PáginaI12 En Gran Bretaña

Desde Londres 

El Brexit abrió un nuevo frente de tormenta para Theresa May. La primera ministra de Escocia Nicola Sturgeon anunció que propondrá un nuevo referendo para que los escoceses decidan entre un “Hard Brexit” (separación a rajatabla de la Unión Europea) o independizarse y poner fin a la unión con Inglaterra que rige desde principios del siglo 18, base del actual Reino Unido.

Sturgeon indicó que la próxima semana solicitará a Holyrood, el parlamento escocés, la autorización para negociar con el gobierno de May la realización de un nuevo referendo de independencia. “No nos queda otro camino. El gobierno de May descartó la pertenencia al mercado único europeo sin consultar a Escocia y rechazó la posibilidad de que tengamos un acuerdo preferencial con la Unión Europea. Además May dijo que los poderes delegados a la Unión Europea no volverán a Escocia sino que serán asumidos por el gobierno central. Es inaceptable”, señaló Sturgeon.

El abismo entre Sturgeon y May se consolidó a principios de mes durante la conferencia anual del Partido Conservador en Escocia.  En tono desafiante y en propio territorio escocés May señaló que sectores clave como pesca y agricultura, regulados desde Bruselas, no serían controlados de manera  autónoma por Escocia una vez que el Reino Unido se separe de la UE. “No podemos permitir que el Reino Unido se disgregue”, argumentó May.

La respuesta de Sturgeon es el anuncio de este nuevo referendo que no movió un ápice la intransigencia de Londres. En Downing Street un portavoz se negó a confirmar ayer si el gobierno daría la autorización que Escocia necesita para llevar adelante la consulta popular. Según el portavoz, las encuestas indican que los escoceses no quieren un segundo referendo que “causaría extraordinaria incertidumbre en el peor momento”.

En todo caso el proceso está en marcha: solo el parlamento escocés puede detenerlo. La semana próxima Sturgeon buscará la autorización parlamentaria para iniciar la negociación con Londres. Los otros partidos que conforman el parlamento - conservadores, laboristas y liberal demócratas - se manifestaron en contra de un nuevo referendo, pero el SNP tiene una mayoría que le permitiría sortear este obstáculo.

Los tiempos de la nueva consulta son un tema más espinoso. Esta semana el parlamento británico terminaría de aprobar el proyecto de ley que  autoriza a May a invocar el articulo 50 para iniciar la negociación de una salida de la UE. El límite estipulado para la negociación es de dos años, pero se ha hablado insistentemente en el Reino Unido de la posibilidad de un acuerdo “puente” que permita extender las negociaciones. El problema es que este acuerdo “puente” requiere de unanimidad en los otros 27 países de la UE.

Ayer Sturgeon admitió que la fecha del referendo dependerá de esta dinámica. “El cronograma del Brexit recién se aclarará en otoño del año próximo. Si esto es así, la consulta tendrá que realizarse entre otoño de 2018 y la primavera de 2019. Más no puede demorarse. Sería demasiado tarde”, dijo Sturgeon.

En el referendo de 2014 la victoria del No a la independencia fue categórica: el 55% de los votos. Una de las razones de los holgados 10 puntos que le sacaron a los independentistas fue el peligro de que Escocia quedara fuera de la UE si se separaba del Reino Unido. La ironía es que dos años después Escocia se ve obligada a formar parte del Brexit a pesar de que una amplia mayoría de los escoceses (62%) se inclinó por permanecer en la UE. “No queríamos un Brexit. Mucho menos podemos tolerar un Hard Brexit”, señaló ayer Sturgeon.

En una situación similar se encuentra otra de las patas del Reino Unido, Irlanda del Norte, que también votó masivamente a favor de permanecer en la UE. El gran temor de los norirlandeses es que el Brexit sea el fin de la paz alcanzada en 1998 entre protestantes unionistas y católicos republicanos luego de 30 años de enfrentamientos.

Gales, la autonomía más débil del Reino Unido, es un caso particular del arrepentido, patología que se extiende por el mundo de la democracia, como se ve con Mauricio Macri o Donald Trump. A pesar de que Gales recibía subsidios indispensables de la UE, votó a favor del Brexit y ahora se alarma ante la posibilidad de un “Hard Brexit” que lo deje más aislado que nunca del continente.