me gusta mucho sentir eso. ¿Por qué toco tango, por qué me gusta la milonga? Porque tiene que ver conmigo, con mi historia, con mi familia, porque cuando pienso en el sonido del Río de la Plata me suena a esto que estamos hablando, desde este lugar tan recóndito del mundo.