I

Cuando cobré mi primer sueldo de cadete de una agencia de publicidad en 1981 pagué la edición impresa de mi primer acercamiento al periodismo gráfico (juvenil): Smog, le pusimos de nombre con un grupo de amigos que descubrí en los bares de entonces, donde flotaba tanta energía, debates y revoluciones permanentes. Smog era por entonces lo que se definía como una revista subterránea, underground, alternativa… Eramos pretenciosos en el objetivo: escribíamos de rock (de los orígenes de la trova rosarina), arte, ecología, literatura, súper 8, entrevistas,  “propuestas gráficas” (?), desafiábamos irresponsablemente a la censura en el último tramo de la dictadura militar. Y cuando nos dimos cuenta que ya éramos bastantes en la movida editorial decidimos fundar la Asociación de Publicaciones Alternativas (Apar). Toda una ironía: era también el nombre que agrupaba a las agencias de publicidad de Rosario de entonces, de la que mi empleador –el Ruso Rejovisky, el que me pagó aquel sueldo revelador-- era integrante.

Para los estudiantes que cursan la carrera de periodismo en la Universidad Nacional de Rosario se transformaron en fuentes indispensables para comprender aquellos tiempos difíciles. El archivo y la memoria de la ciudad da cuenta también de que existió Risario, la gran revista de humor aborigen y periodismo. Fue, sin dudas, la primera escuela de periodismo gráfico a la que accedían sólo los que pudieran explicar el insuperable slogan de la revista: “Ser rosarino es un chite del destino”.

II

Hubo otra escuela. El destino nos cruzó en el camino.  Junto a Pablo Feldman participamos de la fundación de Rosario/12 para fastidiar, un poco, al decano. Teníamos 30 años de edad. Eramos tipos pretenciosos. Aún conservo el original de un aviso: “Todos los días un diario mejor”. 

La edición del ejemplar número 10.000 que el lector tiene hoy en sus manos ratifica que no estábamos equivocados cuando demostramos que podía hacerse periodismo local con otra mirada.

Son 10 mil tapas pensadas en el fragor de noches intensas, miles de historias contadas por redactores y redactoras que se formaron y se forman en la redacción, en el trajín diario. 

Nuestro rosario –la historia de uno, en definitiva- tiene sus propias cuentas. No hay cruces ni medallas milagrosas ni bolitas misteriosas.  

· Ingresó a Página/12 como corresponsal en 1987. Desde 1990 es jefe de redacción de Rosario/12.