Desde Caracas.Ya no se puede salir de la casa sin barbijo.  Todo cambió. Parece irreal ver a toda la gente con tapaboca, un mal sueño del que se quiere despertar. Usarlo es obligatorio desde que Nicolás Maduro decretó la cuarentena total el pasado lunes.

Todo fue muy rápido: anunció la emergencia ante la pandemia del coronavirus el jueves 12 de marzo, el lunes 16 dictó la cuarentena, y ya van seis días en esa situación. Twitter lo recuerda cada día en la tendencia: hoy es Día 6, y hay 70 casos confirmados con covid-19, 15 personas recuperadas y 2 en estado crítico.

El gobierno venezolano fue uno de los primeros en dictar la medida, casi en simultáneo con Italia, España, luego Francia, y, pocos días después, Argentina. La medida apareció como prevención radical desde la hora cero, aún con pocos casos, con el objetivo de impedir el brote incontrolable.

El país contó desde el inicio con varias ventajas. En primer lugar, su arquitectura geopolítica, con las alianzas centrales con Cuba y China, los dos países con mayor despliegue médico mundial desde el inicio de la pandemia.

Además, la sociedad venezolana ha atravesado numerosos episodios de crisis y enfrentamientos catastrofistas en los últimos años. Se ha pasado por desabastecimiento, hiperinflación, violencia política, emigración, acontecimientos colectivos que generaron reflejos y capacidades ante adversidades.

En el camino ha, desarrollado estructuras de organización popular puestas en movimiento, ahora, ante la pandemia. Una de ellas, por ejemplo, son los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, que, en momento de cuarentena, se movilizan para garantizar operaciones de abastecimiento de alimentos subsidiados por el gobierno.

Las desventajas de la situación son esencialmente tres. En primer lugar, se trata de una economía bajo bloqueo. Una nota editorial publicada el viernes en el diario The Washington Post dejó en claro que Estados Unidos utilizará su bloqueo como herramienta de chantaje ante la pandemia.

Allí queda planteado blanco sobre negro: si Maduro quiere que se levanten las “sanciones que están estrangulando la industria petrolera de Venezuela” debe “contar con la cooperación del sr. Guaidó para buscar ayuda internacional, mientras se compromete a celebrar elecciones supervisadas internacionalmente para presidente y la Asamblea Nacional una vez que pase la crisis.”


Esa misma editorial augura que entonces Venezuela “podría convertirse en un nuevo epicentro de covid-19”, y defiende la decisión del Fondo Monetario Internacional de no haber acordado el préstamo de cinco mil millones de dólares pedido por Maduro en el marco de la partida especial del organismo para esta crisis.

En segundo lugar, la pandemia se cierne sobre un sistema de salud que ha tenido logros, como el desarrollo de un primer nivel de salud preventiva, con el sistema de Barrio Adentro, y un segundo nivel, con los Centros de Diagnóstico Integral. Ambos han tenido retrocesos en los últimos años, pero se mantienen en funcionamiento y son claves en este escenario.

La dificultad mayor reside en el tercer nivel: los hospitales. Los problemas allí son varios, como, en algunos casos, el suministro de agua. Ante esa situación se han multiplicado los anuncios de cooperación con Cuba y China, con la llegada de médicos e insumos para enfrentar la urgencia para la cual, se ha demostrado, ningún sistema de salud en el mundo estaba preparado.

Interrelacionado a la crisis de la pandemia, los precios del petróleo se desplomaron hasta el punto crítico donde los costos de producción superan el precio de venta. En el caso de Venezuela ese precio es aún más bajo debido al impacto de las sanciones sobre quienes comercien con la industria petrolera venezolana. 

Ese conjunto de variables son una parte de la explicación de por qué el gobierno optó desde la hora cero por la cuarentena parcial y luego total. La otra parte, central, es que el diagnóstico al cual ha llegado el gobierno, en base a los análisis propios y las experiencias de otros países, es que el mejor método es la cuarentena. A esa conclusión están llegando progresivamente otros gobiernos que se negaban a esa medida, como, por ejemplo, el de Gran Bretaña, presidido por Boris Johnson.

La pregunta ha sido desde el principio: ¿cuánto tiempo puede y es necesario sostener la cuarentena? Un punto que se relaciona a la pregunta sin respuesta, aún, de cuánto tiempo durará la pandemia, es decir, cuándo aparecerá la vacuna.

Por el momento el país está arrojado a un escenario inédito. Las imágenes de la ciudad son de poco tránsito, poca gente, policías en muchos puntos, todos con tapaboca, comercios cerrados, salvo las farmacias y quienes venden comida. Una ciudad detenida hasta lo que se puede.

¿Cómo harán quienes viven del día a día? Es la pregunta que aparece ante cada caso de cuarentena. Es parte de la gran dificultad, que se vive con mayor preocupación en un país latinoamericano que en una estructura estatal, económica y social de Europa occidental.

Por el momento el objetivo es detener el avance del Covid-19, apuntalar el país con todas las estructuras estatales, organizativas y de apoyos internacionales, y esperar que el resultado sea el esperado.