A las 10 de la mañana, la Plaza de los Dos Congresos ya mostraba la evidencia: El apoyo a la gestión de Alberto Fernández y a Cristina Fernández de Kirchner, en el inicio del año legislativo, se multiplicaba en las caras alegres, en los gestos, en cierto clima de algarabía. Había gente apostada a ambos lados del vallado para verlo pasar. El operativo para instalar las vallas de contención había comenzado a las 6, de madrugada. “Cuando estábamos llegando con los inflables”, dice Federico, que vino de San Pedro, con los inflables. Ese operativo delineó el recorrido que seguiría el Presidente desde Casa de Gobierno hasta el Congreso. Y allí, en esa calle todavía vacía, se concentraba la atención.

“Hubo menos gente que en la última apertura de sesiones de Cristina” detalla  Flavio Rapisardi, doctor en comunicación y militante peronista y LGTB, al cierre del acto. Pero aclara: “Este marzo contra el  marzo de 2015...este dominego estaba la plaza llena. Convengamos que después de 4 años de saluditos a la nada, que el presidente de todes salga y salude a una plaza con gente, es esperanzador”.

Las banderas de las agrupaciones coloreaban la vía que seguiría el Presidente: La Cámpora, el Movimiento Evita, Nuevo Encuentro, Descamisados, Kolina, La Dignidad. Con pancartas, con niños y con sombreros, con paraguas sombrillas para el sol, en medio de la calma de una ciudad en domingo, la plaza reúne a militantes embanderados con ciudadanos comunes y silvestres. Desde distintas bocacalles, varios grupos de militantes entran al predio bailando. Se escucha a Calamaro cuando al grito de “Volvimos” el actor Gabo Correa entra por la calle Montevideo y al ver la Plaza así vestida, se abraza a su señora, y lagrimea. Están emocionados. No son los únicos. Hay otros abrazos. Hay reencuentros. Hay un tono de festejo.

¿Qué dirá Alberto? La pregunta circula en las conversaciones. Hay puestos de vendedores ambulantes y hay puestas muchas esperanzas en esta gestión de gobierno. Como en el armado político que a modo de caleidoscopio, orquestó diversa piezas para darle red al plan, la procedencia de quienes están en la plaza este mediodía es variopinta y responde a ese concepto de unidad.

En el inicio del año legislativo, el acompañamiento a la gestión de Alberto Fernandez instala el perfil de una época que reactiva el diálogo democrático en la Argentina. El pacto de confianza, puede decirse, establecido entre el Presidente y la estructura política que le dio sustento, esto es el Frente de Todos. Si algo evidenció esta apertura de sesiones, es ese diálogo, entre un presidente que en su palabra puntualiza un plan de gobierno, y sostiene los compromisos contraídos durante la campaña, ante los representantes de ambas cámaras y con el acompañado de la población. Organizada políticamente o no, la gente llegó a la plaza para mostrar que hay red, “hay aguante”, “que le ponga pila nomás”, “acá estamos”.


Entre los puestos frente al Congreso, esta la FETRAE (Federación de Trabajadores de la Economía Popular). Venden útiles escolares, cuadernos hechos por ellos con imágenes de Pakapaka. Fueron de los primeros en llegar. “Solo estaba la poli y los compañeros que trajeron los inflables” cuenta Fabián sobre el comienzo de otra jornada cívica, histórica. “Después llegó La Cámpora, fueron los primeros en llegar”, detalla. Ofrece los cuadernos y recuerda, con entusiasmo: “Nosotros hicimos el pan dulce peronista, ahora vamos a hacer rosca y huevos de pascua ¡para darle fuerza al gobierno!”

Clarita tiene 6 años y una remera mini de la “CTA de los Trabajadores. San Martín - Tres de Febrero”. Esta trepada a la valla. “Lo quiero ver a Alberto”, dice con familiaridad. Cerca, Flavia, se acomoda una gorra de la CETEP y tira los primeros choris a la parrilla que su marido armó en una vereda de Rivadavia. El aroma a parrilla anuncia que el menú está encaminado.

El Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad, Educación llega con redoblantes. “SOEME cerca de ti”, dice la bandera que colocan sobre la valla. Son obreros y auxiliares de Educación. Vienen de Moreno, Avellaneda, San Justo. “Para apoyar a Alberto y a Cristina, que tienen un desafío muy grande. Pero sabemos que siempre el peronismo nos sacó de los peores lugares, así que estamos acá”, dice Adrián De Marco su secretario general. “Y por la memoria de Sandra y Rubén, siempre, que no se olvide dónde habíamos caído”, enfatiza, mientras la banda arranca un repique que precede a los primeros acordes del Himno. Acaba de anunciarlo la vicepresidenta, Cristina Fernandez de Kirchner, a las 11 AM.

Adentro del recinto comienzan a nombrarse las comisiones parlamentarias, mientras afuera sigue llegando gente. Mónica viene de Liniers, Emilse de Versalles y Gloria de Caballito. “¡Los barrios más gorilas son los nuestros!”, dice Gloria y se ríe. Son amigas, docentes jubiladas. “Somos recontra K”, dice Gloria, que se define militante de La Cámpora y sostiene: “Néstor no traicionó a la generación del 70, yo valoro eso”. “A mi, Néstor me abrió los ojos, por su valentía”, cuenta Mónica. Emilse agrega: “A mi Cristina me abrió el corazón, como mujer, me llegó, me hizo mejor”.

Son las 11.40 cuando Alberto Fernández, sale de Casa Rosada. Lo mostraron las cuatro pantallas instaladas en al plaza. Y comenzaron a sonar fuerte los cantos de apoyo, para Alberto, para Cristina y sobre todo para Néstor. En los alrededores de la plaza, las columnas comienzan a moverse. Por Avenida 9 de julio, desde Independencia y hasta Avenida de Mayo, avanza el Evita, Somos, la Martín Fierro, Barrios de Pie. El colectivo, que suma también a los movimientos sociales, hará su ingreso a la plaza a las 12, justo cuando Fernández asegura no doblegar el futuro económico del país: “No vamos a pagar la deuda -–dice-- a costa de nuestros sueños”, y estalla la primera avalancha sonora del evento, que sin embargo, deja escuchar un final de párrafo, prometedor: “El primer esfuerzo, es levantar a los caídos”, dice el presidente. Hay rostros emocionados. Habla de pobreza, habla de presupuesto, habla de precios. Explica. Da clase. La gente lo escucha atenta.

Fernández hizo su entrada a la plaza, a las 11.50, escoltado por decenas de Granaderos a Caballo. Y Después de recorrer las cuadras que separan Casa de Gobierno del Congreso, saludando por la ventanilla del vehículo. A su paso, lo acompaña un coro que reza: “Alberto presidente…”. Mucha gente llora, hay emoción. También hay esperanza.

“Vengo a hablar a la Argentina toda”, dice antes de marcar: “Nuestro preámbulo es recuperar a los que están bajo la línea de pobreza”. El sol del mediodía calienta el asfalto, el cemento, los vidrios. Delimita el espacio como si lo marcara con una regla, a la sombra de los edificios se resguarda la gente, el resto queda vacío. La explanada de la calle Entre Ríos, frente al Congreso, esta despejada. Pero ahí, sola, en el medio de la calle bajo el sol del mediodía Mirta, en su silla de ruedas, escucha atenta. “Vine para ver a mi Presidente -dice- y para vender un par de aguas”. Viene de Varela, con su marido. “Traje nomas 12 botellas, porque no hay mucha plata, cuestan caro ¡pero ya las vendimos!”, se alegra.

Alberto Fernández habla de la tarjeta alimentaria y los redoblantes acusan recibo. Explica que quiere “Terminar para siempre con los sótanos de la democracia”, porque ahora el 90 por ciento de los fondos de la AFI son públicos y el aplauso y los tambores se convierte en avalancha de sonido. La expectativa se percibe. La escucha es atenta. El sonido por momentos se pierde. Pero cuando Alberto Fernández toca el tema del aborto, y puntualiza que enviará un proyecto para que “las mujeres puedan disponer libremente de sus cuerpos”, la plaza estalla.

Retoma la agenda de los DDHH, “porque es la columna vertebral de la Argentina en su conjunto. Para que vuelva a ponerse de pie”, y extiende luego el cielo de un Estado protector sobre el desamparo de nuestros Pueblos Originarios. A cada propuesta hay una respuesta con redoblantes y plausos. El discurso culmina con una frase emblemática: “Mañana comienzan las clases, en casi todo el país”, y provoca la última avalancha sonora de la jornada. Para el cierre, ha reservado a Belgrano, y el concepto de unión como un valor social.

Al ritmo de “Alberto Presidente”, la gente comienza a desconcentrarse cuando los que están cerca del Congreso, sorpresivamente lo ven bajar las escalinatas, acercarse al vallado y comenzar a saludar. Es una parte del pacto, hacerse responsable, dar la mano, mirar.

“Los vimos, lo tocamos un poco así cuando salió a saludar”, dice la mujer y mueve las manos, viene con otras tres mujeres, caminan rápido, se están yendo. Entre ellas, Agustín se detiene y dice: Ya nos vamos, contentos porque estuvimos, pero lo más importantes es la mejoría, ya hay mejoría”. Vienen de Soldati. Agustín es un obrero textil, nació en Bolivia. “Estos años trabajaba y no podía juntar para pagar todo lo que se necesita –explica-, ahora está cambiando, de a poquito, estamos confiados”.

“Lo más importante es lo de la justicia social” dice una adolescente bajo un ombú de la plaza. Se llama Nadia. “Para mi es lo del aborto, es muy esperanzados de tener un presidente que quiere incluir, piensa en todos”, agrega Daniela, es docente, vive en Berazategui, se quedó a dormir en capital para estar temprano en la plaza. Para Nadia “la justicia social está en lo que dijo sobre los pueblos originarios. Son pueblos recontra oprimidos, rechazados, sometidos, sin tierras, tratan de mantener su cultura a costa de todo, y que el Estado se haga cargo de ayudarlos, es lo menos que podemos pedir, estoy muy contenta con eso”.

“Con lo del aborto la rompió”, dice Lucrecia, camina con su amiga, cuando termina el acto. Reflexionan. Su amiga, Ona, que estudia abogacía le cuenta: “Para mí lo mejor fue cuando hablo de las reformas al poder judicial. Porque siempre la problemática de la justicia está en todos lados, estuvo en la persecución a los dirigentes kirchneristas, está en los presos políticos, por eso es importante”.

Muchas personas esperan todavía la salida del Congreso de Alberto y de Cristina. Algunos miran hacia la entrada del edificio. “¿Esa es la señora, la que tiene el cabello recogido? -pregunta una mujer a otra, por Fabiola- ¿O es García Larraburu, la de Rio Negro?”. Ellos salen, suben a los coches, dan vueltas despacio por el

Claudio vino de Moreno. “Por Cristina, obviamente, y también para acompañarlo a él. Fue muy bueno el discurso, claro que son todas expresiones de deseo, esperemos que se concreten. La alegría de estar y de acompañar. “Trabajo en una empresa ganadera, yo sé de qué se trata esto”, concluye, mientras la consigna que señala “Cristina es del pueblo…” comienza a ponerle final a la fiesta. Un ambulante ofrece: “¡Hay Quilmes helada, más fría que Mauricio!”. Y sobre una vereda las integrantes de La Pingüinos, comentan: “Se fueron todas las caritas de Cristina”. El puesto era juegos con máscaras peronista: Perón, Evita, Néstor, Cristina y Alberto. A cambio de donaciones para un merendero, en Laferrere.

Descamisado

“Ginés compañero, acá tenés a los descamisados de Evita y Perón”. Fabián esta en cuero. Se sacó la remera efectivamente y la tiene atada a su cabeza. Se protege del sol. La mirada brillante por el calor y la adrenalina. Viene de Moreno. De Barrio Satélite. Y le hace “barra a Ginés, porque esta todo como el orto donde nosotros vivimos, las salitas están todo mal. Salitas San Carlos 1 y 2, cerca del barrio Las Catonas. Pero soy peronista y tengo esperanza, eso siempre esta!” dice y se da vuelta hacia el vallado. Se acerca y grita: “Vamos Víctoria, a comprometerse con los changos!”. Ella quizá lo escucha, porque hace un gesto, como si buscara esa voz, pero esta atendiendo otra situación. Frente a una cámara de TV, Victoria Donda y Ornella Infante están hablando con la prensa. Fabian vuelve a gritar: “¡Vamos Victoria, corazón!”, y se golpea el pecho con el puño derecho. Porque no importa si ella no lo ve. En este mediodía, importa lo que se siente.

Jóvenes

“Alberto es un bombero, es Néstor II”, dice Dino. “Y suma legitimidad con sus políticas”, dice Natalia, que salta de contenta cuando se habla de aborto. Julieta agrega: “lo importante es cómo eso empodera a la mujer”. Son abogadas y están con amigos. Rodrigo es consultor en una empresa de informática y la menta que no haya presencia sindical: “Faltaron bancarios, camioneros, y no mencionó a Milagro Sala”. Dino es docente, y para él lo importante es “el tratamiento de la deuda, y que se investigue la deuda”. A Sofía, su novia, le gustó “lo de la tarjeta Alimentar, y el apoyo que el presidente dará a los jubilados”. Casi todos usan unas remeras del Capitán Beto. Son “regalo de un amigo de la JP de Malvinas Argentinas”, cuentan. Sofía no tiene remera del Capitán Beto. “Esta es mi primera vez en un acto” dice. “Nosotros venimos hace un montón”, explica él, y agrega: “Vamos a seguir viniendo, porque con el peronismo, es lindo levantarse a la mañana, estos años, antes, era de lo peor”.