La vida suele tomar caminos inesperados por un destino incierto, y que muchas veces desemboca en un final trágico. La carrera de los futbolistas, en muchos casos rodeada de bienestar y glamour, cambia rotundamente cuando dejan la actividad, y es ahí donde no todos están preparados para afrontar lo que viene. Marcelo Roffé, Licenciado en Psicología de la UBA, quien actualmente lidera el Departamento de Psicología Deportiva del fútbol amateur de Lanús, cuenta con amplia experiencia en este deporte (trabajó 15 años con José Pekerman y participó en dos mundiales con las Selecciones de Argentina y Colombia), y publicó el libro “¿Y después del retiro qué? Salud mental y Resiliencia en el deporte”. En el mismo se pueden descubrir los problemas que afectan a los jugadores, no sólo del fútbol sino también de otras disciplinas, a partir de la decisión de no jugar más.

--¿Hubo un episodio puntual que sirvió como disparador para hacer este libro?

--El tema lo venía investigando hacía bastante tiempo. Inclusive, en libros anteriores había dedicado algún capítulo al retiro de los futbolistas. Creo que es un tema muy tabú del que no se habla, pero el disparador fue el suicidio de (Julio César) Toresani. Eso fue algo que impactó mucho a la comunidad del fútbol, y la sensación es que se podría haber evitado. Ahí me decidí a profundizar el tema. Tenía pensado lograr 60 testimonios, y terminaron siendo 130.

--¿Qué fuiste descubriendo en los futbolistas retirados?

--Ellos tuvieron gran predisposición a responder mis preguntas, en la mayoría de los casos. Con muchos he compartido trabajo, o planteles. El patrón común que encontré es que sólo el 21,1 por ciento se prepara para el retiro de la actividad con un profesional. O sea, dos de diez.

--¿El jugador debe prepararse mentalmente para el retiro?

--Creo que la temática hay que desarrollarla en el fútbol amateur, entre los 13 y los 20 años del jugador. En el club Lanús, donde trabajo, este año vamos a incorporar talleres que tengan que ver con el retiro.

--¿La educación es clave en ese sentido?

--El estudio es obligatorio. Se pueden mostrar casos de un jugador que puede estar arriba de un Mercedes Benz y llorando al mismo tiempo, como me dijo Gonzalo Rodríguez (San Lorenzo) una vez. Ahí se dan cuenta que la plata no es todo, en el caso de que lleguen a ser profesionales, y logran entender que es una carrera corta. Hay muchos que fueron cracks en su momento y ahora están haciendo delivery. Los casos paradigmáticos son los de (Luis) Zubeldía y (Marcelo) Bravo, que se tuvieron que retirar por lesiones cuando tenían 20 años. Los que se retiran, lo primero que extrañan es el vestuario; luego la adrenalina de la competencia, que en muchos casos la suelen buscar después en el juego (casino y bingo); y por último el tener una rutina de vida que de golpe deben cambiar, ocupar ese espacio que tenía el fútbol o el deporte. Y eso les ocurre a los 32, 35 o 37 años.

--Muchos jugadores no terminaron ni siquiera el primario, ¿eso también atenta en la búsqueda de sentirse útiles luego del fútbol?

--Consideramos que sí. De hecho, se descubrió en un estudio que realizó la Asociación Internacional de Futbolistas Profesionales que el 35 por ciento de los retirados presenta síntomas de ansiedad y depresión, el 18 por ciento padece malestares, el 28 por ciento alteraciones en el sueño, y el 25 consume alcohol en exceso. Por ejemplo, en Italia, por lo que investigamos, todos los deportistas terminaron el secundario. Acá uno de cada tres lo finaliza, que es peor que a nivel país que es uno de cada dos. Si bien esa preparación no te garantiza nada, porque el atravesamiento del vacío lo tenés que transitar igual, pero aporta mucho. De hecho, Facundo Sava, actual entrenador de Quilmes, teniendo estudios de psicólogo social y cursos de creatividad, cuenta en el libro que le costó mucho, y que necesitó ayuda de un psicólogo.

--¿Ellos tienen que ocupar ese espacio libre que le queda de manera inmediata?

--Mirá, Pablo Zabaleta, el argentino que más partidos jugó en la Premier League, con más de 300, habló con sus colegas y le recomiendan que aguante lo más que pueda antes de definir el retiro. Porque es muy duro. En ese momento cambian los roles en la casa también, porque es mucho el tiempo que tienen que ocupar. Es un tema al que nunca se le dio la dimensión que se le tiene que dar. Hay distintas maneras de pasar el duelo. Me acuerdo cuando se retiró el ‘Polo’ (Jorge) Quinteros: hizo un gol y cuando terminó el partido le preguntaron por los recuerdos en el fútbol. El respondió que ya estaba pensando en lo que tenía que hacer el lunes como ex jugador, en su nuevo oficio de representante. O sea, él ya estaba enfocado en la nueva meta, eso es lo ideal. Después están los que pasan a ser entrenadores a la semana siguiente, con otros roles. Pasan de la simetría a la asimetría. El tema es el ‘chip’ que deben cambiar. El jugador muere dos veces había dicho Marcelo Broggi, y también el brasileño Ronaldo, y cuando se retira es la primera.

--¿Cuando se dan cuenta que son uno más no lo pueden aceptar?

--Es durísimo. La estadística muestra que el 70 por ciento quiere reinsertarse en el fútbol, pero no todos lo logran. Son contados lo que realizan una actividad por afuera del fútbol. Además, los que no jugaron en Primera están obligados a buscar otra cosa, porque los sueldos son más bajos. Es importante iniciar una actividad durante la carrera deportiva.

--¿El dinero también es un factor contraproducente?

--Hay un grupo que puede vivir con el dinero que ganaron en el fútbol, y otros que no. Hay un caso importante que lo cuenta en el libro, y es el de Roberto Battión. El dice que hace tres años que se retiró, y hace tres años que no tiene trabajo. Y es un hombre muy preparado, que hizo un curso de marketing en la Universidad de Palermo. Colabora con escuelas de fútbol pero hace todo ad honorem.

--(Julio) Toresani se suicidó el año pasado, ¿qué creés que le jugó en contra?

--En el caso de él, que se puede saber públicamente, es que estaba viviendo de prestado. Si bien fue exitoso como jugador, tenía un problema familiar importante, que la mujer lo había acusado por violento y no podía acercarse a ella ni a su familia. Eso seguramente agravó los inconvenientes de depresión que venían de hace un tiempo: no poder ver a los hijos, y no tener trabajo fue demasiado.

--¿La angustia y la depresión aparecen rápido cuando un deportista se retira?

--En principio sí, porque duelo es pérdida. El cierre de una etapa. Lo que pasa es que se puede elaborar y tramitar de manera saludable, y reiniciar una nueva vida que tal vez puede ser mejor que la anterior, o podés caer en una depresión profunda, que ya es patológica y roza la melancolía. Frente a un duelo hay tres respuestas: la primera etapa es lo traumático, la negación de reconocer la pérdida. La segunda se denomina fase de confrontación, que se trata de recuperar el objeto perdido con rabia y culpas infinitas. Y la tercera etapa es la de restablecimiento, donde aparece cierto desapego a eso que se pierde, y el recuerdo aparece con menor afecto. Los que siguen trabajando en el deporte que realizaron lo hacen porque es el lugar donde lo conocen, y donde tiene sus contactos.

--¿Y las drogas y el alcohol son los recursos más fáciles para caer?

--Sí. Esas dos y también el consumo indiscriminado en los shoppings. Hay casos muy tristes como el del ‘Coya’ (Humberto Daniel) Gutiérrez, que murió de cirrosis a los 37 años, producto del alcohol. Y la adicción al juego también se ve en varios deportistas. O en las sustancias como la cocaína.

--¿Esas son las dependencias que tienen mayor arraigo?

--Creo que lo más fácil es caer en la ludopatía, porque la persona empieza a mentir, no se sabe dónde está. Parece que tiene doble vida en el plano amoroso, y resulta que está en el bingo o en el casino. Esos son lugares preparados para permanecer todo el día, sin saber la hora. El jugador no está preparado para el retiro. Es decir, no hay un estímulo, una orientación.

--¿El caso de Mirko Saric (se suicidó en abril 2001 cuando jugaba en San Lorenzo) lo pudiste analizar?

--Esa fue una muerte evitable. Ahí falló la red de contención de San Lorenzo, la red de prevención. El era un paciente psiquiátrico y en ese momento no estaba tomando la medicación. El tenía 22 años, valía diez millones de dólares, y era modelo publicitario. De repente se rompe los ligamentos, y pasó a valer cero. Cuando iba a viajar de modo inclusivo para acompañar al plantel a Paraguay en un partido de Copa Libertadores, porque estaba lesionado, debido a que en el conjunto rival jugaba el hermano, lo dejaron afuera de la convocatoria y eso fue fatal para él.

--¿El retiro del fútbol provoca cosas diferentes a otras disciplinas deportivas?

 

--El vacío, la tristeza, la angustia, y no saber que hacer, lo van a sentir todos, cada uno en su actividad. Como fue su modo de vida durante años los afecta a todos. Al futbolista le cuesta un poco más, y se suma toda esta falta de preparación, de educación. El jugador tiene dos mundos, uno arriba de la Tierra y otro por debajo, como se refleja en la película “Parasite”. Tiene que tener una cabeza muy fuerte para poder soportar ese cambio. El libro trata de aportar algo en un tema tan álgido, para prevenir este tipo de situaciones tan traumáticas. El tema es mucho más grave de lo que muchos creen. El día después es muy largo. Y es una jubilación anticipada.