Siempre fue así, y así va a seguir siendo: cada generación se constituye a partir de sus propios mitos. Y si los centennials tumbaron el club con Neo Pistéa, deformaron su vocabulario con Coscu e iniciaron una revolución bailable, primero con Fortnite (sí) y después con Tik Tok (también), la Generación X y los early millenialls habían encontrado en los rayos catódicos su propio Dios pop. Por ahí andaba la vieja MTV, la señal de cable que hizo lo que quiso con dos generaciones. Que puso a dibujar separadores al mismísimo Bill Plympton. Que popularizó a Beavis and Butt-Head en una época en la que decir “teta” era una revolución. Que inventó los Unplugged televisivos (Kurt Cobain y su pulóver). Y que impulsó a Ruth Infarinato como una de sus apóstoles cool. Bueno, ahora, muuucho tiempo después, regresa ese espíritu de la antigua MTV. O, al menos, una fina selección. Y, en los hechos, vuelve gratis y para todo el mundo. Incluso, con algunos cuantos detalles más. ¿Dónde? En Pluto.tv.

Hoy resulta imposible llegar al contenido sin pensar en el streaming. No obstante, hubo una vida sin toda esta comodidad hogareña, donde la tele por cable, el cine y el videoclub (y bastante más tarde los Torrent) constituían la base de la pirámide del consumo audiovisual. La popularidad de Netflix destrabó con naturalidad los servicios pagos por Internet y llegó la golden age de las plataformas de video: HBO Go, Qubit.tv, Amazon Prime Video, Mubi y tantas más. En ese envión, Pluto.tv, encargada de la vuelta de la MTV clásica, comprime una especie de híbrido, un nuevo sistema que mezcla un catálogo on demand de películas, series y programas, con canales de TV en vivo. Y que se ofrece gratis y sin suscripción. En criollo: Pluto.tv es como colgarse del cable con todos los chiches, pero con wi-fi.

 

Una caja de resonancia millennial

Para el consumo joven, el catálogo de cine de Pluto.tv oscila entre lo popular (Our Idiot Brother con Paul Rudd, Despedida de soltera con Kirsten Dunst), el terror mainstream (le enferma Hellraiser, la dosmilera Jeepers Creepers), el horror clase B (King of Ants de Stuart Gordon, que se vio poco y nada; la exploitaition romeriana The Burning Dead, con Danny Trejo), el culto (la futurista Aeon Flux, la fichinera y maso-maso Street Fighter: Puño Asesino), la basura sexy sci-fi de Assylum (de Titanic II a Mega Shark versus Giant Octopus) y algunas perlitas criollas (la argentino-uruguaya El candidato, la siempre actual Tiempo de revancha).

El servicio ofrece, además, un tendal de canales que transmiten en vivo, como el de Anime, que exhibe 24 horas de animación japonesa y otras yerbas. Y que repite, uno detrás del otro, episodios de Bakugan, Beyblade y la canadiense Di-Gata Defenders, serie animada que tuvo su paso fugaz por Cartoon Network. También se destaca el canal Pluto Investiga, para fans de los policiales, con Forensic Files, The New Detectives y The FBI Files.

Pero la verdadera perla blanca de Pluto.tv es MTV Vintage, el anhelado reverso ondero de los realities contemporáneos con… ¡Daria y Punk’d! En ese sentido, MTV Vintage lleva tranquilidad a quienes se oponen a una convivencia con este MTV actual (lo dicho: a cada generación, su mito; a cada MTV, su generación) y que prefieren ver I Used to be Fat que Ridículos.

Y los nostálgicos siguen de parabienes porque por allí pulula la señal Nick Jr. Club, con la híper tierna Ni Hao, Kai Lan y la versión from da hood de La Isla Gullah Gullah. Y una bomba más: Nick Clásico, que tiene en su oferta cartoons históricos de Nickelodeon como The Wild Thornberry’s, Aaahh! Monstruos y Rocko’s Modern Life, que hace nada también volvió en forma de especial televisivo para Netflix, aunque muchos lo prefieran en su envase tradicional.

 

Pluto.tv: lo mejor de dos mundos

“Esperamos convertirnos en el servicio de streaming gratuito sustentado por publicidad elegido por todas las audiencias“, arriesga Darío Turovelzky, director general de la compañía, inflando pecho. En su haber ya disponen de una biblioteca de 12 mil horas de series, shows y películas, en una variedad de géneros que incluye animé, lifestyle, reality shows, naturaleza, programas de crimen e investigación y contenido para niños.

Pluto.tv se financia con las tandas comerciales de los canales. Digamos, como la tele abierta y privada. Como usuario, con los estándares de servicios, sumergirse en una oferta así puede resultar curioso. ¿Ver contenido ilimitados sin pagar abono? ¿Es piratería? ¿O algún engañapichanga en el que en unos meses habrá que pagar quién sabe cuánto y quién sabe por qué? “Solo basta con ingresar a la plataforma para empezar a disfrutar de contenido de más de 60 socios globales: estudios de cine, canales de televisión, distribuidores y reconocidas productoras”, tranquiliza Turovelzky.

Posiblemente el detalle más discutible y sobresaliente sea que la mayor parte del contenido está en latino. La cinefilia más hardcore queda resentida al perderse las V.O.S.E. (versión original subtitulada al español), pero tiene que ver con la elección deliberada de abrazar un universo ATP: que todos vean todo, que nadie se pierda nada. “La estrategia es ofrecer la más variada propuesta de contenido curado y en español, ya sea nativo porque es local o bien contenido internacional doblado”, explica.

 

Pluto.tv apunta directamente a las audiencias de habla hispana y ya opera en más de 17 países de América Latina con 24 canales. En los próximos meses irá sumando canales hasta llegar a más de 70. Asimismo, irán lanzando espacios emergentes que durante un período de tiempo abordan temas o eventos específicos. De hecho, actualmente existe la sección on demand “Quedate en casa”, con material que estimula la cuarentena como Parts Unknown y No Reservations, gemas descatalogadas del fallecido Anthony Bourdain, el cocinero más rockstar del universo.

Entonces, esto también lo sabe todo el planeta, para que los mitos sigan vigentes hay que recordarlos, estimularlos, revivirlos. Por eso, Pluto.tv llama la atención, se potencia como un imán nostálgico, sube el level como un Netflix free for all y se florea como un videoclub online que se chapa con lengua a la tele por cable. Por eso, de pronto, esos viejos programas favoritos exhibidos en televisión lineal resultan tan fraternales como el abrazo de un ser querido. O la vuelta de un viejo amigo que nunca se fue pero que andaba perdido. Ese amigo querido que ahora vuelve a estar disponible, ya no con un control remoto sino con un clic de distancia.