Un sueño dentro de otro sueño sorprendía alegremente a Lacan por la producción que significaba, porque duplicaba una incógnita, una pregunta, y remitía a un real doblemente escondido. Como una ropa debajo de otra ropa, o mejor una máscara debajo de otra máscara.

En el mismo sentido se detenía ante la ficción redoblada, es decir pensar por ejemplo que alguien finja que finge, la verdad escondida en un artilugio del lenguaje.

La vida contemporánea es una vorágine, un torbellino cada vez más acelerado, regida por una ley que ordena gozar, pero que en términos económicos implica el dominio de lo que se dio en llamar una “utilidad directa.”, al decir de J. A. Miller en el capítulo X de Un esfuerzo de Poesía

Los poetas captaron a fines del siglo XIX que la poesía, que no era un bien que proporcionara una “utilidad directa”, iba a ser expulsada de ese mundo desencantado como lo definió Max Weber: “La intelectualización y racionalización… significan… que... no existen en torno a nuestra vida poderes ocultos o imprevisibles, (lo inconsciente, lo real**) sino que, por el contrario, todo puede ser dominado mediante el cálculo y la previsión (la ciencia**). Pero esto significa el desencantamiento del mundo”.

Sigmund Freud fue contemporáneo de Max Weber, era hijo de esa época en que emergía la utilidad directa y una desacralización correspondiente. Pero Freud reencuentra lo sagrado en la letra de los sueños. De esa manera el psicoanálisis viene a producir un “reencantamiento del mundo”, de nuevo según J.A. Miller. Es decir, darle un valor a lo que quedó entre paréntesis ante la necesidad de la “utilidad directa”.

Una sesión analítica es un paréntesis. Un corte, un descanso en la vorágine de la vida cotidiana destinada casi sin descanso a la obtención de una utilidad directa.

La cuarentena también es un paréntesis, un paréntesis enorme, donde el mundo en casi todos los sentidos, entró en un suspenso, en un stand-by, un paréntesis que tiene por finalidad impedir o refrenar la expansión de una enfermedad que también es vertiginosa.

A lo que no alcanza este paréntesis es al trabajo del inconsciente que no se suspende por el aislamiento y el confinamiento, ese inconsciente que necesita elaborar el real de este momento de la civilización, un real incomprensible y sinsentido, al menos hasta donde sea posible, para no ser aplastado por ese real del virus y del mundo que lo afronta.

El paréntesis de la cuarentena no detiene un trabajo que se continúa a pesar y dentro de ella, que también es un real del mundo actual. Por ello es que se continúa dicho trabajo por otros medios, porque ese trabajo no se detiene, su detención es la muerte.

En el paréntesis de la sesión analítica prima la confianza en una utilidad indirecta, misteriosa, prima un esfuerzo de poesía. Espacio de goce que escapa a la ley del mundo.

*Participante EOL Sección Rosario. Coordinador de la página de Psicología de Rosario12.

**Aclaración del autor.