Braian Toledo  creció en un barrio humilde, en la localidad de Marcos Paz, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia pobre. Solía recordar así una postal de su infancia: con apenas 8 años vio a su mamá llorando y quiso saber 'por qué'. "Le pregunté qué le pasaba y no me decía. Le insistí hasta que me dijo: ‘Lloro porque no sé qué les voy a de comer mañana, a vos y a tu hermana’. La abracé y le dije: ‘No te preocupes, estamos todos bien, estamos juntos, yo te voy a ayudar". Y eso hizo.

En su casa, como en muchas casas de los argentinos, faltaba todo. "Mi mamá laburó toda su vida limpiando casas, pero laburaba por el plato de comida, se iba a las seis de la mañana y venía a las diez de la noche", contaba. Y esa historia de sacrificios fue una constante en su vida.

Braian fue un deportista completo, de esos que se van forjando -como diría Zitarroza- desde el pie, es decir bien de abajo. Desde chico practicó varios deportes hasta que, como lanzador de jabalina en los Juegos Bonaerenses, se descubrieron sus cualidades y, desde entonces, con el apoyo de la Secretaría de Deportes y del Enard, logró pasar el umbral para ingresar a la categoría de los atletas argentinos de elite. Fue el mejor argentino en su especialidad, logrando 20 medallas de oro, 2 de plata y 3 de bronce.

Bien se puede medir en marcas la evolución de ese joven atleta, que murió este jueves con apenas 26 años. Su primeros registros con la jabalina, entre los 12 y los 13 años, fueron los 34,44 metros. Ya becado por la Nación y junto a su descubridor y entrenador Gustavo Osorio, Braian no dejó de avanzar. Fue cuarto en el Sudamericano de Coquimbo, en Chile, con 47,64 metros, y ya con 14 años y una marca de 73,44 metros alcanzó el tercer puesto en el Mundial Juevenil de la IAAF en la ciudad de Bressanono, Italia. Esa medalla de bronce fue la segunda presea para un atleta argentino en la historia en esta categoría, después del triunfo en garrocha de Germán Chiaravilgio en el Mundial de Sherbrooke, Canadá, en 2003.

Un año después de llevarse dos oros consecutivos en los campeonatos sudamericanos juveniles, y antes de cumplir los 18 años, en febrero de 2010, registró en las instalaciones del CENARD batió record con una marca de 84,85 metros, y al mes siguiente en la ciudad de Mar del Plata, superándose a sí mismo clavó la jabalina en los 89,34 metros. Ese mismo año se adjudicó el oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Singapur.


Ya como mayor, con un implemento más pesado, obtuvo el tercer puesto los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 y con esa marca logró su pasaje a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde finalizó en la posición 28, con un registro de 76,86 metros. En los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, fiel a su estirpe de trabajador del deporte, logró meterse entre los 10 primeros con un registro de 79,81 metros, apenas 19 centímetros menos que la marca que le hubiera permitido disputar medallas.

Fue un deportista agradecido del apoyo que recibió del país para fomentar su carrera y lo manifestó abiertamente cuando protagonizó un spot publicitario que apoyaba la candidatura a presidente de Cristina Fernández de Kirchner. La ahora vicepresidenta de la Nación recordó este jueves su encuentro con el atleta olímpico . "Braian Toledo... Todavía recuerdo cuando lo conocí... a él y a su historia de humildad, de trabajo, de esfuerzo y superación", escribió la ex presidenta en la red social Twitter, junto a una foto del día que despidió a la delegación argentina antes de los Juegos Olímpicos de 2012. "Gracias Braian por llevar siempre la bandera Argentina tan lejos como tu jabalina", completó su mensaje.

Desde su aparición, Braian supo que debía pulir los pequeños detalles que hacen a los grandes campeones. Fue entonces que decidió mudarse a la ciudad de Kuortane, Finlandia y entrenarse con Kari Ihalainen buscando llegar en las mejores condiciones a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Venía justamente de dejar atrás una lesión y soñaba con hacer historia en Japón.