Una página de internet muestra el minuto a minuto del avance del virus sobre el mapa mundial. Cuenta las muertes en tiempo real y la última cifra no para de moverse. El contador va rápido. Entre que empecé a escribir esta nota y su cierre, un par de horas después (siempre en miércoles), la cantidad de casos había aumentado un 9%.

¿Es mucho?¿Es poco? El acceso a la información puede ser tan desconcertante como su falta. Mejor prevenir que curar, dice el dicho que es eco en el mundo entero. Y por estas latitudes vuelve inevitable pensar en cuánto más probable es morir de hambre, por un aborto clandestino o asesinada por violencia patriarcal.

Nuestros reclamos históricos se resignifican a la luz de una pandemia porque pareciera que es un simulacro de otras vidas posibles. Puede convertirse en una prueba de lo que nos queda de solidaridad o una muestra cruda y cruel del reparto de privilegios.

Una tos que hace tambalear mercados

La prevención que recomienda la OMS es el aislamiento de toda persona que haya entrado en contacto con algún contagiadx. “Es la opción más efectiva y económica” dice un epidemiólogo del organismo a cargo de asesorar a todos los gobiernos para que tomen medidas urgentes. La frase queda retumbando. La vida se altera en todos lados y nos recuerda lo que la maquinaria imparable de un mundo que gira con el motor de la ganancia casi siempre nos hace olvidar: nuestra precariedad, nuestra dependencia, nuestra fragilidad.

Se habla del derrumbe de los mercados, de la inestabilidad financiera y del peligro de una recesión a nivel mundial. No es novedad que en este mundo todo tenga un precio, pero ¿quién hace esas cuentas? ¿Efectivo y económico para quién?

Los primeros efectos en los mercados se produjeron por el freno de la actividad en China. El cierre de los puertos y la cuarentena en la que entraron millones de trabajadorxs tuvieron un impacto mundial inmediato por el papel que juega este país en el comercio, el turismo y los mercados de productos básicos, principalmente en los emergentes. Los productos chinos son fundamentales como insumos en las cadenas de producción de todo tipo de industrias: de alta tecnología, en la industria automotriz, textil.

Mientras tanto, no faltan las teorías que insisten con mostrar que no es casualidad que los países más afectados sean Irán y China, principales enemigos de Estados Unidos y que tampoco es fortuito que el virus se haya desarrollado en la ciudad de Wuhan, epicentro de la producción de celulares con tecnología 5G. Las noticias falsas se intercalan con los datos reales y salen combinaciones mutantes. Las dos potencias se disputan hace tiempo lo que promete ser la expansión de internet a todos nuestros artefactos: el famoso “internet de la cosas”. No hace falta decir que el virus se esparció gracias a las ondas del 5G, cuestión desmentida por lxs especialistas que explican que la transmisión es por las vías respiratorias, para preguntarse si no habrá ganadorxs en esta partida.

En paralelo todos los organismos hacen sus primeros ajustes sobre los pronósticos de crecimiento y dicen que habrá una desaceleración. Sin embargo, algunos privados ya anuncian que habrá una recesión y que recién dentro de un año se recuperará la tendencia previa a la llegada del coronavirus.

Los adalides de la austeridad admiten que la situación requiere de inversiones y gastos en salud urgentes para evitar efectos aún peores. Así es que el FMI recomienda a España que aumente el gasto a pesar de que eso implicaría un mayor déficit. La canciller Angela Merkel sorprendió al advertir que el 60 o el 70% de la población en Alemania podría contagiarse y anunció que habrá una expansión del gasto sin dejar de preocuparse por el mantra: “aunque eso implique que no cumplamos con el déficit cero”. El recorte de gastos que la ortodoxia propone muestra su peor cara en una situación de emergencia como la actual: si los ajustes siempre implican sufrimiento, en el contexto de una pandemia se hace mucho más transparente el ataque directo contra la vida.

En Argentina se prevé una caída de los ingresos fiscales vía retenciones a las exportaciones. El 70% de la carne y el 87% de la soja se exportan a China, donde todos todavía hay puertos que permanecen cerrados. También se prevé un impacto, aunque menor, en la industria que sufrirá la falta de insumos de origen chino.

Por otro lado, hay quienes confían en que la crisis generalizada podría mejorar las condiciones de la negociación con los acreedores, porque los volvería menos pretenciosos y quienes sostienen que el escenario se vuelve más atractivo para los que aparecen cuando huelen sangre, los temidos fondos buitre.

La vida desordenada

Las especulaciones sobre lo que pasará en los mercados chocan con lo más concreto de la forma en la que nos organizamos para vivir y sobrevivir. Mientras en China la tendencia de los contagios se desacelera y las personas retoman, de a poco, sus actividades cotidianas, en el resto del mundo se suspenden eventos y países enteros como Italia entran prácticamente en cuarentena.

¿Qué pasa en esas casas de las que no se puede salir?¿Y en los hospitales donde se reciben a lxs enfermxs? La crisis de los cuidados queda expuesta una vez más. En las casas, en los hospitales, en las escuelas: quienes cuidan a diario son hoy la población más desprotegida, más precarizada y menos reconocida. Principalmente mujeres, muchas de ellas inmigrantes, racializadas ¿Hay que llegar a estas situaciones para que nuestros trabajos sean tenidos en cuenta?

Mientras tanto, se recomienda a lxs adultxs mayores, la población más riesgosa, que entre en “aislamiento social”. En Italia crecen las denuncias porque en algunos lugares se niegan a atenderlos y dan prioridad a lxs más jóvenes. En pleno debate por las reformas previsionales en todo el mundo, esta pandemia que afecta sobre todo a ese rango etario, trae una vez más la pregunta por los cuidados y las prioridades presupuestarias en un sistema que educa para el sálvese quien pueda.

Preguntas urgentes

Parece un momento propicio para dejar de naturalizar nuestra vida cotidiana. Como dice Susy Shock, no queremos ser más esta humanidad. No queremos ser más esta humanidad capaz de encontrar curas y aún así permitir el sufrimiento de quienes no pueden pagarlo. No queremos ser más un lugar en el que lxs inmigrantxs tengan miedo de atenderse en un por miedo a ser deportadxs. No puede ser que se suspendan las deportaciones “por tiempo limitado”, porque corren riesgo las vidas de lxs ricxs. No queremos ser más esta humanidad que llena oceános de basura mientras le faltan insumos para atender una emergencia sanitaria. No queremos ser más este mundo en el que algunxs pagan caros sus barbijos para alimentar las ganancias de unas pocas empresas y bien barata la atención que le bridan enfermerxs y medicxs precarizadxs.

No queremos ser más esta humanidad que necesita ver de cerca a la muerte para hacerse cargo por fin, de que otras vidas son posibles.