Desde Roma
El papa Francisco cerró este domingo las celebraciones de la Pascua con un mensaje dirigido a todo el mundo en el que, haciendo mención de la crisis desencadenada por el coronavirus pidió acabar con las guerras y la producción de armas, así como “relajar” las sanciones internacionales que sufren los países afectados por el virus y que les impide ofrecer una ayuda adecuada a sus ciudadanos. Pero también pidió que todos los países afronten “las grandes necesidades del momento, reduciendo o incluso condonando la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”. “Este no es el tiempo de la indiferencia, porque todo el mundo está sufriendo y debe encontrarse unido para afrontar la pandemia”, dijo Francisco. “Este no es el tiempo del egoísmo porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace excepción de nadie”, subrayó.
Al concluir la misa de Pascua que celebró en la basílica de San Pedro y a la que asistieron muy pocas personas y muy distanciadas entre sí -como en todas las ceremonias de esta inusual Semana Santa- , el Pontífice tuvo palabras de afecto hacia las víctimas de la pandemia y sus familias, los ancianos y personas solas. Pero también para los pobres, los que no tienen hogar, migrantes y refugiados, y para los que viven en las cárceles, pidiendo a la gente que trate de procurarles a todos ellos los bienes de primera necesidad y los medicamentos, a veces difíciles de conseguir por la cuarentena, y la asistencia sanitaria necesaria. Asimismo manifestó su agradecimiento por la tarea que realizan cada día médicos y enfermeras, el personal hospitalario en general y las fuerzas del orden.
“En estas semanas, la vida de millones de personas cambió repentinamente. Para muchos, permanecer en casa ha sido una ocasión para reflexionar, para detener el frenético ritmo de vida (…) Pero también es para muchos un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo”, añadió Francisco. Además pidió a quienes tienen responsabilidades políticas “trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna” .
El papa Francisco, que en sus mensajes generalmente se dirige más que nada a los países más pobres o con serias dificultades políticas, esta vez tuvo palabras especiales para Europa, que actualmente cuenta con un total de 660.027 infectados por el Covid-19 en los cinco países con más contagiados (España, Italia, Francia, Alemania y Reino Unido) . “Después de la Segunda Guerra Mundial, este amado continente pudo resurgir gracias a un auténtico espíritu de solidaridad que le permitió superar las rivalidades del pasado. Es muy urgente, sobre todo en las circunstancias actuales, que esas rivalidades no recobren fuerza, sino que todos se reconozcan parte de una única familia y se sostengan mutuamente. Hoy, la Unión Europea se encuentra frente a un desafío histórico, del que dependerá no sólo su futuro, sino el del mundo entero”, dijo, subrayando que “este no es el tiempo para las divisiones”. El papa hizo así una tácita referencia a las diferencias surgidas en los últimos años dentro de la Unión Europea (UE), sobre todo de parte de los gobiernos conservadores de Austria y Hungría, respecto a los inmigrantes. Pero también aludió a la salida de Gran Bretaña de la UE que se concretó este año, y que traerá no pocos problemas tanto para Inglaterra como para Europa, agravados por esta crisis.
Por otra parte, al pedir el “alto el fuego global e inmediato en todos los rincones del mundo”, el papa Francisco subrayó que “no es este el momento para seguir fabricando y vendiendo armas, gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para cuidar personas y salvar vidas”. Y así pidió por el fin de la guerra en Siria, los problemas en Ucrania oriental, el conflicto en Yemén y las tensiones en Irak y el Líbano, los atentados terroristas en África pero también pidió retomar el diálogo entre israelíes y palestinos. “Este no es tiempo del olvido. Que la crisis que estamos afrontando no nos haga dejar de lado tantas otras situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas”, como algunas poblaciones de Asia y África que están atravesando graves crisis humanitarias por guerras, sequías y carestías.
Una palabra especial la dedicó el papa Francisco, hijo de italianos que emigraron a Argentina, a migrantes y refugiados, muchos de ellos niños, recordó, que “ viven en condiciones insoportables, especialmente en Libia y en la frontera entre Grecia y Turquía”.
Las últimas palabras de su mensaje las dedicó a Venezuela -donde uno de sus estrechos colaboradores, el secretario de estado vaticano Pietro Parolin fue representante vaticano varios años-, manifestando su esperanza de que pueda “alcanzar soluciones prácticas e inmediatas orientadas a facilitar la ayuda internacional a la población que sufre a causa de la grave coyuntura política, socioeconómica y sanitaria”.
“Queridos hermanos y hermanas: las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre!”, concluyó Francisco que impartió la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y el mundo) que concedió la indulgencia plenaria a todos los que hubieran escuchado -ya que a causa de la cuaresma impuesta por la pandemia, todas las ceremonias de la Semana Santa fueron transmitidas por distintos medios de difusión en vivo.- o vivido aunque fuera espiritualmente, la misa pascual.