El gran Steven Spielberg volvió a la televisión. Es cierto que no lo hizo en el rol de director –actividad que lo lanzó a la fama allá en los ’70 con películas como Tiburón o Encuentros cercanos del tercer tipo —, sino como productor, rubro en el que posee un currículum no menos impresionante. En este caso se trata de la serie Amazing Stories, que desde comienzos de marzo se emite a través de la plataforma de streaming Apple TV+ a razón de un capítulo por semana. Hasta el momento se han estrenado tres de los cinco episodios que integran esta primera temporada. Que en realidad sería la tercera, ya que la serie nació en la década de 1980 y tuvo sus dos ciclos originales entre 1985 y 1987, conocidos en América latina como Cuentos asombrosos. Aunque no se trató de un éxito de público, si fue un hito en materia de producción, por la calidad casi cinematográfica de su puesta en escena y por el nivel de los nombres que se involucraron en el proyecto. Vale la pena entonces hacer un viaje al pasado, para conocer un poco más aquel origen antes de meterse de lleno en la nueva propuesta.

Como se comprobó a partir del revival que terminó de explotar hace tres años atrás con el estreno de la serie Stranger Things, los ’80 fueron el paraíso del relato fantástico pasado por el colorido filtro del pop. En aquellos años, que a su vez estaban releyendo la cultura popular de la década de 1950, el género fantástico, el terror y la ciencia ficción tuvieron una nueva era dorada en la que Spielberg y su generación tuvieron mucho que ver. Igual que otros productos de la época, como la película de episodios Creepshow (1982), dirigida por George Romero y guión de Stephen King, o la serie de capítulos autoconclusivos Cuentos de la cripta (1989-1996), Amazing Stories estaba inspirada en la serie La dimensión desconocida (The Twilight Zone), cuyas emisiones originales se desarrollaron entre 1959 y 1964, convirtiéndose en un verdadero hito por su impacto en el imaginario colectivo y por su rol en la masificación de los géneros arriba mencionados.

Ambicioso como de costumbre, Spielberg convocó a un equipo de directores de un nivel que tal vez ninguna otra serie en la historia ha vuelto ni volverá a tener. Además de él mismo, la lista incluye los nombres célebres de Martin Scorsese, Clint Eastwood, Joe Dante, Robert Zemeckis, Tob Hopper, Irvin Keshner, Tom Holland y Bob Clark, junto a jóvenes promesas como Brad Bird, quien una década más tarde sería uno de los fundadores de Pixar. Y además le permitió a actores reconocidos enfrentar el desafío de dirigir. Entre ellos se contaban Burt Reynolds, Timothy Hutton, Paul Michael Glasser (conocido por interpretar al personaje de Starsky en la popular serie Starsky y Hutch) o Danny De Vito, quien al año siguiente filmaría su primera película, la inolvidable y políticamente incorrecta Tira a mamá del tren (1987), comenzando así una exitosa carrera como cineasta.

Siempre con La dimensión desconocida como modelo, los tres capítulos emitidos de la temporada 2020 de Amazing Stories tienen como denominador común sobre todo al género fantástico, con algunos ribetes que bordean la ciencia ficción. Pero hasta el momento los argumentos se han mantenido alejados del territorio del terror y no recurren con tanta frecuencia a la herramienta del humor, elementos que ocupaban un lugar importante en el desarrollo de algunos de aquellos 45 episodios originales de los ’80. Habrá que esperar a ver si algo de eso reaparece con más fuerza en los episodios que aún quedan pendientes, cuyos estrenos están previstos para los próximos viernes 27 de marzo y 3 de abril.

El capítulo que tuvo la responsabilidad de presentar el relanzamiento de la serie fue “The Cellar” (El Sótano). Ahí un desganado millennial viaja cien años hacia el pasado de manera involuntaria, cuando desciende al sótano de una vieja casa en refacción durante una tormenta de inusual magnitud. Ahí conoce y se enamora de una joven de su edad, quien habitaba la casa en aquel momento. El resto del episodio se desarrolla sobre la red de cruces en el tiempo que la pareja enfrenta para salvar su amor. 

El capítulo siguiente tiene como protagonistas a dos amigas adolescentes que viven en un típico barrio obrero de la comunidad negra. Ambas aspiran a convertirse en atletas, disciplina que esperan las ayude a conseguir lugar en la universidad. Pero una de ellas muere en un accidente y cuando su espíritu queda atrapado entre los vivos debe descubrir cuál es la razón para no haber ido directo al más allá. El título del episodio es “The Heat”, cuya traducción literal –El calor, aunque también puede ser El ardor— ofrece una pista acerca del desarrollo de la trama. 

El tercero, “Dynoman and the Volt!”, es el episodio más clásico tanto en términos argumentales como dramáticos. Un chico fanático de las historietas de superhéroes debe cederle el cuarto a su abuelo, quien necesita recuperarse de una operación en la rodilla. Aunque al principio el chico se alejará del viejo debido a su carácter hosco, pronto descubrirá que en su infancia también le gustaban los cómics, hasta que la aparición de un objeto extraño termina de reunirlos.

La nueva versión de Amazing Stories no derrocha originalidad. Las referencias de cada capítulo resultan evidentes, abrevando directamente en la fuente de distintas películas que acabaron convertidas en clásicos, como Volver al futuro (1985), Ghost, la sombra del amor (1990) o, de forma un poco más indirecta, El protegido (2000). Pero esta obviedad se traslada también a las estructuras internas de los relatos, todos ellos basados en el desarrollo del arco dramático del vínculo entre los dos protagonistas, cuyos destinos en los tres casos se encuentran atados a la aparición del elemento fantástico. Por esas razones, y más allá de algún lazo eventual con la cultura del siglo XXI, los relatos de Amazing Stories se perciben anticuados y nunca terminan de asombrar, más preocupados por calzar en imaginarios reconocibles para el potencial espectador que por ofrecer un universo, ya no digamos con reglas propias, pero al menos sí que se atreva al desafío de historias originales.