Fumaron porro durante todo el viaje a Bahamas, y saltaron a la pileta del hotel vestidos. Tomaron el control de una fiesta en un centro de esquí con un karaoke improvisado y se largaron por las pistas apenas sabiendo qué extremo tomar de los bastones. Querían pasear por el mundo como una banda de amigos; en 2020 terminarían como objeto de un reality show o deportados con esposas en las manos. En 1965, de todos modos, eran la banda más grande del pop mundial, en el medio de la mayor corriente de creatividad musical grabada en cinta, ahora dedicada al celuloide.

Fue la segunda incursión cinematográfica de The Beatles: Help! comenzó a filmarse en febrero de 1965, y siempre pareció bajo la sombra de su notable debut de 1964, A Hard Days’ Night. Aunque ambas fueron dirigidas por Richard Lester, el tono más documental y en blanco y negro de la primera tenía una autenticidad que reflejaba a la perfección el fenómeno de la Beatlemanía y las características y el encanto de cada integrante. Encapsulaba un movimiento sísmico en la cultura pop inglesa; Help!, por otra parte, solo resumía las tendencias cinematográficas del momento.

The Beatles aseguraron que la película estaba inspirada en Sopa de ganso, de los Hermanos Marx; pero en la práctica la historia a lo Tintín de un malvado culto oriental que buscaba el anillo de sacrificio trabado en la mano de Ringo Starr satirizó las intrigas en tecnicolor y los argumentos exóticos del primer James Bond, muy cerca del clásico de Peter Sellers La Pantera Rosa, de 1963. De hecho, a Sellers se le ofreció una primera versión del guión de Help!, diseñado por Marc Behm y coescrito por Charles Wood, fuertemente influido por el Goon Show de Sellers en sus interludios abstractos y sus bromas a cámara.

Pero con el correr del tiempo, la película creció en estatura y significado. No es solo que captura la música de The Beatles en un momento bisagra –un segundo tiempo creativo tras Beatles for sale, el fin de su era de inocencia, su primer queja subrepticia entre tanto fanatismo, el amanecer de una nueva forma de sofisticación en el pop mainstream-, sino que además los legendarios segmentos musicales fijaron las bases de lo que sería la música televisada en las décadas siguientes.

Bajo un contrato de tres películas con United Artists, The Beatles habían buscado originalmente hacer una adaptación de A Talent for Loving, un western surrealista y sexualmente cargado de Richard Condon; pero como fanáticos del humor de Goon Show, encontraron un traje mejor ajustado en Help!. “No queríamos hacer una versión en color de A Hard Day’s Night, otro documental ficcionalizado”, dijo Lester en 2013. “No podíamos mostrarlos en su vida privada, que hubiera sido la extensión lógica de eso, pero para entonces ya contenía elementos prohibidos... tuvieron que convertirse en participantes de una trama externa, una amenaza surgida de una debilidad entre ellos. El diálogo era más complejo, lo que implicaba mayor concentración; y en esos días por ‘concentración’ debe entenderse ‘por favor, no pierdas el guión en la primera semana’”.

Con un presupuesto más grande gracias al éxito del film anterior, Lester podía usar película color y locaciones más lejanas, para una película similarmente salpicada de canciones con títulos sugeridos como Beatles 2, The Day the Clowns Collapsed (“El día que cayeron los payasos”) o, de haberse salido George Harrison con la suya, Who’s Been Sleeping in my Porridge? (“¿Quién durmió en mis gachas de avena?”). El título de trabajo finalmente surgió de una frase de Ringo, Eight Arms to Hold You (“Ocho brazos para abrazarte”), y las canciones que se eligieron –que a menudo llegaban al conocimiento de Lester el día anterior a la filmación- fueron un paso significativo con respecto a Beatles for Sale, hecho a las apuradas pero que marcó el alejamiento de los covers de rock’n’roll de los comienzos. El oscuro folk, los tonos más graves de ese disco habían madurado en una rica costura melódica que había unido la energía de The Beatles con las profundidades de Bob Dylan. “Tenía a estos dos tipos que acostumbraban escribir canciones cada vez que las necesitábamos”, broméo Harrison en un documental. “Solo los llamábamos y decíamos ‘Muchachos, estamos haciendo una película, ¿podrían traer un par de éxitos?’”.

Se armó un elenco afín a la comedia, incluyendo a Roy Kinnear, el elogiado actor Leo McKern, el favorito de The Beatles Victor Spinetti y la relativamente desconocida Eleanor Bron, que venía de varios años metida en la escena jazz de New York, como la seductora Ahme. “Francamente, era aterrador”, recuerda Bron hoy. “Era mi primera película. No tenía idea de quiénes eran. Había visto una foto de estos tipos saltando en King’s Road con esos extraños peinados”.

Con el mundo entero como potencial set, la filmación comenzó el 23 de febrero de 1965 en Bahamas. La leyenda dice que filmaron en el Caribe porque The Beatles querían usar el proyecto como excusa para unas vacaciones exóticas por el mundo; de hecho, Bahamas fue elegido porque el asesor financiero de la banda, Walter Strach, había armado un refugio fiscal en las islas, y la banda acordó filmar allí como gesto de buena voluntad. Pero si ellos soñaban con una estadía en el paraíso, iban a tener un duro despertar. Las jornadas iban de 8.30 a 17.30, las islas eran mucho más frías de lo que sus atuendos de playa sugerían, y quedaron shockeados por la pobreza circundante. Una locación usada como templo era en realidad un hospital de ancianos y discapacitados; The Beatles creían que era un campamento militar abandonado, y quedaron horrorizados al saber la verdad.

“Había una administración muy deshonesta”, recuerda Bron. “En realidad fue una experiencia horrible... la mitad de la isla vivía en chozas y tiendas. Tuvimos una gran cena en nuestro honor y los aristócratas fueron muy descorteses con The Beatles, y fue un muy mal ejemplo. Ellos se comportaron bien pero los trataron con condescendencia. No fue algo placentero”. Además, aún en esta parte supuestamente remota del mundo, la Beatlemanía los alcanzó. Tras mojarse en la Isla Balmoral durante la secuencia de “Another Girl”, se montó con toallas un vestuario improvisado en la playa para que se cambiaran, pero fue invadido por fans. “Cualquiera podía aparecer con un papel diciendo ‘firmame esto’”, recordó Ringo después.

Su solución fue hacer la película en lo que la banda describiría como “una nube de marihuana”. “En A Hard Days’ Night yo tomaba pastillas”, dijo John Lennon en una entrevista de Rolling Stone en 1970. “Eso son drogas, drogas mucho más grandes que el porro... era la única manera de sobrevivir en Hamburgo, de tocar ocho horas por noche. En Help! nos pasamos al porro y dejamos el alcohol, tan simple como eso. Siempre necesité una droga para sobrevivir. Los otros también pero yo siempre consumí más, más pastillas, más de todo. Quizás porque estoy más loco”.

“Si mirás las fotos ves un montón de tomas con nuestros ojos rojos”, cuenta Ringo en Anthology. “¡Y estos eran los pibes limpitos! Dick Lester sabía que no podía hacer mucho más después del almuerzo. A la tarde apenas podíamos pasar de la primera línea de diálogo. Nos poníamos tan histéricos de la risa que nadie podía hacer nada”. ¿La banda estuvo drogada toda la filmación? “Probablemente sí, pero yo no me daba cuenta”, dice Bron. “Es difícil de creer lo poco informada que estaba sobre lo que me rodeaba... podíamos estar sentados con John en la playa y el me ofrecía una pitada y yo pensaba ‘Esto debe ser muy caro’ y se lo devolvía”.

Su estado de confusión, y la experiencia de filmar primero las escenas finales, puede haber contribuido a la sensación de que eran extras en su propia película. “Estaba fuera de nuestro control”, dijo Lennon en 1970. “En A Hard Days’ Night aportamos mucho, y era semi realista. Pero en Help! Dick Lester no nos dijo de qué se trataba. Era como ser un sapo en una película sobre almejas; desayunábamos marihuana y nadie podía comunicarse con nosotros, con nuestros ojos vidriosos y las risitas todo el tiempo. En nuestro propio mundo. Era no hacer nada la mayoría del tiempo pero aún así levantarte a las 7 de la mañana, con lo que nos aburrimos”.

Aun así, mientras se tiraban vestidos a la pileta del Nassau Beach Hotel, andaban en lancha o pedaleaban por la isla, Bron los recuerda como unos pibes vitales, ansiosos por aprender. “Lo hicieron todo”, dice. “Se hacían compañía, podían ser ellos mismos cuando estaban juntos y se empujaban uno al otro cuando lo necesitaban. Estaban listos para fuera lo que fuera, eran entusiastas. Quedé impresionada por el hecho de que habían hecho una película y querían saber cómo actuar, querían aprender. Puede verse como que no les importaba, pero sí les importaba”. ¿Y cómo se arreglaban para levantarse temprano? “Probablemente ni siquiera se molestaban en irse a la cama”.

The Beatles volvieron a Inglaterra el 9 de marzo, antes de partir el 14 para una semana en otra locación. Para evitar los centros turísticos donde podían ser fácilmente reconocidos, el pequeño pueblo austríaco de Obertauern fue elegido para las escenas de esquí. La filmación comenzó en las pistas cercanas al hotel Edelweiss. “Les pregunté si alguna vez habían esquiado, y ninguno de ellos lo había hecho”, dijo Lester. “Les pedí que no lo intentaran hasta que tuviéramos las cámaras listas; pusimos tres cámaras y les dijimos ‘Bueno, ahora aprendan a esquiar, ahí hay una colina, háganlo’. Filmamos todo, y fue bien real”.

Mientras la banda se divertía filmando la secuencia de “Ticket to Ride”, el fotógrafo Robert Freeman los vio moviendo los brazos al compás de la música y fijó el concepto de la tapa del disco. “Tuve la idea del semáforo deletreando las letras HELP”, dijo. “Pero cuando hicimos la toma, el aspecto de los brazos haciendo esas letras no se veía bien, con lo que improvisamos y terminamos con un mejor posicionamiento gráfico de los brazos”. En la tapa terminada, que se realizó en los estudios Twickenham, en realidad The Beatles están deletreeando NUJV.

En Obertauern siguieron las bromas. Los músicos ofrecieron fiestas para el equipo de 60 personas, dieron su único show en Austria en el Hotel Marietta para celebrar el cumpleaños de un integrante de ese equipo y continuaron poniendo a prueba la vida de Lester. “En una de esas escenas, Spinetti y Kinnear juegan al curling con esas grandes piedras”, contó Ringo. “Una contenía una bomba, y cuando lo descubríamos teníamos que salir corriendo. Paul y yo corrimos como cinco kilómetros, corrimos y corrimos, para poder fumarnos un porro en el camino de vuelta. Podríamos haber hecho todo el camino a Suiza”.

El deseo de The Beatles de huir de todo era comprensible. Cuando volvieron a Gran Bretaña para filmar escenas de interior en Twickenham –donde se había realizado A Hard Days’ Night-, cayeron nuevamente dentro del caos. Los temas de Beatles for Sale subían al primer puesto, seguidos por “Ticket to Ride”. Había entrevistas de radio y apariciones en Thank Your Lucky Stars y Top of the Pops entre las filmaciones, y nuevas sesiones para “You’re Going to Lose That Girl”, “That Means a Lot” (inédita hasta 1996), “Dizzy Miss Lizzy” y “Bad Boy”; había que encontrarse con Bob Dylan y Allen Ginsberg en el Savoy Hotel. En el set aparecían celebridades para llevarles premios en cámara, ceremonias que el grupo saboteaba jugando con los premios, poniéndose a cantar “It’s a Long Way to Tipperary” o imitando acentos españoles con Peter Sellers.

La Beatlemanía no daba signos de amainar. “Se tiraban en el auto exhaustos”, recuerda Bron. “Ahí tuve toda una lección sobre la fama, que tiene su propia manera de patearte”. En una excursión de tres días para filmar “I Need You” en una planicie de Salisbury azotada por el viento y rodeada de tanques prestados por la Tercera División de la Artillería Real, los fans se metieron en la limusina estacionada en el Antrobus Arms Hotel y robaron toda la ropa, colillas de cigarrillos y souvenires que pudieron encontrar. Considerando las escenas casi surrealistas realizadas en Twickenham para rellenar el film, no sorprende que unos Beatles intoxicados por las drogas y la fama quedaran aún más confusos por todo el asunto. Un dia podían estar enfrentando a un tigre de Bengala en el sótano de un pub, y el siguiente ser perseguidos por una banda de gaiteros, y al siguiente sufrir el destrozo de sus ropas por potentes secadores de manos, ser reducidos a escala microscópica o pelear con asesinos escondidos en buzones. “No estoy seguro de que alguien supiera el guión”, dijo Paul McCartney en Anthology. “Solíamos enterarnos mientras íbamos al set”.

Cuando John se puso a escribir la canción del título, se sintió aliviado de no tener que componer algo llamado “Who’s Been Sleeping in my Porridge?”, pero lo tradujo en auténtica desesperación. “Cuando salió Help! yo realmente estaba pidiendo ayuda”, le dijo a Rolling Stone, definiendo una canción grabada en solo 4 horas el 13 de abril. “Fue mi período de Elvis gordo... podía ser muy positivo pero también atravesaba depresiones en las que quería saltar por la ventana. Es más fácil lidiar con eso cuando crecés; no sé si es que aprendés a controlarlo o te calmás un poco. Como sea, estaba gordo y deprimido y estaba pidiendo ayuda. Era real”.

Si Help! marcó un paso distintivo hacia temas más personales que la banda pronto exploraría en profundidad, en el set hubo otra revelación musical. Mientras filmaban en el restaurant indio Rajahama, el 5 de abril, Harrison quedó fascinado por los sonidos de un instrumento indio que los músicos tocaban en el fondo. “Recuerdo que tomé el sitar, intenté tocarlo y pensé ‘este es un lindo sonido’, le dijo a Billboard en 1992. “Fue algo accidental, pero en algún momento escuché el nombre de Ravi Shankar, y a la tercera vez que lo escuché me compré un disco de él. Cuando lo escuché me pegó en un lugar que no puedo explicar, pero me resultó muy familiar. Mi intelecto no sabía lo que pasaba pero otra parte de mí se identificaba con eso. Fue un llamado”.

“La primera vez que percibimos algo indio fue cuando hicimos Help!”, dijo Lennon en 1972, y recordó una influencia adicional en Bahamas. “Un yogi se acercó y nos dio a cada uno libros firmados sobre yoga. No los miramos, solo los pusimos con otras cosas que la gente nos daba. Pero después George empezó a meterse en el hatha yoga, se involucró en la música india y encontró esos instrumentos en el set de esta loca película. Años después nos encontramos de nuevo con ese yogi que nos dio los libros”.

The Beatles terminaron Help! con el mismo espíritu jocoso que comenzaron. En dos jornadas a comienzos de mayo en la suntuosa Cliveden House, que se utilizó como símil del Palacio de Buckingham, corrieron una carrera por los jardines contra integrantes del equipo y lucharon por mantener la cara seria. “Estábamos filmando esa escena en Cliveden en la que debíamos aparecer con las manos en alto”, contó McCartney en Anthology. “Fue después del almuerzo, y además alguien nos había alcanzado una copa de vino. Apenas podíamos contener la risa, le dábamos la espalda a la cámara y empezaba. Todo lo que debíamos hacer era darnos vuelta y lucir asombrados o algo así. Pero cada vez que nos dábamos vuelta estábamos llorando de la risa”.

Cuando en julio de 1965 vieron el film terminado, con la cabeza más clara, les llegó la sobriedad y algo de decepción. En términos de significado cultural quedó ensombrecido por su propia banda de sonido, donde “You’ve Got to Hide Your Love Away” era de una introspección dylanesca (y puede decirse que tocaba el tópico tabú de la sexualidad de Brian Epstein); el tema del título definía y ampliaba la explosión del Merseybeat y “Yesterday” iniciaba su curso como la canción más versionada a este lado del “Feliz Cumpleaños”. El disco Help! fue el punto desde el que The Beatles ascendieron a una esfera sónica mucho más elevada que la mera música pop.

Bron recuerda haber sentido la magia en el aire cuando se sentó en el sofá de la casa comunal de The Beatles -con sus cuatro puertas separadas- y recibió la serenata de “You’ve Got to Hide Your Love Away” mientras Paul le hacía sugestivos guiños. “Fue simplemente maravilloso”, dice. “Yo estaba acostumbrada a lo standards y a las listas de éxitos, y fue una extraña yuxtaposición porque todo iba a cambiar.”

Gradualmente, la influencia del film empezó a crecer. “Mirando en retrospectiva me doy cuenta lo avanazada que fue”, admitió Lennon. “Fue precursora de los carteles de ‘Pow! Wow!’ de Batman en TV, esa clase de cosas.” Pero aún eso se queda corto. Sus interludios musicales y su humor surrealista fueron una guía para The Monkees, inspirarían a los Monty Python y servirían para películas como Dónde está el piloto?; incluso Spike Lee compró la película en todo formato disponible. El uso experimental que hizo Lester de la luz, los filtros de color artesanales, los ángulos en espejo y la filmación a través de objetos fijaron el tono para un millón de copias en los videoclips que vendrían. “MTV me mandó un pergamino que me declaraba el padre de MTV”, recordó Lester tiempo después. “Inmediatamente los llamé y demandé un test de sangre.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.