El peronismo santafesino encontró su máximo punto de fusión tras la candidatura de Omar Perotti a gobernador en 2015. Después volvió a su archipiélago de siempre. Y sólo podría volver a unirse nuevamente detrás de Perotti en 2019, cuando el actual senador nacional compita por el mismo cargo. Aquella sólida sentencia que indicaba "no hay 2019 sin 2017" va perdiendo consistencia, como decía Carl Marx "todo lo sólido se desvanece en el aire". Puede haber 2019 sin 2017 y posiblemente así será para los distintos sectores del peronismo provincial.

Con Agustín Rossi instalado como candidato kirchnerista para diputado nacional, el resto busca a alguien que le gane la interna al ex ministro de Defensa pero sin arriesgar demasiado y con pocos recursos. No hay ningún candidato así en el horizonte, cualquier armado novedoso requiere de una ingeniería partidaria y de un apoyo y participación que los dirigentes tradicionales parecen no estar dispuestos a otorgar. "Cuando los referentes no juegan la suya, participan de costado", repite por lo bajo en estos días un experimentado dirigente del PJ rosarino. Así fue con Carlos Reutemann, con Jorge Obeid y parece repetirse con Perotti. El senador tiene claro que paga algún costo político al no estar impulsando candidatos propios para este comicio, pero tampoco desconoce que jugar una carta y perder elevaría enormemente ese costo político.

Por eso los otros sectores que quedan por fuera del aislamiento político de Rossi le mandan mensajes todo el tiempo. El senador Armando Trafferri como vocero de ese sector encumbrado conocido sencillamente como "los senadores", dice que están buscando algún tipo de frente con el socialismo. Luis Rubeo, definitivamente distanciado de Rossi y el kirchnerismo, sostiene que le es más fácil "entenderme con (Antonio) Bonfatti que con Perotti". Así está el escenario: Todos piensan todo el tiempo en una estrategia electoral superadora pero nadie está dispuesto a poner en riesgo sus privilegios y el status quo. Por eso, en gran medida, el Frente Progresista va a cumplir 12 años en el poder en Santa Fe.

 

Sebastián Granata

 

Las reuniones del socialismo con representantes del peronismo, se multiplicaron en las últimas semanas e incluyeron a importantes referentes del Movimiento Sindical Rosarino. Perotti y los peronistas del centronorte están afuera de esas mesas desde siempre. La sintonía se afina ante el avance del PRO, pero de ahí a algún tipo de síntesis electoral el camino es larguísimo. Son entendimientos que pasan por otros lados y que quedan casi siempre en la nada. Son esquemas de funcionamiento que les sirven a todos, intercambios de favores y equilibrios necesarios. Para estos peronistas el hombre que habla en su mismo idioma es Bonfatti y no Miguel Lifschitz en el que no confían demasiado.

En los próximos días un nutrido grupo de intendentes y jefes comunales peronistas se mostrarán juntos con los senadores provinciales. No son pocos los que piensan en que el grupo podría encontrar una expresión atrás de la candidatura de la actual jueza Alejandra Rodenas. Tiene ganas y un apellido históricamente ligado al peronismo. Tendría que trabajar su grado de conocimiento y además por los casos resonantes y delicados en los que se desempeñó como magistrada, ofrece un flanco débil que podría ser explotado por sus adversarios apenas puesta sobre el ring político de la campaña.

Por supuesto, para todos ‑menos para el propio Rossi‑ sería ideal la participación de María Eugenia Bielsa en los próximos comicios. Enfrentada a muerte con el aspirante kirchnerista quizás no tendría demasiado trabajo para imponerse en la interna, pero después tendría que compartir la lista general de candidatos con el propio Rossi de cara a octubre. La arquitecta Bielsa tiene vocación como siempre, pero ahora ve todo el tablero y no le gusta lo que observa. Sabe que como candidata todo el trabajo tendría que hacerlo ella y también mira los recursos y posibilidades de los contrincantes que tendrán los apoyos oficiales del estado nacional en un caso y del provincial en el otro.

Es una especie de versión del huevo y la gallina. Bielsa no siente los apoyos que necesita y los apoyos no aparecen en la medida que ella no toma decisiones más profundas. Perotti ha manifestado que no sólo no tendría inconvenientes en que Bielsa participe sino que además estaría dispuesto a enfrentarse a ella en una interna en 2019 para establecer quién es el mejor candidato a gobernador en esa instancia. Pero no se lo dice a ella directamente y ella no lo llama tampoco.

Así está el peronismo santafesino, con muchas ganas de dar un día el batacazo en Santa Fe pero sin que le cueste demasiado. Van en busca de algún elector que los salve, de un golpe de suerte que los reconecte con el electorado, pero desdeñan la construcción política que destacó al movimiento en algún momento. No son los únicos, los partidos en general por fuera del poder, son incapaces de ordenarse en frentes competitivos. Por estos días, un alto funcionario nacional dijo en Rosario que "nosotros ahora desde Cambiemos tenemos una ventaja: Estamos todos juntos. Algo que no nos pasaba cuando éramos oposición frente al kirchnerismo. Ahora la dispersión es de ellos". Todos los presentes en esa pequeña reunión se quedaron pensando.

Hay coincidencia en que el gobierno nacional no llegará a los comicios de medio término en las mejores condiciones. Las protestas se multiplican, los puestos de trabajo siguen destruyéndose y la plata falta cada vez más en los bolsillos de los trabajadores. También se advierte que hay bronca con el socialismo y el Frente Progresista por la inseguridad y lo que han marcado claramente los resultados electorales de 2015. Pero enfrente no está la convicción necesaria como para encarnar esos descontentos y los oficialismos lo saben muy bien. En la provincia de Buenos Aires hay tanta presión sobre Cristina candidata porque sería lo más a mano, lo más fácil para tratar de cambiar una realidad que a muchos angustia. Nadie está pensando en un armado político, todos están mirando los resultados sin advertir que una cosa y la otra están profundamente ligadas. Si en Santa Fe Rossi tuviese 20 puntos de intención de voto en lugar de 11, no habría más discusiones. No se trata aquí de kirchnerismo o antikirchnerismo, se trata de las chances reales de unos y otros. Se trata de cuán dispuestos están hoy las fuerzas y los referentes en trabajar para un triunfo.