El presidente Alberto Fernández dejó este domingo un mensaje directo para el mercado en la apertura de sesiones en el Congreso . El gran desafío es terminar con la lógica de especulación financiera que provocó la nueva crisis de deuda que atraviesa el país. La reestructuración de los bonos con acreedores privados no se basará en la política de ajuste y recesión. La prioridad del Gobierno será recuperar la sustentabilidad de la macroeconomía, proteger la producción y defender los puestos de trabajo de la economía real. Además, el mandatario adelantó que "el Banco Central se encuentra analizando de modo pormenorizado la manera en la que nuestr país recibió divisas en concepto de préstamos y el destino que los mismos merecieron".  

“Preferimos una resolución ordenada a la crisis de la deuda y estamos caminando en esa dirección. Pero lo más importante es que el acuerdo al que lleguemos con los acreedores sea sostenible. Necesitamos un acuerdo que permita a Argentina ponerse de pie y no volver a caer. Esto es innegociable”. Así lo resumió el presidente Alberto Fernández.

Muchos analistas que hasta principio de 2018 festejaban el ciclo de entrada de deuda externa como un esquema virtuoso para la economía argentina ahora le piden al Gobierno un superávit fiscal de 3 puntos del PIB para mostrar capacidad de repago y poder tranquilizar a los mercados. El presidente fue enfático en que no avalará este camino de especulación.

Deuda y ajuste

“Algunos nos critican y nos piden más ajuste. No perdamos de vista que no hay peor alternativa que la austeridad fiscal en las recesiones. Más ajuste lleva a más caída del Producto, a menos oportunidades, más pobreza, más desigualdad, más exclusión. No vamos a pagar la deuda a costa del hambre y la destrucción de los sueños de los argentinos y las argentinas”.

Las autoridades del Fondo Monetario reconocieron hace algunas semanas que no es posible políticamente ni económicamente apostar por un superávit fiscal elevado para recuperar la sostenibilidad de la deuda. La negociación tiene que ser realista. “Basta de promesas sobre la base de escenarios maravillosos que nunca llegan y que nos terminan dejando en una situación peor. Esta premisa será la base de la oferta que le haremos a los acreedores en las próximas semanas”. El presidente lo dijo con estas palabras ante el Congreso.

Economía real

La renegociación con los bonistas es uno de los puntos claves para poder reordenar el mercado interno pero nadie puede esperar que traiga soluciones instantáneas a los desequilibrios acumulados en los últimos años en materia de pobreza, salarios, puestos de trabajo, inflación y producción industrial, entre otros desajustes de la economía real.

“Ningún acuerdo sostenible con los acreedores será mágico ni milagroso. Por más virtuoso que pueda resultar en la defensa de los intereses nacionales, no nos eximirá de concertar el futuro con responsabilidad, solidaridad y sostenibilidad”, subrayó Fernández. El presidente lo dejo claro con unos pocos datos. La industria por ejemplo tiene 40 por ciento de capacidad ociosa y lleva 19 meses seguidos de caída en la producción. Este desorden no puede recuperarse de un día para el otro.

Fuga de capitales

La decisión de reestructurar la deuda  no implica olvidarse de las políticas de especulación financiera que provocaron la crisis. “Nunca más a un endeudamiento insostenible. Nunca más a decisiones que se toman con ínfulas tecnocráticas de la noche a la mañana, a espaldas del pueblo. Nunca más a la puerta giratoria de dólares que ingresan por el endeudamiento y se fugan dejando tierra arrasada”.

El presidente mencionó que el Banco Central analiza en forma pormenorizada la manera en que ingresaron los préstamos al país y el destino de estas divisas. “Los dólares que deberían haber financiado el desarrollo productivo acabaron fugándose del sistema. Se llevaron los recursos y nos dejaron las deudas. Es la especulación más dañina para una sociedad”, sostuvo. Planteó que es importante conocer en detalle quiénes se beneficiaron de estas prácticas.

Para evitar malos usos del financiamiento externo que se negocie en los próximos años habrá una agencia de evaluación de impacto de las políticas públicas. “La deuda pública externa que se contraiga en el futuro no estará sujeta al capricho de los grupos de presión o los tecnócratas, sino a la prioridad basada en evidencia científica y necesidad social”.