-¿Y qué vas a hacer? -le preguntó Mauricio Macri, cuando todavía era presidente. Estaban en los últimos días de su mandato. Se habían reunido para conversar. El que lo visitaba era uno de los pocos funcionarios que se había acercado para agradecerle la confianza de esos cuatro años, dentro de un gabinete minado de críticas por la derrota.

-Voy a volver al templo, a donde vine -respondió- Total, no tengo que armar una consultora o tener necesariamente un cargo como otros.

La frase, no exenta de críticas hacia sus compañeros de gabinete, la pronunció, por supuesto, el entonces secretario de Ambiente, Sergio Bergman. El rabino. 

Desde diciembre está de vuelta en el Templo de la calle Libertad -uno de los más conservadores de la colectividad-, donde volvió a tomar funciones, ahora ocupándose de conectar redes de la colectividad. También sigue con la Fundación Argentina Ciudadana, a la que ahora está reconvirtiendo a la agenda ambiental. Todavía recibe insultos por la calle, producto del Gobierno del que formó parte, pero no está para nada arrepentido. "Si lo que tienen para decir de mí es que me disfracé de arbolito, la verdad es que es nada", dice.

Ya se cansó de aclarar que nunca se disfrazó de árbol. "La verdad, uno tiene que reírse de uno mismo. Por eso no me tomé lo del hombre planta desde el bullying. Preferí tomármelo desde el sentido del humor", dice. En otro momento, hubiera aclarado como fueron las cosas y que no se puso un disfraz para sacarse una foto. 

No obstante, no deja de contar que la cosa fue así: fue al un festival llamado Green Field Festival en la Embajada de Inglaterra, destinado a difundir la agenda verde. Al salir, se cruzó con el stand del Gobierno de la Ciudad y quiso llevarse una bolsa verde de las de reciclaje. "Tiene que hacer la cola", le dijo una empleada del Gobierno porteño. Bergman hizo la cola y cuando le dieron la bolsa, le dijeron que tenía que sacarse una foto junto a un jardín vertical con un delantal de planta como el resto de los que se llevaban el souvenir. Cuando lo hizo, le sacaron una foto con un teléfono. Unas horas más tarde lo llamaron al celular de su equipo de prensa.

-Sergio, ¿vos te disfrazaste de árbol?

-No...

-Bueno, mirá, te están llamado de A dos voces. Bonelli te quiere preguntar por una foto en la que aparecés disfrazado de planta.

Las gastadas estuvieron a la orden del día no sólo en las redes sociales, donde se convirtió en un meme inmediato, sino en las reuniones de gabinete. Pero la extensión internacional de la imagen la entendió cuando se le acercó la ministra de Ambiente de Canadá, Catherine McKenna, en un encuentro de Cambio Climático y le dijo: "Marcaste tendencia". Y le mostró en su celular una foto de ella disfrazada de Linterna Verde y del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, vestido como Superman.

Lejos de los cuestionamientos que tuvo por hablar de la reducción del presupuesto ante los incendios forestales y afirmar que “para el próximo verano lo más útil que podemos hacer es rezar” (luego de lo que Macri le sacó el plan de control de incendios), o por aparecer en pleno 2017 con un televisor comprado en Chile (en su momento, afirmó que era para una fundación), el rabino tiene una buena impresión de su gestión en Ambiente. Sí siente que la comunicación gubernamental no fue buena y que no aprovecharon para capitalizar desde el Estado el movimiento por el clima que surgió con Greta Thumberg. Eso sí, no tiene pensado repetir en lo inmediato.

No fue de los que buscó un cargo en los gobiernos locales del PRO ni tampoco en la estructura del partido, de la que se siente parte (tampoco está claro si le hubieran dado algo). Sí es probable que se lo vea cuando se organicen encuentros más amplios. Pero el espíritu es el de darse "una pausa". "Acaba de empezar un nuevo gobierno democrático y hay que darle tiempo", plantea, aunque pasado un tiempo prudencial no hay que descartar volver a verlo en marchas de protesta contra el actual oficialismo. Por el momento, todavía lleva las secuelas de haber sido funcionario de Macri: por la calle, le gritan "Macri gato" o "hicieron mierda el país". 

Su idea es seguir trabajando la agenda ambiental desde la Fundación Argentina Ciudadana y trabajar en conectar redes de la colectividad desde el Templo de la calle Libertad. Para eso, está trabajando con la red de la Fundación Judaica. Con Macri, más allá del agradecimiento que le dio cuando terminó la gestión, no tiene especial contacto. Tampoco con otras figuras que lo acompañaron en sus inicios en su carrera política, como el falso ingeniero Juan Carlos Blumberg o, en su momento, Elisa Carrió. En cambio, algunas cosas son permanentes: conserva en su oficina una foto en la que se lo ve abrazado con Jorge Bergoglio, el actual Papa Francisco.