Luego de estar retirada durante varios años en su casa por motivos de salud, murió Doris Halpin, guardiana de la obra de su compañero, Ricardo Carpani, desde la muerte de él en 1997. El fallecimiento ocurrió este martes a las 5. Además de estar a cargo de la Fundación Carpani y de actuar como una comprometida difusora y promotora del legado del artista, fue una militante durante toda su vida. “Ricardo era taxativo: el arte es expresión y comunicación. Para Carpani el arte expresaba la realidad total, sin aislar este presente cargado de toda la historia pasada y, además, con una interpretación con proyecto de futuro”, dijo en una entrevista respecto del principal aporte del creador a la historia del arte.

Se conocieron cuando Carpani regresó de Francia, donde había trabajado una temporada como modelo para pintores. Al volver al país, comenzó a estudiar con Emilio Pettoruti y expuso por primera vez en 1957. Integró muestras colectivas y conformó el Movimiento Espartaco. En ese contexto conoció a Halpin, en un brindis de fin de año. Desde la muerte del artista, ella resguardó su obra y colaboró con las exposiciones que con ella se realizaron. Incluso fue curadora de una gran retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta en 1998, un año después de despedir a su compañero.

Una de las muestras más significativas de los últimos años fue “Carpani trabajador, entre el taller y la calle” (2015), en el Centro Cultural Haroldo Conti, ubicado en la ex Esma. Una exposición que exaltó el compromiso del artista con las luchas populares y los derechos humanos, con material inédito que se hallaba en su taller. Fue entonces que las autoridades de la Universidad Nacional de San Martín firmaron un convenio con Halpin para que la institución encarara un trabajo de conservación e investigación de la obra. Unos años antes, en 2012, la viuda de Carpani visitaba la Cámara de Diputados de la Nación, donde hubo otra exposición. La obra fue declarada de interés cultural.

En las entrevistas que generosamente daba para hablar, sobre todo, del legado de su marido, exponía también su pensamiento acerca del arte. En este sentido manejaba una perspectiva crítica: “Lo que ocurre, cada vez más y no sólo en Argentina, es que el arte depende de las modas. Un teórico español, (Simón) Marchán Fiz, explica que cuando una obra de arte deja de ser un valor de uso para convertirse en un valor de cambio, el artista vale tanto como su cotización en pesos”, planteaba en una entrevista que otorgó al sitio Ser o no ser.

 Se dedicó a la compilación de los textos del artista que fueron reunidos en el libro Conversaciones con Ricardo Carpani, de Norma Fernández. A través de la Fundación, inaugurada en 1998, buscó dar a conocer y promover el pensamiento y la obra de su compañero, creando “espacios de reflexión sobre la finalidad del trabajo artístico y los alcances de un arte comprometido con la realidad, no sólo en este país sino en todo el mundo”, como explicó en una entrevista al sitio Generación Abierta. Colaboró con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y donó al Museo de Casa de Gobierno obras de la colección de la fundación. Por su militancia, padeció el exilio junto a su marido en los tiempos de dictadura.