Hace dos años, el periodista, escritor y productor fonográfico Horacio Vargas publicó por la editorial rosarina Homo Sapiens una antología de textos sobre jazz, Gente con swing. Otro libro que continúa al anterior, Gente con swing II acaba de salir por Homo Sapiens y UNR Editora, aunque "salir" no sea la expresión justa. En estos tiempos para quedarse revisando la discoteca o el algoritmo de You Tube, el libro existe por ahora en formato PDF. En la tienda digital de la librería HomoSapiens  es posible adquirirlo. En estos días en que el tiempo se estira y habilita redescubrir viejas pasiones musicales o literarias, Vargas organiza un recorrido donde ambas artes se encuentran.

El libro se divide en 5 partes. “El silencio se paseaba entre los sonidos como un gato con su gran cola negra”, escribe Carlos María Domínguez citando a Felisberto Hernández en "Variaciones sobre el bebop". El biógrafo del escritor Juan Carlos Onetti ecualiza prosa y fraseo, explorando ideas en busca de lo específico literario del jazz: quizá cierta tensión dialéctica entre silencio y sonido, entre estructura (armónica) y superficie (melódica), o entre lo no dicho y los enunciados. Da así con un terreno común a jazz y literatura que va a servir de lugar de encuentro a voces muy disímiles, unidas por el amor a la música.

Y el libro cierra con un solo magistral de Julio Cortázar, quien en la crónica de un concierto en Ginebra traduce a prosa el fraseo inigualable de Thelonius Monk: "tres sombras como espigas rodean al oso investigando las colmenas del teclado, las burdas zarpas bondadosas yendo y viniendo entre abejas desconcertadas y exágonos de sonido, ha pasado apenas un minuto y ya estamos en la noche fuera del tiempo, la noche primitiva y delicada de Thelonious Monk". Le precedió Boris Vian, expresando un malditismo que sella también los destinos de los enfants terribles del jazz del siglo XX.

Si Gente con swing facilitaba un mapa, la nueva antología se lanza de lleno a explorar el planeta jazz, sin olvidar sus satélites en el rock. Desde Rosario, Alberto Giordano aporta un golpe de swing sobre cómo trabajan el antologador, la memoria y el azar.  Pablo Bagnato le canta al barítono Johnny Hartman en una prosa que ilustra la tesis de Domínguez mientras juega con tópicos que hacia el final del libro serán revisitados nada menos que por Luis Alberto Spinetta. “Tenía la sensación de que el jazz era música para tipos con whiskies en la mano, apoyados en la barra de un boliche oscuro. Y después me di cuenta de que el jazz es la libertad que no se fija límites a la inspiración”, dirá, citado por Fernando Ríos en un estudio, hasta ahora inédito, sobre las fuentes jazzísticas del Flaco y su influencia en jóvenes generaciones de músicos. 

Néstor Tkaczek, desde Río Negro, retoma el motivo Cortázar evocando a Johnny Carter, protagonista de su cuento "El perseguidor" (una ficción basada en la vida del saxofonista Charlie Parker y que desgrana electrizantes reflexiones estéticas, tales como el "esto lo estoy tocando mañana" que inspiró una hermosa canción a Pedro Aznar). Desde Mendoza y de cerca, Miguel García Urbani y da un perfil humano y artístico del pianista Michel Petrucianni. 

La segunda parte se pasea por la poesía escrita en honor al jazz. Raúl Gustavo Aguirre saluda a Charlie Parker; en tiempos de hierro, de guerra, Raúl González Tuñón invita: "Entremos al bar, la noche está afuera, como el mar. El bar parece un puerto". Del poeta cordobés Daniel Salzano se transcribe la letra de una canción con música de Juan Carlos Baglietto. Paco Urondo, Mario Trejo, Sun Ra (nombre artístico/espiritual de Herman Sonny Blount) y el beatnik zen Jack Kerouac completan el segundo tramo de la zapada.

La tercera parte empieza con tres figuras fundamentales: el pianista Bill Evans, el trompetista Miles Davis y el saxofonista John Coltrane. Además de dos ensayos por Federico Monjeau y Adrián Iaies sobre el revolucionario tecladista, Joaquín Sánchez Mariño investiga y adorna con pinceladas de humor absurdo su olvidada visita a la Argentina en 1979, mientras Horacio Verbitsky regala jugosas reflexiones y anécdotas sobre Evans, Tony Bennett, Mozart, los '70 y el tango. En 1960, Miles y Coltrane eran silbados en París cuando en Nueva York la gente hacía cola para ir a verlos, cuenta Eduardo Simone antes de analizar la conjunción estelar entre el autor de "Blue Train" y el de "Kind of Blue". Luego Paul Citraro presenta a Clifford Brown, Pere Pons a Jerry González y Claudio Kleiman (miembro fundador del Expreso Imaginario, una revista que abrió orejas y cabezas) a Joe Pass, el guitarrista que tocaba solo y era una orquesta. 

En una cuarta parte antes del postre por Vian y Cortázar, investigadores y periodistas redondean un panorama del jazz en Argentina. La etnomusicóloga Berenice Corti explora la paradoja de un "jazz negro" en un país excluyente de lo afro. Teodelina Basavibaso entrevista con cálida cercanía al saxofonista rosarino Leandro Barbieri, más conocido como el Gato. En 1999, el Gato Barbieri fue designado Visitante Ilustre y Ciudadano Artista Distinguido de esta ciudad, como cuenta Fernando Helio Abaca. Gonzalo Chicote rinde homenaje al guitarrista cordobés Walter Malosetti. Adrián Baigorria traza un perfil del trompetista cordobés Mariano Loiácono. Mariano Del Mazo logra que le abra su corazón el compositor salteño Dino Saluzzi. Marta Lambertini entrevista a Gerardo Gandini, Raquel Roberti al guitarrista Luis Salinas y Leandro Arteaga a Ernesto Jodos, con motivo de la edición de un disco por BlueArt Records. Entre el jazz y el rock, el Flaco Spinetta irradia aún su luz en el citado ensayo de Fernando Ríos.

Diarios, revistas, libros y redes son el mar donde Vargas pesca estas perlas de escritura musical, no menor entre las cuales es la ilustración de tapa por el Negro Fontanarrosa. Cabe esperar una tercera parte donde brillen las voces femeninas del jazz, tanto en el idioma universal de la música como en el periodismo, la historia, la crítica y la poesía.