La cuarentena obligatoria puede generar reacciones negativas pero también estimular la creatividad: Las fronteras del cuerpo es un largometraje colectivo concebido y filmado en sólo diez días por quince cineastas, en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Santiago del Estero, Neuquén y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre el 5 y el 15 de abril. El film se estrenará este jueves en Canal Encuentro a las 20.30 y refleja de forma urgente, y con los elementos técnicos que tenían disponibles en sus hogares, la mirada de estas directoras y directores argentinos en situación de confinamiento, con la intención de transmitir sus vidas cotidianas, sus universos interiores, sus sensaciones y reflexiones íntimas a partir de lo que observan del mundo exterior en estos tiempos difíciles.

Bajo la consigna “Así miro/siento el mundo en este tiempo”, todos elaboraron microrelatos narrados en primera persona desde el encierro, usando sus teléfonos celulares o cámaras fotográficas para transmitir, en forma de ensayos audiovisuales, sensaciones, pensamientos y reflexiones poéticas sobre el momento actual.

Luego de los primeros días de definida la cuarentena, los cineastas Andrés Habegger y Nicolas Alonso comenzaron a pensar y reflexionar sobre las imágenes que podían surgir a partir del interior: ¿Cómo serían esas imágenes? Así nació la idea de filmar cortometrajes –que forman el largo-, pero alejándose totalmente de lo periodístico y lo informativo para indagar en lo poético y lo visual. Entonces, propusieron a algunos colegas hacer un trabajo audiovisual con todo eso que los atraviesa. El objetivo fue mirar el mundo de adentro hacia afuera, desde el cuerpo como última frontera -o como primera- con el “mundo”. Cada cortometraje tiene su identidad, pero el conjunto de las narraciones cuenta una historia de lo que sucede durante la pandemia en un lugar del mundo que, si bien es único, tendrá el eco de quienes sientan en estas historias parte de las experiencias que les atraviesan.

"Sentía en algún lugar que la cuarentena empujaba a encontrarse con un yo autor. Estoy acá: ¿Cómo miro? ¿Qué miro? ¿Qué miro de mí? ¿Cómo miro hacia afuera? Empecé a preguntarme cuáles son las imágenes que sólo se perciben en el interior. A partir de esa motivación surgió la idea y empecé a jugar y a filmar esas cosas que para mí eran onírico-diurnas”, cuenta Habegger. “Este es un proyecto absolutamente extraño porque una película nos lleva a todos cuatro años y esto surgió así. Después, pensé que a todos les estaba pasando eso. ¿Y todos lo verán de la misma manera? ¿Qué les estará sucediendo en su interior? Es algo que nos unifica a todos pero son universos tan singulares", agrega. Para el director de Imagen final lo interesante de todo esto “es que no queríamos que fuera algo periodístico”, según explica. “En ese momento, empezaron a llegar imágenes muy impactantes que estaban buenísimas, como las de las calles vacías. Pero yo quise lo opuesto. No quise mirar hacia ese afuera. Al contrario, estamos acá, ¿cuándo volverá a pasar que todos estemos guardados? Entonces, fue mirar eso y que trascendiera lo informativo."

Su corto, Amanece, contiene textos de la poeta argentina Olga Orozco y del cineasta ruso Alexander Sokurov, y tiene un sentido más onírico que realista. “Estaba haciendo un curso on line con Gustavo Galuppo, que trabaja mucho el cine experimental y vi algunas cosas de Sokurov y, además, estaba leyendo textos de Olga Orozco. Tomé frases, pero los readapté. La mayoría del texto es mío y tiene dos frases de ambos”, explica Habegger.

Santiago querido

Melina Terribili –directora del notable documental Ausencia de mí, sobre el exilio de Alfredo Zitarrosa- está en estos momentos en La Banda, Santiago del Estero. Su compañero es santiagueño y siempre van a pasar los veranos allí. "No elegimos una buena estación, pero bueno porque en verano es tremendo, 60 grados de calor", dice y se ríe. Pero todo tiene su compensación. Según cuenta, el lugar es muy lindo, a diferencia del departamento en que ambos viven en Buenos Aires. “Venimos acá y tenemos muchos metros cuadrados de verde, con árboles, calles de tierra, no pasan coches”. Tienen momentos para leer. “Y antes de la cuarentena yo intuí que no estaba bueno volver".

Su corto, Anochece, está filmado en esa casa inmersa en medio de la naturaleza santiagueña. “Hace mucho tiempo que me atrapa este momento de transición entre el día y la noche, este clima que tiene el anochecer, que es un poco entre el final de algo y el comienzo de otra cosa. Estoy en un ambiente de mucha naturaleza, de muchos árboles, de mucha belleza, pero veo cómo se transcribe la angustia en un entorno así. Sentí que, a pesar de lo que me rodea y de la sensación de libertad y de belleza, estaba viviendo una sensación de angustia, miedo, soledad, distancia, mucha preocupación y mucho dolor por todo lo que está pasando y por la gente que está muriendo”, explica Terribili.

Al mismo tiempo, la cineasta entiende que éste es un momento para reflexionar “sobre todo lo que tiene que caerse, derrumbarse; nadie fue capaz de hacerlo y, en un punto, uno siente que la naturaleza se está encargando de aplicar una forma de entrar, aunque obviamente sería muy inocente pensar que las personas que destruyen a través de la maldad y la desigualdad puedan cambiar y ser otras personas después de esto”, según expresa Terribili. A la realizadora le sensibiliza mucho lo que está sucediendo con la naturaleza, los animales, el planeta; es decir, con la forma en que se está destruyendo la vida en general. “A veces, uno siente cosas que sólo las puede traducir en imágenes. Yo sentía que el momento del día era éste, el anochecer, que la forma, la luz y el color tenían que estar teñidos de este momento. Y busqué dentro de esta sensación que, aunque no la tenía puesta en palabras, sí la tenía clara”. La buscó en un texto. “Me gusta mucho la poesía, sobre todo la de poetas mujeres. Y me encontré con una poeta que no conocía, la uruguaya Amanda Berenguer (fallecida en 2010). Este fue el texto que podía entrar a hacer un diálogo con las imágenes y con lo que siento. Se llama ‘Comunicaciones’”, comenta Terribili sobre el texto que lee en off y que acompaña las imágenes.

Barrio porteño

Paulo Pécora pasa la cuarentena en su departamento del barrio de Constitución junto a su pareja y sus dos gatos. “Traté de reflexionar sobre lo que puede llegar a ser esta cuarentena, según cómo cada uno la viva. Una reflexión que tuve con distintos compañeros y amistades fue que muchos de ellos la pensaban como una oportunidad para un cambio, un cambio a nivel macro, que ojalá pueda servir para hacer un mundo un poco menos injusto. Pero, al mismo tiempo, cómo esta cuarentena en lo micro nos puede llegar a servir a todos con nuestras costumbres, nuestras formas de entender el mundo, nuestras formas de vivir solos o en pareja para tratar de amoldarnos a esta nueva realidad y reflexionar en relación a nuestros comportamientos y a nuestras formas de ser”, explica el director de El sueño del perro y Marea baja.

El corto de Pécora se titula Segundo piso, departamento 18. A partir de la consigna, se le ocurrió poner en escena cómo vive sus mañanas. “Si bien el corto tiene una estructura dramática que va desde el amanecer hasta el anochecer, con la Luna y demás, mi idea era captar la percepción que tengo de algunos momentos de la mañana, cuando la luz entra por las ventanas de mi casa generando diferentes efectos lumínicos y ópticos. Entonces, un poco el corto trata de registrar o de traducir en imágenes lo que sería mi percepción de esas mañanas, de esos momentos de quietud y de silencio que hay en las mañanas en mi casa. Y esa luz deja un registro a través de sombras, brillos y diferentes efectos ópticos”, explica el cineasta.

Las imágenes se complementan con un fragmento de “La historia de Iza”, poema de la escritora irlandesa-francesa Grace Ramsay, escrito en 1869 durante la epidemia de peste. “Es muy interesante y muy pertinente para lo que nos está ocurriendo porque tanto en 1869 como ahora las cuestiones humanas fundamentales no varían demasiado. De algún modo, esto nos puede llegar a hacer ver cómo podemos disfrutar más nuestro tiempo, sin necesidad de estar corriendo permanentemente, sin estar atados a una rutina alienante”, plantea Pécora. El objetivo del corto “es transmitir esa reflexión acerca de una posibilidad de cambiar nuestras vidas para bien a partir de esta eventualidad y traducido a través de un modo de ser que yo tengo en mis mañanas, de tener el tiempo y la tranquilidad suficientes como para percibir las cosas de otra manera", concluye Pécora.

Entre dos

El 12 de marzo Nicolás Herzog había estrenado La sombra del gallo (actualmente en Cine.ar). Fue al estreno de su película a Concordia junto a su pareja María Mir y allí los “agarró” la cuarentena. Ambos tienen una casa en Concordia, así que no fue mucho problema dónde quedarse. “Entre la ansiedad e incertidumbre del sector cinematográfico y de todo lo que está pasando en el país, nos tocó un lugar medio privilegiado porque tengo mi casa alejada del centro, así que estamos en un proceso de introspección”, cuenta Herzog.

“Nos llegó la propuesta de Andrés y nos entusiasmamos con esta idea de hacer un registro en las condiciones en las que estábamos y con el material que teníamos a disposición que eran nuestros teléfonos y una computadora, no mucho más”, relata el director de Vuelo nocturno. Le propuso a Mir –que es directora de fotografía y también realizadora- hacerlo juntos. Y se preguntaron: “¿Qué tenemos a disposición? La mirada de uno sobre el otro”. Herzog recuerda que Habegger había propuesto algunos parámetros, como contar el corto entre 4 y 6 minutos, entre 8 y 15 planos, que en un plano tenía que verse una ventana y que los cuerpos que aparecían en plano nunca tenían que ser totales sino fragmentados. “Esos condicionamientos nos entusiasmaron a pensar la idea de dos cuerpos que están en presencia transitando un poco este espacio, y un poco de manera documental y también de ficción. Pero pareciera que esos cuerpos nunca terminan de encontrarse”, cuenta el director sobre el origen del corto Ping-pong. “Entonces, entre la ansiedad y la paz, entre el movimiento y la música y el transitar un día que empieza y que vuelve a empezar, como si fuese una rutina constante, se nos ocurrió esta metáfora del ping-pong, como dos cuerpos atravesados o vinculados a través de una red y que esa red es también el punto de acceso al exterior”, comenta el codirector.

Actualidad y antigüedad

Valentina Llorens está viviendo bastante bien la cuarentena porque aprovecha el tiempo para dibujar, aunque reconoce que su bienestar "no es por suerte sino por un privilegio de clase". Su corto se titula Grecia y tiene su porqué. "La decisión fue ver qué me venía en esa semana que estaba porque las semanas van cambiando. Hay una en que estoy con mis hijes y otra que no. En esa semana estaba con mis hijes. Entonces, vi qué me traía. Y fui filmando lo que me iba trayendo”, cuenta la directora de La casa de Argüello. En aquel momento, le llegó el audio de la maestra de su hija con la historia de Grecia. Y se sintió interpelada. “Supuestamente, nosotros aprendimos de los griegos y ¿qué aprendimos? ¿aprendimos mal? ¿aprendimos bien? Lo hice desde ahí, desde la historia, una retrospectiva de todo lo que somos como sociedad. Basamos una parte de la sociedad en todo lo que se conformó en Grecia: la democracia, la ciencia, la geografía. Desde ahí surgió el tema de Grecia”, apunta la directora que utilizó como sonido la música de su hijo Lorenzo, de 8 años, que la compuso esa semana en la computadora. “Es contradictorio porque estamos hablando de ciencia y geografía por la globalización y la Covid-19 te trae a una reflexión sobre eso. Y para mí es contradictorio. Creo que la situación en la que estamos es todo lo que fuimos haciendo como humanos. Entonces, ¿tenemos el poder de hacer cosas o no? ¿Desde dónde si estamos como estamos?”, se pregunta Llorens. El interrogante aún no tiene respuesta.

*Además de su estreno en el Canal Encuentro mañana jueves a las 20.30, a partir del viernes  Las fronteras del cuerpo se podrá ver en Contar, la plataforma de video online de la Secretaria de Medios y Comunicación Pública, hasta el domingo 3 de mayo.

Título por título

Los quince cortometrajes que integran Las fronteras del cuerpo son:

* Amanece, de Andrés Habegger (Paternal, Ciudad de Buenos Aires).

* Distancia, de Ana Fraile, (Saavedra, Ciudad de Buenos Aires).

* Cercanía eterna, de Francisco Matiozzi Molinas (Rosario, Santa Fe).

“Espacio sagrado”, de Myriam Angueira (Villa Crespo, Ciudad de Buenos Aires).

* Ping-pong, de Nicolás Herzog y María Mir (Concordia, Entre Ríos).

* Urdir, de Nahuel Vec (Palermo, Ciudad de Buenos Aires).

* Ammonite, de Mariana Russo (Mataderos, Ciudad de Buenos Aires).

* Pan de mí, de Nicolás Macario (Villa Crespo, Ciudad de Buenos Aires).

* Grecia, de Valentina Llorens (La isla de La Paternal, Ciudad de Buenos Aires)

* Muro de pinos, de Mariana Belén Rodríguez (San Martín de los Andes, Neuquén).

* La espina, de Mariano Raffo (Villa de Las Rosas, Córdoba).

* Segundo piso, departamento 18, de Paulo Pécora (Constitución, Ciudad de Buenos Aires).

* Tiempos otros, de Silvia Di Florio (Olivos, provincia de Buenos Aires).

* Grecia, de Valentina Llorens (La isla de La Paternal)

* Anochece, de Melina Terribili (La Banda, Santiago del Estero).

 

* 我們. Wŏmen. Nosotros, de Víctor Cruz (Boedo, Ciudad de Buenos Aires).