Todo el mundo conoce a Carlos Bianchi por ser el DT argentino que consiguió coronas internacionales en dos clubes: en Vélez Sarsfield ganó una Copa Libertadores y una Copa Intercontinental, pero en Boca Juniors subió la vara al obtener tres trofeos del máximo torneo de Sudamérica y otros dos del certamen que se disputaba a partido único en Japón. De hecho, en Liniers y en la Ribera no sólo le rinden pleitesía sino que lo convirtieron en la única persona en el mundo del fútbol que posee una estatua en las dos sedes.

Pero los laureles que obtuvo este afamado director técnico que hoy cumple 71 años no hacen menos inolvidable sus inicios como temible atacante en el Fortín, donde dejó una huella indeleble antes de seguir su carrera en Francia. La V azulada es la única casaca que vistió en el país, donde fue campeón en 1968 con un registro de 206 goles que lo convierten en el máximo artillero en la historia velezana.

Bianchi nació el 26 de abril de 1949 en Buenos Aires y fue anotado con un segundo nombre poco usual: Arcecio. Pasó su infancia dentro de una familia de clase media que primero vivió en el barrio de Versalles y luego en el vecino Villa Real.

La llegada a la secundaria fue un punto de inflexión en su vida, porque entendió que estudiar no era lo suyo, aunque sí le gustaba mucho darle a la pelota. Con este panorama, don Amor, su padre, se plantó y le dijo: "Si no estudiás, vas a tener que trabajar". Todo un clásico. Así las cosas, el joven Carlos debió acostumbrarse a las madrugadas y ayudar en el puesto de venta de diarios y revistas que su padre tenía. Mientras tanto y en silencio, subía escalones en las divisiones inferiores de Vélez Sarsfield.

Victorio Spinetto, símbolo velezano como jugador y entrenador, le dio la chance de debutar en Primera a sus frescos 18. Y ante Boca, nada menos. Ese partido en Liniers, disputado el 23 de julio de 1967 sobre el cierre de la primera fase del Metropolitano, terminó 1-1. No logró convertir y siguió como suplente. Pero no se desanimó.

Un año más tarde, ya con Manuel Giúdice como técnico, tuvo su bautismo en la red en la goleada 4-2 ante Argentinos Juniors que se disputó el 7 de julio de 1968 en cancha de Atlanta, en otra edición del Metropolitano. Luis López fue el primer arquero vencido en una lista de "víctimas" que aumentaría con los años.

Apenas una semana más tarde, en el 1-1 como local ante River, su segundo tanto no pasó inadvertido, dado que sirvió para quebrarle al eterno Amadeo Carrizo una marca de 769 minutos sin recibir goles. Así, el incipiente delantero comenzaba a cobrar notoriedad. "Amadeo siempre será un referente. Es el más grande jugador de fútbol que vi en mi vida", afirmó luego sobre el ídolo riverplatense.


Con apenas 19 años, la gloria golpeó a su puerta en el segundo semestre del '68, al cabo de aquel recordado Torneo Nacional que debió definirse con un triangular junto a River y Racing. Pese a no ser titular -tenía por delante a José Luna, Omar Wehbe y Mario Nogara-, Bianchi estuvo en 11 de los 17 encuentros que Vélez debió jugar para obtener el primer título de su historia. Y además de meter 7 goles en dicho certamen, se dio el gusto de ingresar los últimos 45 minutos en el éxito 4-2 ante Racing, aquel inolvidable 29 de diciembre en cancha de San Lorenzo.

En las temporadas siguientes no paró de perforar vallas. Por caso, en 1970 jugó 27 encuentros y metió 17 goles. Al año siguiente mejoró su marca al convertir en 20 ocasiones sobre 23 partidos jugados. Y en 1972 marcó 42 tantos en 46 juegos. En Francia comenzaban a prestar atención a ese veinteañero que tenía como único objetivo someter a los arqueros.

Su primer ciclo con la V azulada culminaría en 1973, cuando partió a Europa para jugar en el Stade de Reims y seguir haciendo de las suyas. Antes, el 27 de mayo de ese año, en la fecha 3 del Metropolitano, Vélez se floreó ante su gente al golear 4-1 a San Lorenzo, que aún detentaba el título de bicampeón. Ese día, Bianchi marcó un hat trick y totalizó 6 goles en 11 encuentros disputados, antes de mudar de continente a mitad de torneo. Pudieron ser más, pero erró los dos penales que ejecutó. Nadie le quitó lo bailado.


El "rompe redes" de Francia

Bianchi tuvo un destacado paso por el fútbol francés en la década del '70, donde vistió las camisetas de Stade de Reims, París Saint-Germain y Racing de Estrasburgo. Con sus 179 goles, se ubica entre los diez máximos artilleros en la historia de la Ligue 1. En el Stade acrecentó su condición de "killer" del área, lo que despertó el interés del PSG, donde militó en las temporadas 1977/78 y 1978/79 para ser goleador en ambas.


Hace unos años, Bianchi reveló que mientras jugaba en el equipo parisino descubrió que tenía miopía. "El París de la época en que yo jugaba era más modesto y dotado de menos poder ofensivo; pero hice 37 goles en 38 partidos de liga en mi primera temporada. Tenía olfato, sabía dónde iba a caer la pelota. Es que ser goleador era mi vida", confesó sin ambages el tipo que, agradecido, volvió a Vélez en 1981 para seguir inflando redes. Hace 35 años le puso punto final a su brillante trayectoria de futbolista, en su segundo ciclo con el Stade. Una carrera signada por el gol.

Cuarentena en Barrio Parque

El ex DT cumple con el aislamiento social, preventivo y obligatorio en su casa de Barrio Parque, junto a Margarita María Pilla, su esposa. A estas alturas del año, Bianchi suele estacionarse en París, su segunda ciudad en el mundo, pero la pandemia cambió sus planes.

"No hay que joder con esta enfermedad. Es nuestra obligación cumplir la cuarentena. Hay una riqueza que la descubrimos cuando no la tenemos: la salud", es el mensaje que transmite Bianchi en estos días a familiares y amigos cuando dialoga vía Skype, según consignó la Agencia Télam.