La Justicia federal de Salta deberá dictar "un nuevo pronunciamiento conforme a derecho" respecto de los comisarios retirados Roberto Adolfo Arredes y Antonio Saravia, quienes están sospechados de haber participado del secuestro y desaparición del dirigente rural agrario Felipe Burgos, en el marco del terrorismo de Estado que imperó en el país en la década del 70. 

Así lo dispuso la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, que anuló una resolución de la Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, que a su vez había confirmado una falta de mérito dictada en primera instancia a favor de los dos jefes policiales. 

La decisión de los jueces Mariano Borinsky, Javier Carbajo y Gustavo Hornos hizo lugar a un recurso del fiscal federal Eduardo Villalba, que llegó en queja a esta instancia asegurando que la valoración de la prueba realizada en la Cámara Federal salteña fue "errónea y arbitraria", dado que "desechó prueba testimonial y minimizó el contexto en que ocurrieron los delitos cometidos durante el terrorismo de Estado”. En esas circuntancias, sostuvo el fiscal, la falta de mérito era en realidad un “sobreseimiento encubierto”.

Arredes y Saravia fueron parte de la conocida como la "banda de los comisarios", que ya en la década del 60 comenzó a ser denunciada por apremios ilegales y vejámenes. En sus carreras fueron cercanos al represor Joaquín Guil, el hombre fuerte de la Policía en los años más duros de la represión estatal y paraestatal. 

Burgos, que había sido funcionario de la gestión de gobierno del también desaparecido Miguel Ragone, fue secuestrado en su casa en la localidad de Campo Quijano, la madrugada del 6 de febrero de 1976. Del operativo participó un grupo de hombres armados que se identificó como de la Policía de Salta

Para entonces Arredes ocupaba el cargo de jefe de la División de Personal de la Policía, y Saravia era jefe de Contralor General. Ambos integraban la plana mayor de la fuerza. "La contribución intelectual del área liderada por Saravia era insoslayable pues la División de Contralor General de la policía provincial a su cargo era la que intervenía en la criminalización de supuestas células subversivas y en ese entonces Felipe Burgos era de uno de los dirigentes más destacados y perseguidos por la cúpula policial", sostuvo el fiscal en su recurso. 

Fundamentación deficitaria 

En Casación los jueces de la Sala IV le dieron la razón al fiscal. Carbajo aseguró que el decisorio de la falta de mérito “debe ser descalificado por carecer de fundamentación suficiente para ser considerado un acto jurisdiccional válido". Borinsky añadió que la resolución atacada por el fiscal tuvo "una errónea valoración de las constancias probatorias y desatendió el contexto fáctico en el que tuvo lugar el hecho investigado". Hornos dijo que en la decisión hay "una fundamentación deficitaria".

Casación recordó también que en el largo tiempo pasado entre la comisión de estos delitos y la investigación, "se han incinerado los registros de los archivos policiales, han fallecido posibles testigos de contexto, al igual que imputados, familiares" y "otros tantos encuentran afectados sus recuerdos debido a su edad o falta de memoria".

Saravia dependía directamente de la Jefatura de la Policía. Sus funciones le daban un amplio espacio de poder para decidir sobre la suerte de las personas. Respondía pedidos de informes sobre antecedentes personales, entidades, grupos considerados extremistas y agrupaciones políticas. A su cargo estaba también un archivo que llevaba ficheros individuales o colectivos y debía mantenerlos actualizados, particularmente los de personas individualizadas como “izquierdistas y comunistas”. 

Tenía un servicio de calle que colectaba información y vigilaba a agrupaciones políticas, gremiales y estudiantiles, además de la información que recababa en aeropuertos, terminales de ómnibus y hoteles. La posición de Arredes no era menos estratégica, por su área pasaban quienes se incorporaban a la fuerza policial, allí determinaba los ascensos y castigos dentro de la Policía. 

El comisario Arredes es hermano de Santiago Arredes, el comerciante asesinado el 11 de marzo de 1976, al intentar ayudar a Ragone, secuestrado y desaparecido por un grupo de tareas integrado por miembros de la Policía. El comisario retiró el cuerpo de su hermano sin esperar a que le practicaran la autopsia. 

"La División Contralor General -o la Dirección de Informaciones Policiales o D2- era una de las dependencias esenciales para el funcionamiento y despliegue del plan represivo (...), de manera que sostener que la inteligencia policial no dispuso de información respecto de uno de los dirigentes más destacados de la época como lo era Felipe Burgos, supone una lectura cuanto menos descontextualizada de los sucesos analizados", afirmó el fiscal Villalba en su queja.  

En la época en que Burgos fue desaparecido, la Policía de Salta estaba bajo el control operacional del Ejército

Entre los elementos incorporados a esta causa se cuenta una nota publicada por el diario El Tribuno el 11 de febrero de 1976 en la que se consigna que "Los organismos de seguridad solicitaron la captura del dirigente de la Federación de Trabajadores Campesino (FUSTCA) Felipe Burgos "por su supuesta vinculación con una "célula subversiva detectada en El Carril". La nota añade otro dato de cinismo: el 10 de febrero, cuatro días después del secuestro, la Policía allanó la vivienda de Burgos "pero sin lograr resultados positivos, en razón de que el mencionado habría desaparecido de los lugares que solía frecuentar". 

"El Andariego" Burgos, una personalidad destacada de la política salteña en los años 60 y 70, fue el primero que comenzó a recorrer las fincas de la provincia informando sobre los derechos de los trabajadores rurales y comenzó a organizarlos en la Federación Única de Sindicatos de Trabajadores Campesinos y Afines (FUSTCA, antecedente de la actual UATRE). Los campesinos de los Valles Calchaquíes aún lo recuerdan. Estuvo vinculado a Raúl Benjamín Osores, también desaparecido en la última dictadura cívico militar, y había sufrido detenciones antes. Burgos formó parte del grupo cercano a Ragone y, como casi todos ellos, fue perseguido y hostigado hasta su desaparición.