El ajuste que lleva adelante el Gobierno de Javier Milei se traduce en un fuerte impacto en la vida cotidiana de millones de familias. Cuando se baja el número a ejemplos claros se ven vidas resquebrajadas. Tal es caso relatado con crudeza por Paola Rubattino, fundadora de la Asociación Civil ALAS, para familias y personas con autismo, quien explicó cómo es vivir luchando no solo con las dificultades que implica la vida cotidiana con una discapacidad, sino también con un Estado ausente.
Mientras la gestión de La Libertad Avanza evalúa cómo hacer para no poner en marcha la ley de emergencia en discapacidad, que fue aprobada por el Congreso, vetada por el Gobierno y respaldada, una vez más, por el Poder Legislativo, Rubattino contó que el impacto emocional que genera la negativa del Estado a asistir a las familias que lucha con discapacidad es muy fuerte.
“Somos de Entre Ríos. La asociación nuclea a 75 familias con hijos dentro del espectro autista. En mi caso, mi hijo, Salvador, de 12 años, tiene autismo severo, no verbal. Además, estoy atravesando un proceso oncológico”, comenzó relatando el panorama ante la pregunta de la 750.
Y añadió: “Más allá del marco, de que el Gobierno de Milei tiene la obligación de hacer cumplir la ley, vemos que la vida cotidiana se vuelve muy complicada. En términos de acceder a medicación, ciudadanos, terapias, escuelas. Cuentan el mismo cuento con lo de los fondos y nos tiran a la suerte a los que somos los destinatarios”.
Es decir, desde la gestión de Milei, apuntan a que “cada uno, con la suerte que corra, vaya y haga una presentación judicial” para que se le entreguen los fondos que antes recibían y ahora les cortaron, acusándolos de irregularidades en las pensiones y mientas la primera fila política de la Casa Rosada está apuntada por un presunto escándalo de coimas en la ANDIS.
Por eso, en este contexto, Rubattino precisó: “Más allá de que el Congreso habló y la Constitución habló, parece que Milei y su equipo entienden que pueden hacer lo que quieren. Porque queda sujeto a lo que cada familia puede o no puede. Porque lo que se sostiene es increíble”.
“Tenés a mamás que no tienen para la medicación, que cuidan 24 horas a sus hijos y el Estado totalmente ausente. Ya uno tiene miedo de qué le va a pasar a un hijo cuando uno no esté, y ahora el Estado no está, la guita no está. Nosotros tenemos que salir a luchar y a ver cómo, en este ínterin de año y medio que le queda, no nos morimos todos infelices”, se lamentó, finalmente.