Trabajamos en el Hospital Papa Giovanni XXIII en Bérgamo, una instalación de vanguardia con 48 unidades de cuidados intensivos. Aunque Bérgamo es una ciudad relativamente pequeña, es el epicentro de la epidemia, más que Milán y cualquier otro municipio del país.

Nuestro hospital está altamente contaminado y ya estamos más allá del punto de colapso: 300 de cada 900 camas están ocupadas por pacientes Covid-19. Más del 70 por ciento de los lugares de cuidados intensivos están reservados para pacientes gravemente enfermos de Covid-19 que tienen una esperanza razonable de supervivencia. 

La situación es tan grave que nos vemos obligados a trabajar muy por debajo de nuestros estándares de atención. El tiempo de espera para un lugar en terapia intensiva es de horas. Los pacientes mayores no son objeto de reanimación y mueren en soledad sin siquiera la comodidad de los cuidados paliativos adecuados. Las familias no pueden tener ningún contacto con pacientes terminales y se les informa por teléfono de la muerte de sus seres queridos, por médicos bien intencionados pero exhaustos y emocionalmente destruidos.

En los alrededores, la situación es aún peor. Los hospitales están abarrotados y cerca del colapso, y faltan medicamentos, respiradores mecánicos, oxígeno y máscaras y trajes protectores para el personal de atención médica. Los pacientes se encuentran en colchones puestos en el piso. El sistema de salud está luchando por proporcionar servicios esenciales como la obstetricia, mientras los cementerios están saturados y ( por la acumulación de cadáveres ) crean un problema adicional a la salud pública.

Los trabajadores de la salud están abandonados mientras intentan mantener los hospitales en funcionamiento. Fuera de los hospitales, también son abandonadas las comunidades y se suspenden los programas de vacunación. La situación en las cárceles se está volviendo explosiva debido a la falta de distanciamiento social. 

Estamos en cuarentena desde el 10 de marzo. Lamentablemente , el resto del mundo no parece haberse dado cuenta de que la epidemia en Bérgamo está fuera de control. Los sistemas de salud occidentales se han construido alrededor del concepto de atención centrada en el paciente (un enfoque mediante el cual las decisiones clínicas se guían por las necesidades, preferencias y valores del paciente, nota de la traductora). Pero una epidemia requiere un cambio de perspectiva hacia un enfoque de atención centrado en la comunidad. Estamos aprendiendo dolorosamente que existe la necesidad de expertos en salud pública y epidemias. A nivel hospitalario nacional, regional e individual, aún no se ha entendido la necesidad de involucrar a los que tienen las habilidades apropiadas para contener comportamientos epidemiológicamente peligrosos. Por ejemplo, estamos aprendiendo que los hospitales pueden ser los principales vehículos de transmisión de Covid-19, ya que se llenan rápidamente con pacientes infectados que contagian a pacientes no infectados. 

El mismo sistema de salud regional está contribuyendo a la propagación de la infección, porque las ambulancias y los trabajadores de la salud se convierten rápidamente en portadores. Muchos trabajadores de la salud son portadores asintomáticos de la enfermedad o están enfermos sin vigilancia. Algunos corren el riesgo de morir, incluidos los más jóvenes, lo que aumenta aún más las dificultades y el estrés de los que están en primera línea.

Este desastre pudo haberse evitado con un despliegue masivo de servicios a la comunidad en los territorios. Para abordar la pandemia, se necesitan soluciones para toda la población, no solo para los hospitales. La atención domiciliaria y las clínicas móviles evitan viajes innecesarios y alivian la presión sobre los hospitales. La terapia de oxígeno temprana, los oxímetros de pulso y los suministros adecuados se pueden proporcionar en el hogar a pacientes con síntomas leves o convalecientes. Es necesario crear un sistema de vigilancia capilar que garantice el aislamiento adecuado de los pacientes confiando en las nuevas herramientas de la telemedicina. Tal enfoque limitaría la hospitalización a un grupo específico de pacientes gravemente enfermos. Disminuiría así la infección, quedarían cuidados los pacientes y el personal de atención médica y se minimizaría la necesidad de equipos de protección. 

En los hospitales se debe dar prioridad a la protección del personal médico. No se pueden negociar los protocolos. Los equipos sanitarios deben estar disponibles. Las medidas para prevenir el contagio deben implementarse masivamente en todos los lugares, incluidos los vehículos. Necesitamos hospitales completamente dedicados a Covid-19 y separados de las áreas no infectadas. Esta epidemia no es un fenómeno que solo afecta los cuidados intensivos: es una crisis humanitaria y de salud pública. Requiere la intervención de científicos sociales, epidemiólogos, expertos en logística, psicólogos y trabajadores sociales. Necesitamos urgentemente agencias humanitarias que operen localmente. 

La Organización Mundial de la Salud alertó sobre los alarmantes niveles de inacción. Se necesitan medidas valientes para frenar la infección. El bloqueo es fundamental: en China, el distanciamiento social ha reducido la transmisión de la infección en aproximadamente un 60 por ciento. Pero tan pronto como las medidas restrictivas se relajen para evitar detener la economía, el contagio comenzará a extenderse nuevamente. Necesitamos un plan a largo plazo para hacer frente a la pandemia. El coronavirus es el Ébola de los ricos y requiere un esfuerzo coordinado y transnacional. No es particularmente letal, pero es muy contagioso.La catástrofe que está arrasando la rica Lombardía podría ocurrir en todas partes.

(*) Esta carta fue recogida y traducida en Italia por Alejandra Maicas. Gracias a la inquietud por crear redes informativas serias de Damián Loreti llegó a manos de Martín Granovsky, que la leyó por la AM530 en su programa "Lo peor ya pasó " del 26-3-2020.