¿Cómo será el teatro del futuro? El presente parece sólo arrojar preguntas y una gran preocupación. Pero Rafael Spregelburd, Maruja Bustamante, Jorge Dubatti, Laura Fobbio, María Fukelman y Diego de Miguel compartieron sus reflexiones en torno a lo que se viene en el corto y en el largo plazo. Coincidieron en una charla de YouTube que, durante más de dos horas, recorrió diversas aristas. La incertidumbre respecto de cuándo volverá la actividad, la relevancia del convivio exaltada a partir de su ausencia, la necesidad de un protocolo para el desarrollo de clases -fuente laboral de muchos artistas-, el rol del Estado en la emergencia, la dramaturgia post-pandemia, nuevas tendencias culturales fueron algunos de los tópicos que recorrieron ante alrededor de 600 concurrentes de distintas partes del país e incluso de otras latitudes.

En tiempos de coronavirus se realza la "relevancia del convivio", planteó el crítico e historiador Jorge Dubatti al comenzar. "Se anularon todos los convivios, no solamente en el teatro. También en las confiterías, las calles, los supermercados, el templo, las canchas. Al estar restringidos porque el cuerpo del otro es una amenaza, algo que antes naturalizábamos empieza a aparecer como fundamental", explicó el teórico. La contrapartida a esta ausencia es la multiplicación de "tecnovivios", pero también hay nuevos convivios en las manifestaciones en terrazas, balcones y ventanas.

En la charla titulada "El teatro en el contexto del aislamiento social", Dubatti mencionó la existencia de un "síndrome de abstinencia de lo convivial", a casi 40 días de cuarentena: "Cada vez se observa más esta cosa de que se extraña el abrazo, reunirse a tomar mate con amigos, ver a los parientes de cerca. El teatro estaría siendo atravesado por la proscripción de toda una estructura convivial a la que pertenece". 

La actriz, dramaturga y directora Maruja Bustamante aportó un costado pragmático al estado de emergencia actual, al anunciar que se conformó la organización de Profesores Independientes de Teatro (PIT) en la Ciudad de Buenos Aires. La intención es, aparte de hacer un relevamiento, confeccionar un protocolo para "poder dar clases cuando se abra el confinamiento". También podría ser útil para las salas luego. "Por más que nos hagamos los post dramáticos tenemos que accionar. Ya tenemos grupo de Facebook, comisiones... yo venía dando clases online y tenía un sistema para darlas. Nos estamos intercambiando herramientas", contó Bustamante. Y deslizó algunas ideas que están dando vueltas: clases "con menos gente, respetando distancia, que duren menos, con un protocolo de sanidad y cuidados, tener termómetros". 

Otro aspecto abordado, que no podía faltar, fue el teatro virtual, fenómeno al que se sumaron salas oficiales, comerciales e independientes y creadores en soledad y al que en algunos casos se añade una gorra. "Tengo miedo de que, estando preocupados por nuestra especificidad perdamos de vista el elefante", aclaró Spregelburd antes de explayarse. También inscribió a la charla virtual en el marco de ciertos "privilegios" y se refirió a la fundación de un "homo pandemicum" que atravesará de manera diferente cada una de sus experiencias. "Colegas de otros países hablan de que quizá los teatros no puedan abrir en dos años, en cinco (...). Es curioso, porque por otro lado, nunca ha habido un consumo tan masivo de bienes culturales. Reformateados, pixelados, como quieran llamarlo. Las ficciones están entre las prioridades. De pronto, al mismo tiempo que decaen, se ven en su cima", subrayó.

El consumo "casi en masa" de artículos de filosofía, la valoración masiva de obras que podrían haber sido de nicho en otro tiempo -como la película La flor, de Mariano Llinás-, la democratización de los contenidos con los usuarios como posibles autores fueron otros puntos en que se detuvo el dramaturgo, en cuarentena en San Miguel del Monte. Cree que este último eje engendrará un "espectador diferente", con un "cerebro memificado", que intentará "transformar el mito en meme". Tal vez entonces el arte se rebele y se torne "más pesado y denso".

Fukelman, doctora en Historia y Teoría de las Artes, llamó la atención sobre el rol del Estado en un momento en que queda muy a la vista la precariedad del trabajo del artista. Mientras los recursos de asistencia llegan sobre todo a las salas, los actores y actrices están "más complicados". Podría aprovecharse un momento en que se "revaloriza la cultura" para "transformaciones necesarias": "más Estado y más organizaciones de la sociedad civil". Durante la charla varias veces fue mencionada una iniciativa de Mosquito Sancineto llamada "Artistas solidarios", campaña para entregar bolsones de alimentos a los trabajadores en peor situación. Fukelman también cuestionó que no siempre se les pague a los artistas por el uso de sus materiales virtuales, algo que sí hace, por ejemplo, el Teatro Nacional Cervantes.

La actividad fue organizada por Sofía Boué y Claudia Tourn con la coorganización de la Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral y adhesión de la RED Latinoamericana de Centros de Documentación de Artes Escénicas. Hubo público desde Uruguay, Costa Rica, Perú, México y Nueva Zelanda y diferentes provincias del país que iban añadiendo pareceres, inquietudes y preguntas en un chat.