Además de contar muertas todos los días, sufrimos la violencia policial cuando salimos a las calles a manifestarnos para pedir por nuestros derechos y exigirle al Estado que frene la matanza del virus más letal que se propaga sin límites y que ya dejó como saldo 69 femicidios y 7 travesticidios en lo que va del año. Otra vez detenciones arbitrarias a pibas, en su mayoría lesbianas. Otra vez la Policía de la Ciudad salió de cacería como lo hizo el 8 de marzo de 2017.

Una vez más las detenciones sucedieron durante la desconcentración de la marcha en el marco del IV Paro Pluri Internacional Feminista, cuando las cámaras de los grandes medios de comunicación se apagaron y no estaban para mostrar los abusos. “Fue una caza de brujas. Todas las detenciones y los procedimientos fueron muy irregulares. Yo estaba con unas amigas en Congreso, justo en frente de la Plaza, de repente vimos que salieron corriendo unos policías para el lado de Rivadavia y Callao y fuimos a ver qué pasaba. Querían llevarse una chica que estaba sola. Les pregunté por qué, nadie nos respondía nada, no tenían los nombres en sus uniformes. Primero llegó un patrullero, todos hombres, después llegó un colectivo con más policías con escudos, palos y un despliegue impresionante para seis pibas que estábamos ahí. Les preguntamos a qué comisaría se la iban a llevar y nos decían que no sabían, tampoco nos quisieron dar sus nombres ni el motivo de la detención. Se la llevan y después me agarran a mí. Les dije que me informen por qué me detenían y me dijeron ‘porque sí’, yo no me resistí en ningún momento, eran un montón”, contó Lu, lesbiana y una de las cinco jóvenes detenidas, que elige preservar su identidad.

Como se canta en Chile: “El Estado represor es un macho violador” y la Policía de la Ciudad está siempre lista para dar pruebas de esto. “Se que a las otras chicas les pegaron. Todas las detenciones fueron en distintos lugares. A todas nos detuvieron de igual forma, con persecución y sin ninguna razón. La compañera que estaba conmigo detenida me contó que ella no estaba corriendo, se estaba yendo de la plaza y la empezó a correr el patrullero y menos mal que no cayó sola porque en el calabozo empezó a tener ataques de pánico y estaba muy mal,” recordó Lu.

En el momento en que ambas eran trasladas a la comisaría, Lu continuaba pidiendo que se le informe cuál era el motivo de las detenciones, pero nunca le respondieron, mientras los malos tratos continuaron. “En el camino a la comisaría pude llamar a una compañera para avisar que nos estaban llevando. Nosotras no sabíamos que éramos cinco las detenidas por eso no le pudimos informar a nuestra abogada, nos dimos cuenta cuando nos trasladaron a la alcaidía. A otras compañeras las hostigaron, una de las chicas detenidas tenía muy apretadas las esposas, se quería sacar el buzo porque tenía mucho calor y la tuvieron un montón de rato así, hacían como que no escuchaban y cuando pidió que le saquen las esposas, la ataron a uno de los caños que hay en los asientos y la amenazaron con pegarle.”

“Yo creo que esto es una lógica de represión hacia el movimiento, instalar el terror en las personas que nos organizamos, nos movilizamos y estamos en las calles. Es una persecución y una política de hostigamiento al movimiento feminista y a las lesbianas. Nos quieren armar una causa por resistencia a la autoridad y tenemos una citación para declarar el 17 de marzo, pero no tienen pruebas de nada. La situación de un agresor que quiso abusar de una chica y le pegó fue otra cosa que no tiene nada que ver con nuestras detenciones que fueron dos horas después”, aseguró Lu.

Verónica es otra de las chicas detenidas. A ella la levantaron sola, en Corrientes y Callao cuando se dirigía hacia Avenida Santa Fe para tomar el colectivo que la llevaría a su casa. “Se me acercaron varios policías hombres, uno me dijo que le diera mi documento, que vacíe mi mochila y me ponga contra la pared y en ese momento cayeron dos policías mujeres y dijeron que me iban a revisar ellas. Después de eso como si nada me dijeron que las iba a tener que acompañar, me subieron al patrullero. Les pregunté por qué me detenían y me contestaron ‘si te resistís va a ser peor’. Me llevaron a la comisaría y me dejaron sola en un calabozo, después entraron Lu y la otra compa que fue detenida con ella, y a mí me pasaron a otro calabozo, me hicieron sacar la ropa y me revisaron.”

Lo mismo que le sucedió a Verónica les pasó a otras dos chicas que estaban sentadas en la plaza, las rodearon un montón de policías y se las llevaron, sin motivos. Ella recuerda que una de las pibas detenidas estaba muy golpeada, sin embargo “cuando nos hicieron la revisación médica no constataron las heridas que teníamos, yo tenía golpes en la panza pero ni me revisaron, la médica solo me miró los brazos y las piernas”, recordó y luego agregó “nos armaron una causa por resistencia a la autoridad y destrozos en la vía pública pero no tienen ninguna prueba de eso”.

Lo mismo afirmó Gabriela Conder, abogada integrante de la Asociación Gremial de Abogadas y Abogados que ofició como defensa de las pibas detenidas: “La Fiscalía N ° 13 no tenía nada para imputar a las chicas, nos dijeron que estaban viendo un vídeo para saber la participación de cada una en los hechos que describió la Policía en la causa.” Los videos continúan sin aparecer.

Durante el mediodía del martes las cinco detenidas fueron trasladadas hacia la alcaidía del barrio de Coghlan en un camión, esposadas. Verónica contó: “Estuvimos casi dos horas, no nos informaban nada y cuando nos trasladaron cortaron el tránsito peatonal y de autos con una barrera de mujeres policías todas con escudos como si nosotras fuésemos tremendas criminales y solo éramos cinco pibas que habíamos ido a una marcha. Cuando salimos había un montón de pibas haciéndonos el aguante y sabemos que si no hubiera sido por ellas capaz nos quedábamos hasta el miércoles.”

Pero las pibas no estaban solas, sabemos que si nos tocan a una, nos tocan a todas.