Cambridge.La internación del jefe de gobierno británico Boris Johnson en terapia intensiva de la que salió el 9 a la noche, destapó uno de los aspectos no explicitados en la constitución británica caracterizable en un todo como no-codificada. Decir que no es escrita es un disparate.

El 9 de abril su reemplazante Dominic Raab, el Ministro de Relaciones Exteriores, actuando primariamente como Primer Secretario de Estado, aseguró en su conferencia de prensa, habitual y diaria, que “tenía las facultades suficientes como integrante de un equipo para tomar decisiones requeridas”. Pero admitió que hace días que no tiene contacto con Johnson.

Esta falta de explicitación a nivel constitucional en caso de una incapacidad temporaria revela un aspecto común a una sorprendente cantidad de los arreglos constitucionales e institucionales en el mundo. Tampoco es una novedad. La falta de contacto también se da en casi todos los casos.

Un reemplazo permanente es otra cosa. En esa circunstancia constitucionalmente se prevé un vice o se desencadena un proceso de reemplazo.

El tema de actualidad es el reemplazo de un jefe de estado en forma provisoria cuando los mecanismos que llevan a hacer pública la incapacidad permanente no han tenido que funcionar.

En nuestro país tuvimos experiencias de diverso tipo. En 1940 con el presidente Roberto Ortiz y en 1975 con Maria Estela. M. de Perón (Isabel). Tras numerosos errores políticos y el Rodrigazo en junio de 1975 siguieron más de tres meses de reuniones de gabinete no presididas por Isabel, una licencia y un escandaloso auto secuestro en la Clínica Mater sin contacto el gabinete por más de un mes.

No debe sorprender que en el Reino Unido falten disposiciones legales y constitucionales. Si existen protocolos interministeriales para el manejo de las distintas subcomisiones que integran el gabinete y que Dominic Raab, ante preguntas de la prensa, alegó “son suficientes”.

En Estados Unidos el caso más sonado es el de Woodrow Wilson en 1919. Exhausto por las deliberaciones del Tratado de Versalles y la campañainfructuosa por lograr su ratificación por el Senado, debió recluirse en la Casa Blanca luego de una trombosis que lo dejó semi paralizado. Su mujer Edith Bolling Galt no le permitía al gabinete que lo viera. La Sra. Wilson iba y venía con papeles para la firma al dormitorio de Wilson hasta donde sesionaba, sin presidente, el gabinete. Aun sigue el debate en la historiografía si las firmas de Wilson eran efectivamente las del presidente o eran las de su cónyuge.

En Francia el sucesor de Charles De Gaulle, George Pompidou, que asumió en 1969 y dejó la presidencia al fallecer en 1974. Antes de su deceso hubo meses y meses de ocultamientos y falta de claridad dado que la constitución no aclara que puede y debe hacerse.

Los ocultamientos hoy son difíciles por el modo en que opera el ciclo mediático. No es imposible que en el caso de Johnson se haya optado por la verdad apenas disimulada. Esto no fue no siempre característico del manejo de la información de enfermedades anteriores de primeros ministros británicos como ocurrió con Winston Churchill durante la Segunda Guerra y su segundo mandato entre 1952 y 1954.

Con Anthony Eden, que lo sucedió a Churchill en 1955, como tenía graves problemas de vesícula, tampoco se reveló que las dos operaciones de vesícula habían sido un fracaso. Tras idas y venidas debió renunciar en 1957 habiendo llevado a su país en 1956 a la humillación de Suez cuando invadió Egipto dada la nacionalización del canal por parte de Gammal A. Nasser. Contó con el apoyo de Francia e Israel pero el presidente de USA, Dwight Eisenhower, obligó a Eden a retirar las tropas de Egipto. Eisenhower llamó y por un error un secretario siguió escuchando y oyó que el Presidente estadounidense comenzó diciendo: ”Anthony ¿ te has vuelto loco?”. No estaba loco pero si muy sedado por las secuelas de las operaciones se publicó en 1978.

Otro caso muy mentado de reemplazo provisorio problemático, aunque no se trate de un sistema político conocido por su apego a normas constitucionales, es el ruso. Boris Yeltsin enfermó tras años de dipsomanía creciente y renunció en 1999 a fin de que lo sucediera Vladimir Putin en una manipulación de la sucesión típica del Kremlin.

Que con frecuencia y en varios sistemas políticos falte claridad sobre el modo del reemplazo provisorio es explicable por la delicadeza y dificultad política del tema. Es esperable que un político apoltronado en la jefatura de un gobierno sea renuente a irse, así como a tocar el tema.

Boris Johnson se recluyó, pero repitió que seguía a cargo. Han pasado cuatro días de una internación que, sostienen los medios, podría prolongarse una semana más. Pero el papel de Raab no es constitucional, tampoco tiene nivel legal en sentido estricto, sino que es el resultado de protocolos internos al gabinete de valor menor a una noma constitucional o legal. Como en tantos casos predomina la precariedad.

Politólogo. Universidad de Cambridge