Desde Paris

El “revenge porn”, la famosa arma de los cobardes, le costó la carrera política al ex portavoz del gobierno y, hasta el viernes 14 de febrero, candidato a la municipalidad de París por el partido del presidente Emmanuel Macron, LREM (La República en Marcha). Benjamin Griveaux renunció a continuar con la candidatura para las elecciones municipales del próximo mes de marzo debido al impacto que provocó la difusión, a través de internet, de un video personal de carácter sexual distribuido por un artista ruso refugiado en Francia, Piotr Pavlenski, ya implicado en el pasado en acciones tan nocivas como delirantes. La demisión del Griveaux termina de dinamitar la vacilante estrategia presidencial con respecto a las elecciones municipales.

El caso vino a enredar más la próxima primavera política. El clima ya estaba contaminado desde el invierno con la guerra entre dos candidatos macronistas, el mismo Griveaux y otro alternativo, el matemático Cédric Villani, un diputado de la República en Marcha que fue descartado por Macron como candidato oficial. 

En un país donde la vida íntima rara vez es utilizada como arma política, este caso adquirió un perfil tan inédito como morboso. El renunciante candidato no admitió ni negó la autenticidad del video, lo cual supone que no hay dudas de que se trata de él. "No deseo exponernos más, ni a mi familia, ni a mí, cuando todos los golpes están permitidos. Esto va demasiado lejos", dijo Griveaux a la agencia France Presse. Luego agregó que la decisión le “cuesta”, pero que sus prioridades son evidentes: "Primero es mi familia"

Lo cierto es que las imágenes han sido doblemente comprometedoras, en lo político y lo personal: el video y otros mensajes, según revela el vespertino Le Monde, fueron enviados por Griveaux en mayo del año pasado a una destinataria que no era su compañera. De hecho, esas imágenes empezaron a circular el miércoles 12 de febrero en Facebook, principalmente en las cuentas de los chalecos amarillos, pero recién entre el jueves y este viernes su difusión se amplificó cuando un ex candidato del movimiento macronista, Joachim Son-Forge, empezó a difundirlas en Twitter entre sus 58 mil seguidores.

Los links remitían al portal de internet de un artista abonado a los escándalos y las provocaciones suculentas, el ya mencionado Piotr Pavlenski. El autor del “revenge porn” explicó al diario Libération que su objetivo consistió en “denunciar la hipocresía” de Griveaux. Se trata, dijo Pavlenski, de un hombre “que se apoya permanentemente en los valores familiares, que asegura que va a ser el Intendente de las familias y siempre cita a su esposa e hijos. Pero hace todo lo contrario”. 

Piotr Pavlenski cambió de país, pero no de disciplina. El “artista” es, literalmente, un refugiado de la era del presidente ruso Vladimir Putin. El mandatario ruso debe estar celebrando que Francia le haya otorgado el asilo político en 2017. Con su golpe bajo, Pavlenski importó dos cosas que eran ajenas a la cultura y las prácticas políticas de Francia: los escándalos pirotécnicos al mejor estilo norteamericano y los usos y costumbres del famoso “kompromat”, esa tendencia diseñada en la época del comunismo ruso para manchar la reputación de una persona con informaciones, falsas o verdaderas, y montajes destructores de reputación. 

Piotr Pavlenski puso en escena en París una versión muy distinta de ese “arte político” que ya había ejercido en Moscú. Entre 2012 y 2015 Piotr Pavlenski llevó a cabo una serie de acciones públicas que fueron desde coserse los labios, pasando por envolverse con alambres de púa, incendiar la puerta de la sede de los servicios secretos rusos en Moscú, hasta clavarse el escroto frente al Mausoleo de Lenin. Después de haber pasado 7 meses en la cárcel, en 2017, Pavlenski, su compañera, Oksana Chaliguina, y sus dos hijos se refugiaron en Francia. 

En el pasado, varios intelectuales franceses defendieron sus acciones con el argumento según el cual la violencia de esos actos era una denuncia de la violencia del poder ruso. Es lícito reconocer que el refugiado ruso ha estado implicado en varios episodios medio obscuros y a veces violentos: peleas con cuchillos en una fiesta parisina (en la casa del abogado de Julian Assange, Juan Branco), y hasta el incendio, en 2017, en una “performance”, de las puertas de una de las sucursales del Banco de Francia situada en la Plaza de la Bastilla de la capital francesa. Esa acción le costó 11 meses de cárcel más dos años de cárcel en suspenso.

Toda la clase política francesa condenó la difusión de las imágenes. Al mismo tiempo, el provocador ruso prometía que habría más revelaciones y amenazó a todos los medios con hacerles juicio si se revelaban informaciones sobre su vida privada. En realidad, todo esto se parece a un enorme cualquier cosa montado por un revoltoso y sabiamente aprovechado por los adversarios políticos que participan en las elecciones municipales. 

Quien pagará la cuenta más alta es el presidente. Su partido fue el más votado en las elecciones presidenciales de 2017 y ello lo llevó a calcular que París era, a la vez, la perla y el bastión. La caída de Benjamin Griveaux priva al presidente de un candidato con opción de ganar o de pesar en el juego electoral capitalino, hoy ocupado por la actual Intendente, la socialista Anne Hidalgo, y la conservadora Rachida Dati. El candidato macronista renunció un 14 de febrero, el día de los enamorados. Su pasado no es ajeno a lo que acaba de ocurrirle: Griveaux es un ex miembro del diluido Partido Socialista francés, donde militaba en el sector más liberal. Fue un cercano colaborador del socialista Dominique Strauss-Kahn, el ex Director Gerente del Fondo Monetario Internacional cuya carrera quedó bajo tierra luego de que, en 2011, fuera denunciado por agresión sexual por una de las empleadas de un lujoso hotel de Nueva York.

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