Mar del Plata, Gran Buenos Aires, Gran Rosario y Bahía Blanca-Cerri son las cuatro regiones que presentaron los niveles de desempleo más elevados del país. Los datos publicados ayer por el Indec mostraron que durante el cuarto trimestre del año pasado la desocupación en la ciudad balnearia llegó a 10,6 por ciento. Fue la única jurisdicción del país en alcanzar los dos dígitos. En las grandes ciudades del conurbano bonaerense la desocupación alcanzó hasta 9,4 por ciento, mientras que el guarismo ascendió hasta 9,2 por ciento en Bahía Blanca y marcó 8,6 por ciento en Gran Rosario. A nivel nacional, la tasa de desempleo fue de 7,6 por ciento. Como el organismo estadístico suspendió la publicación de sus informes al asumir el gobierno de Mauricio Macri, es imposible realizar una comparación interanual de los datos.
Las cifras publicadas ayer dan cuenta de la existencia de 937 mil personas sin empleo al finalizar 2016. Los cuatro distritos con las tasas de desocupación más elevada contabilizan 598 mil desocupados, que equivalen a 63,8 por ciento de todos los desempleados del país que relevó el Indec entre octubre y diciembre del año pasado. En la Ciudad de Buenos Aires la tasa de desempleo fue de 5,7 por ciento según el organismo estadístico. A pesar de tratarse de un guarismo relativamente bajo, el dato representa a 91 mil porteños sin empleo durante el último trimestre de 2016. Las mediciones oficiales de las autoridades de CABA son incluso peores: muestran un 8,0 por ciento de desempleo que equivale a 136.562 personas sin trabajo. Esa cifra representó una desaceleración en el proceso de destrucción de empleo frente a los guarismos registrados en los trimestres anteriores. Los datos no evidencian, sin embargo, la recuperación del mercado de trabajo promocionada desde finales del año pasado por la Casa Rosada.
En el resto de las regiones del país los niveles de desempleo se encuentran por debajo del promedio: NOA marca 6 por ciento, Patagonia es 5,3 por ciento, Cuyo llega a 3,8 por ciento y NEA es del 3,0 por ciento. En muchas de esas provincias, en particular en el norte del país, las exiguas tasas de empleo y actividad son un claro síntoma de la estrechez de sus mercados de trabajo, de la incapacidad de la estructura productiva local para generar una demanda de trabajo creciente y sostenida. Las bajas tasas de actividad son un indicio de la dimensión del desaliento, del recurso de la emigración y de las actividades de subsistencia por fuera del mercado laboral.